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Ecuador, 17 de Enero de 2025
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El Telégrafo
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Las religiones no pierden vigencia y se diversifican


13-05-13-SOCIEDAD-religiones2Si algunos especialistas afirman que las religiones están en decadencia como instituciones, la creencia nunca desapareció y continúa presente a nivel mundial, se adapta a la evolución de la sociedad y cumple un rol en distintos ámbitos.

Es que “el hombre, por naturaleza, necesita transcendencia y esperanza”, explica el historiador Jean-Dominique Durand. Incluso, los sociólogos de la religión refutan la idea de una oposición radical entre religión y modernidad.

En 2010, en el mundo, ocho de cada diez personas se identificaban con un grupo religioso, de acuerdo con un estudio del proyecto “Pew Forum on Religion and Public Life (Foro sobre religión y vida pública)” de un think tank americano. Y se estima que alrededor del 84% de la población mundial se identifica como miembro de una de las cinco religiones más reconocidas.

Los cristianos ya constituyen el grupo más numeroso: sus creyentes representarían al 32% de la población mundial. De ellos, la mitad profesa el catolicismo.

Los cristianos están presentes en todo el mundo, principalmente en Europa, donde se asienta el 26% de los creyentes; en América Latina y el Caribe vive el 24%; y en África subsahariana el 24%. El cristianismo, en esta región, progresa en beneficio del protestantismo evangélico y del catolicismo.

Siguen en la lista los musulmanes y los hindúes y, en menor número, los budistas y los judíos. Por añadidura, más de 400 millones de personas practican varias religiones populares o tradicionales. Alrededor de 58 millones de individuos pertenecen a otras religiones tales como el bahaísmo, el taoísmo o el zoroastrismo.

El estudio también toma en cuenta a las 1.100 millones de personas que no tienen afiliación a un grupo religioso, cifra nada despreciable puesto que es el tercer grupo más numeroso en el mundo.
Por lo tanto, no es representativo del ateísmo, ya que encuestas del mismo proyecto demuestran que muchos de los no-afiliados tienen algunas creencias religiosas o espirituales, pero que no se identifican con una fe en particular.

La intensidad de las creencias varía según los continentes y los países que les componen. El instituto de sondeo CSA mostró que en Francia los practicantes regulares representan el 12% de los católicos, cifra en baja continua.

Paralelamente, en Latinoamérica, el catolicismo sigue siendo el centro de la vida política y social y es bastante visible en lo cotidiano. Pero pierde terreno frente al ascenso de los movimientos evangélicos.
Esa corriente, junto con la de los pentecostalistas, tiene éxito, en parte, gracias a una defensa de valores como la igualdad entre hombres y mujeres.

En Ecuador, cerca de 13 millones de personas se declararon cristianos, 800.000 no-afiliados y 40.000 practicantes de otras religiones.

La tendencia actual gira alrededor de los “nuevos movimientos religiosos”, cuyo incremento empezó a finales de los años 60 del siglo pasado. Esas nuevas creencias en Asia, África, América y Europa serían el resultado de la individualización de la sociedad, de un ambiente de la libertad religiosa y de una oferta espiritual que cada día toma un carácter internacional. “La forma es paradójica porque se trata de seguir una enseñanza y a la vez de sentirse libre de interesarse en otras cosas, lo que los sociólogos llaman ‘el supermercado del religioso’”, aclara el historiador Jean-Pierre Chantin.

En efecto, esos movimientos introducen novedades de organización o doctrina que son resultantes de una tradición de origen: todas las religiones tienen puntos comunes. Nobutaka Inoue, antes presidente de la Asociación Japonesa para los Estudios Religiosos, calificó de “neosincretismo” a esta amalgama intencional de varias doctrinas y prácticas, sin necesidad de contacto real con las tradiciones de las cuales provienen. De tal manera, cada individuo trata de construir su propia concepción de un Dios, su percepción del más allá.

Frente a la importancia que preservan las religiones y a su probable proliferación a lo largo del siglo XXI, ¿debemos inquietarnos de posibles consecuencias nefastas?

Desde el siglo XX, las iglesias más bien preconizan paz y tolerancia. Sin embargo, para Claude Prudhomme, maestro de Historia Contemporánea, existe un “riesgo de competición a causa de la ausencia actual de territorio reservado. Las religiones tienen la obligación de aprender a vivir en situación de pluralismo y de cohabitación”.

El historiador Jean-Dominique Durand, en cambio, insiste en “la afirmación de las identidades religiosas, de los fundamentalismos e integrismos”. Por ejemplo, señala que “existen tendencias identitarias que se pueden observar en el catolicismo (rechazo del concilio del Vaticano II) y en la ortodoxia (como en Rusia). También hay el fundamentalismo protestante que es peligroso y el integrismo musulmán, un islamismo cada vez más fuerte en los mundos musulmanes... Unas cosas por preocuparse en la medida en que este islamismo es acarreador de violencias, terrorismo, desprecio de la mujer, y de rechazo de los derechos humanos”.

El problema radica en la confusión entre mensaje religioso e ideología política o reivindicación identitaria, fenómeno que ha provocado fuertes enfrentamientos. Los conflictos recientes que afectan a Nigeria tienen en telón de fondo oposiciones religiosas entre el norte, mayoritariamente musulmana, y el sur, donde hay presencia cristiana.

La influencia de las religiones en lo político -y viceversa- depende de la naturaleza del régimen al que concierne: desde un Estado teocrático como en Irán, hasta la laicidad en una sociedad muy religiosa como los Estados Unidos, pasando por la laicidad en Francia que distingue el poder político de las organizaciones religiosas. Precisamente por ello, el secularismo, que crece en la ideología, trata de redefinir las fronteras de la religión.

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