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Leonardo Lee Wong vende sus productos con sabor oriental

Lee se dedica más de 10 horas al día a elaborar los productos que vende a sus clientes, quienes aseguran que poseen un gran sabor.
Lee se dedica más de 10 horas al día a elaborar los productos que vende a sus clientes, quienes aseguran que poseen un gran sabor.
Foto: Gabriela Samaniego Rivas
22 de junio de 2017 - 00:00 - Gabriela Samaniego Rivas, estudiante de la UIDE

El clima de Guayaquil y el movimiento comercial de la urbe  motivaron a Leonardo Lee Wong, de 50 años de edad, a radicarse en el país. Hace 29 años arribó junto a su esposa para iniciar un emprendimiento.

“Mi primer negocio fue el chifa Jumbo, que estuvo ubicado frente al Museo Municipal, pero como existía mucha competencia decidí cerrarlo y montar una dulcería  que oferte productos similares a los que se elaboran en China, mi país”, indica Lee. Así nació la Dulcería China, que está ubicada en  Sucre 506, entre Chimborazo y Boyacá, donde ofrece 12 variedades de panes y dulces elaborados con la receta tradicional.

Entre los productos que exhibe en el mostrador hay desde panes al vapor que rellena con fréjol o coco, y se los conoce como baozi, a $0,70, hasta  cha siu bao, que lleva carne de cerdo y se vende a $0,80. 

Aparte están las galletas de almendras, dulce de piña ($ 0,60)  y el famoso pastel de luna, que se sirve para la Fiesta del Medio Otoño, que se celebra una vez al año.  En el local de Leonardo Lee se lo ofrece tal como se prepara en la receta tradicional.

Los principales compradores son sus paisanos, que conocen la receta.

“Son gente de mi país. Pero también les vendo a los ecuatorianos”.

Actualmente trabaja junto con su esposa y dos personas más.

Los productos los elaboran en el piso superior del local. Siempre hay clientes orientales comprando.

Se los llevan por unidad o en cajas de  seis, ocho o doce unidades

Cada vez más personas se interesan por acercarse a su cultura.

“La gente de Guayaquil nos está empezando a conocer”, indica Lee.

Hasta ahí llegan colegiales de la zona para comprar el esponjoso y tradicional pan blanco al vapor relleno de salsa de fréjol o de cerdo.

Sin duda,  la dulcería se ha convertido en una ‘hueca’ más del barrio para jóvenes y adultos.

Roberto Santillán, de 47 años de edad, es uno de sus clientes.

Dice que los dulces son de calidad y que en su casa sus hijos los consumen.  “Tienen un sabor especial que agrada. (I) 

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