Los caballos militares hacen más que trotar
A paso, a trote y a galope 158 caballos son entrenados en los destacamentos militares de las Fuerzas Armadas del Ecuador.
Mantenerlos en los recintos forma parte de la historia y tradición del Ejército. Ellos fueron el medio de comunicación y combate de Simón Bolívar, Antonio José de Sucre y de muchos guerreros libertarios de América como José Martí, Antonio Macedo y hasta de Benito Juárez. Sin embargo, con los años los fines de los equinos cambiaron por objetivos más sociales como la competencia deportiva y la entrega de ayuda terapéutica para niños y jóvenes con capacidades especiales.
Los caballos provenientes de Argentina, Brasil, Chile, México, Estados Unidos, Rusia y Colombia fueron adquiridos por el Estado y son entregados a militares que demuestran capacidad para ser jinetes y brindar cuidados al animal.
Los caballos están a cargo de todo el personal, desde los conscriptos hasta los generales, quienes se encargan del aseo, alimentación y cuidado en las pesebreras hasta el reporte de cuidados a los seis veterinarios de las Fuerzas Armadas.
Freddy Drouet, coronel de Estado Mayor y Comandante de la Brigada de Caballería Blindada No. 11 Galápagos, comenta que parecería inaudito mantener en este tiempo caballos en las Fuerzas Armadas, pero es una tradición que representa la fortaleza de los ejércitos, puesto que las estrategias de batalla incluían a estos animales.
Drouet recuerda que la ganadería equina en los grupos militares incluso es motivo de inspiración de obras como pinturas, cantos, poemas y símbolo de la unión y compañerismo de quienes ven en la equitación militar una oportunidad para fortalecer a las Fuerzas Armadas y brindar ayuda social.
El Coronel añade que en los procesos de instrucción militar el trabajo con caballos es importante para fortalecer el carácter del equipo y del uniformado, porque convierte al castrense en una persona que puede tomar decisiones rápidas y oportunas en menor tiempo.
Estar sobre un caballo, aseguró Drouet, permite que el jinete aprenda a tomar decisiones inmediatas y de estrategia; no se puede tomar una decisión equivocada porque se corre el riesgo de perder o de caer, al igual que en el campo de batalla.
Para Marcelo Andino, teniente coronel de la Brigada Galápagos, es sinónimo de la historia viva de las gestas heroicas de los ejércitos, desde la colonia hasta nuestros días.
Preparación y cuidado
Ahora en Ecuador ya no se importan caballos para que formen parte de las escuelas de equitación de las Fuerzas Armadas. A través del Centro de Remonta, encargado de la mayoría de hembras y machos reproductores, se obtienen las crías que serán distribuidas en los campos militares donde se requieren.
Andino informa que las crías ingresan a un proceso de adaptación y entrenamiento en deportes como: polo, salto, circuito completo de equitación y ayuda terapéutica.
Una vez que se obtienen los potros, de acuerdo con sus características, son enviados junto a sus jinetes a la Escuela de Formación Ecuestre, donde reciben atención veterinaria. “Por el hecho de estar en pesebrera, reciben alimentación a base de granos y forraje verde (alfalfa)”, añade Andino.
La alimentación del caballo varía según su actividad. En promedio un caballo consume 12 libras diarias de balanceado (1.30 dólares) y media carga de forraje (alfalfa) 50 centavos de dólar. Se destina por animal entre 1.50 dólares y 2 dólares diarios.
No todos son jinetes
Sobre los campos de terreno de la Caballería Blindada Galápagos se encuentran los caballos, junto a sus jinetes. Cada uno con un nombre que representa a una gesta histórica, lugares de combate o leyendas militares. Así se caracterizan por nombres como: Dorado, Panupali, Leconti, Baltra...
Juan Orlando Jiménez, mayor especialista en equinotecnia, recuerda que los caballos se convirtieron en una insignia y en una de las armas más poderosas de los ejércitos: “ahora se cuenta con un caballo deportivo especializado en salto, adiestramiento, polo y circuito completo de equitación, y como cada uno de estos deportes tiene características propias, el caballo reúne ciertas capacidades. No cualquiera puede ser jinete”.
