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El Telégrafo
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Los hipsters rescatan las prendas vintage y las adaptan a su estilo de vida alternativo

En Nueva York es bastante común encontrar sitios en los que se reúne este grupo que regularmente disfruta de la música independiente y el arte. FOTO TOMADA DE INTERNET
En Nueva York es bastante común encontrar sitios en los que se reúne este grupo que regularmente disfruta de la música independiente y el arte. FOTO TOMADA DE INTERNET
15 de junio de 2015 - 00:00

Si en los 60 llegaron los hippies promoviendo la paz en el mundo, una década más tarde aparecieron los punkeros caracterizados por sus pensamientos anarquistas y sus peculiares crestas de colores. En el 2000, las calles se llenan de emos, distinguidos por tener visiones negativas y dramáticas de la vida. La posmodernidad nos trae a los hipsters, jóvenes entre los 25 y 35 años con su idea de antimoda y nueva visión del mundo.   

Rebecca Zehr conversa y ríe en la cafetería Botánica mientras toma un té. No es casualidad que acuda a este sitio. De hecho se siente cómoda en él por su “onda ecologista”.Estar en un lugar donde, incluso la decoración es de material reciclado, calza perfecto con su visión.

Es su último día en Ecuador.Es alemana y participó en el festival de cine documental ‘Encuentros del Otro Cine’, más conocido como los EDOC. En la cita le hacen compañía 3 amigas, todas con diversos estilos, pero Rebecca es la que más llama la atención por su look. Viste leggins, medias cortas y zapatos bajos negros de lona. Además, tiene un vestido azul con pintas rosadas, saco verde, un abrigo rojo y enormes lentes con marco negro que juegan a la perfección con su cabello rubio.

-¿Te sientes cómoda con tu estilo? -le consultamos. A lo que ella contesta que sí. De hecho asegura que su ‘pinta’ está inspirada en ropa de segunda mano y estilo vintage. “Quizá tenga cierta nostalgia por las cosas antiguas”, reconoce.

Cuando debe definir su forma de ser, dice que es ecologista y vegetariana, que disfruta del jazz, la música electrónica, del cine independiente y la literatura clásica.

¿Te sientes identificada con los hipster? -le preguntamos. Cortante dice que no. “Creo que todos odian ese término. Hay un debate sobre lo que significa ser hipster en Alemania. ¿Se define porque tienes lentes más grandes? No lo creo, no me identifico con ellos ni con ningún otro grupo. Uno es como quiere ser”, asegura.

Vanessa Hamed, quien estudia diseño de modas, reconoce que por su estilo podrían llamarla hipster “Ser hipster es una persona que se  acopla a distintas modas, como el grunge, la onda urbana, tiene algo de rockero, punk, de todo. Utilizan todos los estilos y los van mezclando”, comenta esta joven que luce un vestido negro, medias nylon  hasta la rodilla y botines.

Al consultar sobre qué es ser hipster, la mayoría lo define a partir de su forma de vestir. Hay quienes los tildan como ‘los elegantes retro’, ‘los que están en contra de la moda, pero imponen la suya’, ‘los que tienen sombreros, bigotes, tirantes y pantalones apretados, ‘los vintage’. Los ubican en esferas específicas de trabajo: diseñadores de moda, publicistas y cineastas.

¿Qué son? ¿De dónde salieron?

Varias publicaciones destacan que se trata  de una nueva subcultura que se aleja de las corrientes predominantes (mainstream) y comunes. Además, es afín a estilos de vida alternativos. Varios de sus intereses responderían a consumir cine independiente y vestirse al estilo vintage, rescatando lo antiguo.

Una tesis publicada por la Universidad de Palermo explica que el término hipster surge en la década de los 40 para definir adultos jóvenes, bien educados de clase media y alta con puntos de vista liberales  e intereses no predominantes en moda y estética cultural.

Sin embargo, ahora el término se ha modificado según la investigación. “Hoy, el concepto ha resurgido para definir un modus vivendi: jóvenes enmarcados en la posmodernidad, bohemios del siglo XXI, con una sensibilidad artística y  un atípico compromiso social, pero cuyo lado más banal ha sido conquistado por el consumismo y por la moda de la no moda”, indica el documento.

También se afirma que los chicos hipsters son metrosexuales encubiertos, que priorizan su cuidado personal ante todo. Una de sus marcas es el retorno a la barba larga, enrollada en las puntas.

Lo más curioso de ellos es que, pese a calzar con la definición de hipsters, no aceptan ser definidos como tales, porque eso sería ser común y su premisa es ser alternativos, no del montón.  

Johnny Gavilanes es diseñador gráfico y tiene una peculiar forma de vestir. Aunque no se identifica con alguna cultura urbana, dice que tiene una tendencia a la onda hipster. De hecho, varios de sus amigos cuencanos lo definen así.

Hace más de 3 años le dedica tiempo importante a vestirse bien. Según dice decidió dejarse los bigotes por rememorar a Salvador Dalí. Un traje compuesto por un sombrero de visera plana, bufanda y camisas a cuadros, puede costar alrededor de $ 300. “Ahora quiero lanzar mi propia línea de ropa que se llamará 89. Es única”.

Kléver Mendoza también tiene un bigote que lo identifica. No cree ser parte de una cultura urbana, pero cree que camina del lado de aquellas personas que solo quieren ser felices. “Soy apolítico”, afirma.

Si bien asegura que la gente lo señala como hipster por su look alternativo con largos bigotes, gorras coloridas y Converse, considera que solo se trata de un grupo que disfruta de la moda. Reconoce que adquiere ropa única y sin repetición, pero dice ser más que eso. “Soy muy diverso, mi look no define todo lo que soy ni mi personalidad, también soy crítico con ciertos temas”.

Para Jaime Moscoso, psicólogo y máster en Antropología, los hipsters forman parte de una subcultura, pues se distinguen por un mismo comportamiento y creencia contraria a la  cultura dominante de la que forman parte. Sin embargo, dice que es cuestionable que busquen lo alternativo porque a la final viven en el capitalismo y solo ese hecho los hace ser parte de lo mismo.

Para el experto, la idea de retornar al pasado, es clave. “Desde pequeños nos hacen cuestionar el presente, siempre hay un sentimiento de querer retornar a las cosas pasadas pensando que estuvieron mejor. Las queremos revalorizar”. 

Moscoso señala que este grupo tiene temor de que, al ser encasillado, deje de ser original y pierda el espacio que ha ganado. “Es un rasgo de las subculturas”. (I)

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