Los espíritas: entre Jesucristo y su creencia en la reencarnación
“Buenos días, hermanos encarnados y desencarnados” decía Luis Vargas al iniciar el segundo día del IV Congreso Espírita Ecuatoriano, que se desarrolló el pasado fin de semana, en Guayaquil.
En un auditorio con capacidad para 200 personas, pero ocupada apenas por unas 30, sentadas de forma diseminada, se desarrolló este encuentro que -según sus organizadores- tenía el propósito de difundir la denominada “doctrina espírita”.
Conocidos también como “espiritistas”, ellos no tienen nada que ver con brujos, cartomancia o cualquier tipo de magia blanca o negra, como podría pensarse por su nombre.
“Un espírita es una persona que practica nuestros postulados: la base moral, que se sustenta en las enseñanzas de Jesucristo; la base científica, en la que se prueba la sobrevivencia del alma al mal llamado fenómeno “muerte”; y la filosófica, que se basa en el estudio de los libros básicos de nuestra doctrina”, explicó con la paciencia de un profesor a su alumno, Roberto Pérez, director de Fueskarde (Fundación Espírita Kardeciana del Ecuador), una de las 9 agrupaciones dentro de la ciudad y que forma parte de la CEE (Coordinadora Espírita del Ecuador), que reúne a unos 180 adeptos.
Al congreso estaban invitados a participar varios espíritas líderes de países latinoamericanos, como Panamá, Brasil, Guatemala y Colombia. Ese sábado, el tema de Edwin Bravo -uno de los conferencistas- trataba sobre los viajes interiores, que fue ilustrado con un video del reggaetonero Daddy Yankee, en el que el cantante tiene una especie de alucinación con su propia muerte, viéndose a sí mismo en diferentes etapas de la vida, incluso dentro de un ataúd.
“Si ven, el viaje interior lo tenemos cuando vamos a morir. ¡Mejor hagámoslo ya y cambiemos!”, dijo el conferencista, subido en una tarima, decorada con una gigantografía de Alan Kardec, el denominado “codificador” de la doctrina espírita. Según dicen, el francés conversó con varias almas, que a través de él escribieron los textos base de esta filosofía: “El libro de los espíritus”, “El Evangelio según el espiritismo”, entre otros.
A la entrada del auditorio se vendían los ejemplares de “La revista espírita”, que contiene una recopilación de varios reportajes: “El chef reencarnado del Titanic”, “La vida pasada de los niños”, “¿Pueden los espíritus pilotear aviones?”, entre otros. También había textos relacionados con el conocimiento espírita, uno de ellos era el “Libro de los médiums”, también creado bajo inspiración espiritual y la pluma de Kardec.
La “mediumnidad” -como la denominan- es la capacidad de los “encarnados” (vivos) de establecer algún tipo de contacto con los “desencarnados” (muertos).
“Antes de conocer la doctrina, se presentaban en mí cosas extrañas, fenómenos que veía o que sentía, que parecían enfermedades que la ciencia médica no detectaba. Yo entraba en trance, pero creía que eran situaciones de tipo nervioso, como ataques de ansiedad”, contó Lídice Márquez -organizadora del evento- en voz muy baja, como quien confía un secreto.
“Es que el trance y la comunicación con los espíritus son facultades y no debemos jactarnos de ellas, porque el padre celestial lo permite para que ayudemos al prójimo”, añadió enseguida.
Katherine del Toro, colombiana y médium, explicó que esta es una propiedad del alma que solo se da a voluntad de los espiritus y que, de alguna forma, todos tenemos algún nivel de “mediumnidad”; en varios casos, poco trabajada o no descubierta.
“A todos nos pasa que estamos bien y nos empieza a doler la cabeza, el brazo u otras partes. Es que se está captando la onda de un ser desencarnado sufriente, que siente dolores físicos”. Indicó que existen varios tipos de “mediumnidad”: aquellos que son capaces de ver y sentir o aquellos que prestan su aparato de voz al espíritu para que hable a través de ellos, denominado psicofonía, como es su caso. “Hay un acercamiento vibratorio sin pasar por el pensamiento, me transformo en intérprete. Empecé a sentir esto desde que era niña”.
El director de Fueskarde comentó haber vivido experiencias extremas... “Yo tenía un problema y una médium me dijo que al lado mío estaba un señor parecido a mí. Era mi papá, que decía que no me procupe, que iba a salir del problema y que él siempre me acompaña. Por eso llamamos ‘el consolador prometido’ a esta doctrina”, manifestó Pérez.
Sin ritos, sin cánticos específicos, con asociaciones de pequeños grupos de estudio de la doctrina, con reuniones semanales y sesiones, los espíritas se ha abierto paso en la ciudad de forma activa desde, aproximadamente, 2008.
Durante los tres días que duró el Congreso Espírita asistió un total cercano a 200 encarnados, entre niños, jóvenes, adultos y personas de la tercera edad... La cantidad de desencarnados es complicada de precisar.