Jiménez asegura que para poder montar un caballo y consolidar un binomio, el jinete tiene que gustar de la equitación y tener cariño, entrega y amor al caballo: “no puede ser una obligación”.
En las áreas de equitación de los campos militares también pueden ingresar civiles como jinetes, siempre que su trabajo no sea de lucro y sí de carácter deportivo. Los montos no están establecidos, sin embargo deben ayudar con el mantenimiento del ejemplar tanto en la alimentación como en el aseo.
Despertar de los Ángeles
En un ruedo de menos de 150 metros cuadrados con varios murales de dibujos animados se desarrollan las terapias de los niños que acuden al centro Despertar de los Ángeles. En el lugar un grupo de militares, junto a damas voluntarias esposas de los uniformados, trabajan en el centro de terapia y rehabilitación.
A nivel nacional son 17 los centros donde se presta atención terapéutica a través de equinoterapia. Alfonso Barsola, sargento Primero y administrador del Centro, asegura que a la hipoterapia que se realiza con cuatro caballos mansos acuden cerca de 95 niños. Ellos reciben terapia junto a militares que realizan los ejercicios de rehabilitación. Al mes, cada paciente paga 30 dólares y recibe además hidroterapia, terapia ocupacional y musicoterapia.
Barsola asegura que la modalidad de trabajo y aplicación de terapias responde al grado de discapacidad establecida en el carné que entrega el Consejo Nacional de Discapacidades (Conadis). En su mayoría los niños y jóvenes atendidos tienen Síndrome de Down, retraso mental, muscular y psicomotriz.
Anahí Martínez asiste a terapia con caballos desde septiembre del 2010, tras un diagnóstico de retraso psicomotriz, tres veces a la semana, de la mano de su madre, Jenny Freire. Durante media hora recorre el ruedo a lomo de caballo ayudada por personal militar, entre ellos un terapeuta y dos conscriptos que dirigen el recorrido.
Lleva ocho meses en terapia y su madre asegura que los cambios fueron rápidos y notorios, pues a los 2 años 8 meses no podía sentarse ni se paraba sola y no podía masticar los alimentos. A esta edad los niños sin discapacidad aprenden a caminar y tienen desarrollado parte del lenguaje, pero ahora, con la equinoterapia, puede sentarse, trata de pararse y mastica la mayor parte de los alimentos que ingiere. “Es un gran avance. El neurólogo dice que los caballos tienen la mejor terapia, después de los delfines. Anahí no cogía nada con sus manos. Ahora agarra cosas y ya no come licuado”.
Sobre las terapias con caballos, Jiménez asegura que los militares se prepararon para brindar el servicio especializándose en países como Argentina y Chile: “El caballo es uno de los animales más dóciles para comprender y brindar ayuda terapéutica a los pacientes y a sus familiares”.
En Loja, en el centro “Angelitos de Luz”, se atiende a 67 niños con dificultades, en su mayoría, conductuales, retardos mentales, problemas cerebrales. Son pocas las patologías en las que no interviene la terapia de caballo. Los únicos casos en los cuales no son recomendadas son: los problemas de caderas y epilepsia, puesto que los niños y adolescentes pueden sufrir algún tipo de fractura o convulsión.
Jiménez señala que entre los aspectos científicos comprobados de la terapia consta que la temperatura del caballo va entre los 38 y 38.5 grados. Esta se transmite al cuerpo del paciente, haciendo que vaya a las partes sensoriales: cerebro, cerebelo y bulbo raquídeo.
Jiménez añade que las Fuerzas Armadas no están solo ligadas a la seguridad nacional, sino también a los proyectos sociales que se desarrollan en la mayoría de las cabeceras cantonales del Ecuador donde hay un centro de rehabilitación para niños administrado por militares.
Parte de la Caballería de las Fuerzas Armadas desempeña funciones de protocolo en el Cambio de Guardia Militar que se realiza todos los lunes, a las 11:00, en el Palacio de Carondelet. Cerca de 10 caballos son utilizados por los Granaderos de Tarqui para este fin.