Los embutidos son una fuente alta de grasas y sal que impactan en la salud
Los ecuatorianos consumen 142 gramos de carnes al día
Por las noches en diferentes sectores de Guayaquil, el humo se mezcla con el olor de la carne ahumada, los chorizos cuencanos, aquellos que son asados en la parrilla de restaurantes, incluso en puestitos ubicados en las calles.
En Ecuador, según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut), el consumo de carnes y embutidos, como la salchicha, jamón y sus similares en el país, varía de acuerdo a la edad. Los hombres, de 31 a 50 años, comen 183 gramos al día y las mujeres 144 gramos. Ambos son el grupo más numeroso en cuanto a consumo. En promedio general, los ecuatorianos comen 142 gramos de carnes y salchichas al día. La recomendación de la OMS (Organización Mundial de la Salud) es consumir 500 gramos a la semana de carnes rojas, mientras que con respecto a los embutidos aconseja ingerir poco o nada.
Beatriz Romero, por ejemplo, gasta a la semana entre $ 4 y $ 5 en comprar mortadela y chorizo por libra, “pero he escuchado en las noticias que son cancerígenos y sí he pensado en dejarlos”.
Su preocupación aumentó luego de conocer el informe de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), de la OMS, de que el exceso de carne procesada aumentaría el riesgo de desarrollar cáncer colorrectal en el 18%. Ante la conmoción generada, 3 días después la OMS aclaró que el informe no implica un llamado a la ciudadanía a dejar de consumir carnes por completo.
La alerta y posterior rectificación de la OMS ha despertado la interrogante ¿qué comer en una época en que la mayoría de los alimentos ha sido manipulada por las industrias?
Según la doctora Miryam Ramírez, gerenta de Veris, no se trata de que las personas dejen de comer carnes para consumir solo vegetales y convertirse en vegetarianas. “Hay que lograr un equilibrio a la hora de alimentarse. Lo que busca la alerta de la OMS es que se consuma con moderación las carnes rojas y las procesadas. Por ejemplo, en el país a la hora de pedir un arroz con menestra y carne piden el pedazo más grande”.
El Fondo Internacional para la Investigación del Cáncer también sugiere que las personas que coman carne roja no deben sobrepasar los 500 gramos a la semana, además de evitar las carnes procesadas.
Para la nutricionista Xiomara Guerra, del Hospital Guayaquil, el tamaño de un pedazo de carne no debe sobrepasar la palma de la mano. Los embutidos solo deben consumirse cada 15 días o una vez al mes, pero no 4 o 5 veces a la semana, como ha visto en sus pacientes. “La carne procesada generalmente no es tan importante, lo que pasa es que ayuda a satisfacer ciertos apetitos”.
Guerra dice que falta educación nutricional. “Vivimos en un país en el que se puede encontrar gran variedad de alimentos saludables y que podemos aprovechar”.
Para ella, aún es posible encontrar productos de la pesca artesanal y pollo criados artesanalmente. Si bien existe esta posibilidad, en los supermercados la mayoría de pollos o carnes proviene de animales que han pasado por un proceso de crecimiento manipulado. (Ver subnota).
Sumado a una buena elección, Ramírez añade que las personas deben llevar hábitos correctos de vida, hacer ejercicios y realizarse chequeos médicos al menos una vez al año para prevenir enfermedades.
“No se trata de que si se consumen carnes procesadas la gente va a desarrollar cáncer, para ello debe existir una predisposición genética. Lo que sí está claro es que el exceso se convierte en un factor en contra”.
Guerra recuerda que con el semáforo o etiquetado en alimentos procesados (dispuesto por el Ministerio de Salud) es posible tomar decisiones inteligentes al momento de comprar la comida. “La gente debe saber que todo lo rojo es malo y no hay que comerlo”. Para mala fortuna de los productores, la mayoría de embutidos tienen este color en la etiqueta por su elevado contenido en grasas saturadas. Es decir, antes que desarrollar cáncer, las carnes y alimentos procesados en general son una fuente de exceso de grasa, azúcar o sal que impactan en la salud. (I)
¿Qué son las carnes procesadas?
