La UE hizo el primer estudio de mortalidad de estos insectos y arroja cifras de hasta el 40%.
Los apicultores del norte de Chile ansían la primavera
Es septiembre y en el país austral se avecina la primavera que se extiende hasta diciembre. Para muchos chilenos es la mejor época del año porque no hay fríos extremos bajo cero y tampoco mucho calor con temperaturas sobre los 30 grados. La primavera es templada, crecen flores y en ocasiones llueve.
Para las abejas es también la mejor estación porque hay más alimento, consumen el néctar y el polen que es básico para el crecimiento de las larvas. Además, suelen reproducirse.
La abeja reina (es la única que puede ser fecundada) sale de su colmena soltando feromonas de acoplamiento. En un vuelo frenético, uno de los zánganos logra el acoplamiento. Durante la cópula, la reina hace que se desprenda el órgano sexual masculino y esa mutilación provoca la muerte del zángano.
Luis Aracena (52), quien vive en la zona los Caimanes, en la provincia del Choapa (IVRegión de Chile), conoce al dedillo esta dinámica porque ha trabajado cuidando abejas desde los 10 años. Él forma parte del Comité Apícola Caimanes que agrupa a varios vecinos que se han dedicado a esta labor.
Espera la llegada de la primavera porque el pasado invierno (junio, julio y agosto) fue complicado y murieron algunas abejas por no tener alimento por la sequía. Luis tuvo que improvisar y para alimentarlas colocó un panel con un litro de agua y un kilo de azúcar para que las abejas se alimenten pues no había flores. “A ese panel le ponemos una malla de protección para que no se ahoguen las abejas mientras se alimentan. Así sobreviven hasta que lleguen las flores. A mí me sorprenden lo fuerte que son para soportar el clima tan seco de esta zona”, comenta Luis.
También es cuidadoso para evitar los parásitos y pesticidas que reducen la población de abejas. Luis y varios vecinos del sector los Caimanes tienen cerca de 200 colmenas. Ellos llevan los paneles con la miel para ser tratada a la planta procesadora que fue financiada por la Fundación Los Pelambres.
“En años buenos se sacaban hasta 50 kilos por colmena. Por poner un ejemplo, si llegaran a sobrevivir 60 colmenas, con las cuales uno puede crecer el triple y hasta 4 veces más”, asegura Jorge Kupfer, quien trabaja en la planta.
Antes, la miel se producía artesanalmente y no se obtenían ganancias. El kilo de miel se comercializaba entre $ 1,60 y $ 2,40, ahora está en $ 11, pues los miembros del comité empacan la miel en paquetes plásticos individuales y los venden a la empresa Sodexo.
Margarita Olivares, presidenta del Comité Apícola Caimanes, considera que el deterioro del medio ambiente ha impactado en la disminución de la flora y eso reduce la producción apícola.
Asegura que antes los habitantes se dedicaban solo a cosechar los panales, pero ahora buscan otros empleos.
Más allá de la producción, a Margarita le entristece la reducción de abejas.A su criterio ellas son más inteligentes de lo que la gente considera. “Las obreras son las más activas, traen el néctar y la reina es la que se alimenta, es la más grande de todas y tiene diferentes colores en el lomo. El zángano solo cuida a la reina. Es toda una novela su convivencia. Es triste pensar que en el mundo van quedando pocas”, dice.