La industria cárnica mueve cerca de $ 95.000 millones y de ella dependen numerosas economías del mundo, entre estas Uruguay y Argentina.
Entre las carnes, que incluye la OMS en la advertencia, están todas las saladas, curadas, fermentadas, ahumadas o que han pasado por procesos para mejorar su sabor o extender su preservación. Además de salchichas de diversos tipos, corned beef, carne salada, envasada, preparaciones como salsas a base de carne, embutidos de pollo y pavo. La variedad de salchicha roja y café clara contiene poca carne real: 64% de pollo mecánicamente recuperado y 17% de puerco.
Qué contiene una salchicha de carne roja: 2% de sal de mesa; nitrito de sodio, proteína de leche, agua fluorada, jarabe de maíz, carbohidrato de almidón y carmín, que es uno de los colorantes que también se emplea en la manufactura de flores artificiales, pinturas y cosméticos.
Más ingredientes artificiales: trifosfatos de potasio y sodio (estabilizadores), polifosfatos (mejora la textura de la salchicha) y ascorbato de sodio, una forma sintética de vitamina C y regulador de la acidez que previene que la carne pierda su color rojo.
34.000 muertes por cáncer están asociadas con el alto consumo de carne procesada.
El cáncer colorrectal que relaciona la OMS con la ingesta de este producto es el tercero más común en el mundo. En América Latina se estima que 9 de cada 100.000 habitantes lo desarrolla.
En Ecuador este cáncer está ubicado entre las 10 principales causas de muertes de la población.
Una tesis universitaria probaría el uso del químico en aves de Ecuador
Roxarsone, el alimento con arsénico que tendrían los pollos de granjas
La FDA (Food and Drug Administration de Estados Unidos) lo dijo en su propia investigación realizada en 2014. El arsénico es un ingrediente que se añade a la alimentación de los pollos criados en granjas y con balanceado. El último eslabón de este producto termina en las aves que consumen los humanos.
Es decir, durante 60 años los consumidores estadounidenses y otras personas del mundo han consumido pollos alimentados con arsénico, que es un químico cancerígeno.
El alimento llega a los pollos por productos balanceados roxarsone, creado por una subsidiaria de Pfizer, llamada Alpharma LLC. Esta última empresa acordó que retiraría la dosis de arsénico de los estantes en Estados Unidos, pero no del alimento vendido para pollos en otros países del mundo, que incluiría Ecuador.
A pesar del anuncio, la FDA agregó que la cantidad de arsénico en los pollos de granja se encuentra en un nivel bajo que “todavía es seguro para el consumo a pesar de ser un carcinógeno”. El Consejo Nacional del Pollo está de acuerdo con la agencia. En un comunicado, emitido en respuesta a la noticia del retiro del roxarsone, indicaron que el pollo es seguro para comer, incluso admitiendo que el arsénico se utiliza en muchos criaderos de Estados Unidos.
Además del arsénico, los pollos criados para la industria alimenticia a gran escala reciben un coctel de antibióticos y otras hormonas para su crecimiento.
El uso de este arsénico en los pollos fue el tema de una tesis de grado de una estudiante universitaria en Quito, quien analizó la cantidad del tóxico en los pollos vendidos en el país.
En sus conclusiones, la joven determinó que la cantidad de arsénico presente en los balanceados de crecimiento de pollo oscila entre 15 y 65 ppm (mg As/kg balanceado T.C.O.), característica que depende de la formulación de balanceado de cada productor.
Estos valores, a su vez, representan el uso de roxarsone (si existiera tal) de entre 50-230 mg/kg balanceado, valor que sobrepasa a lo recomendado por instituciones veterinarias de EE.UU. “Por todo esto, se puede concluir que sí hay una alta concentración de As en los balanceados”, según el documento.
En cuanto a las vísceras se observa que, tanto hígados como mollejas, superan el límite de concentración de As (0.5 ppm de As en huevos y tejidos de pollos y aves) (50), por lo que podría ser peligroso su consumo. (I)