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Las ONG y sus nuevos desafíos

Las ONG y sus nuevos desafíos
26 de enero de 2015 - 00:00

Las organizaciones no gubernamentales (ONG) tuvieron su boom de desarrollo en la década del 80, en pleno auge de la doctrina Reagan y del liberalismo y neoliberalismo. Nacieron y crecieron ante la falta de presencia y la debilidad de un Estado que había cedido su poder de control al mercado. Muchas ONG fueron la respuesta de la sociedad civil a la solución de los problemas sociales y ambientales especialmente en zonas apartadas y con sectores más pobres de la sociedad a los que el estado neoliberal los mantenía en la exclusión y la ignorancia.

Fueron además intermediarias con la sociedad civil, no solo frente al Estado, sino también frente a la cooperación internacional. Las ONG se convirtieron en canalizadoras de recursos para proyectos con comunidades locales o para promover la investigación que nunca fue una prioridad del Estado. Muchas ONG han tenido grandes logros sociales, ambientales y económicos, se han vinculado a las luchas sociales y han contribuido a tener sociedades más organizadas y más sostenibles. En el caso del medio ambiente, durante años, antes de que existiera un Ministerio, Fundación Natura fue, con sus errores y aciertos, “EL” referente ambiental no solo del país sino del continente.

Pero no todas las ONG tuvieron siempre buenas intenciones. Muchas impusieron agendas que no estaban alineadas con las prioridades nacionales o fueron consciente o inconscientemente, herramientas de penetración ideológica y política.

Con el “regreso del Estado” promovido por los gobiernos de izquierda de la región, se recuperó la capacidad de planificación dejada de lado por el neoliberalismo; se logró una mayor presencia institucional en la mayor parte del territorio y una relación más directa, es decir sin intermediarios, con los sectores sociales.

Adicionalmente en Ecuador, el gobierno de Rafael Correa les quitó tres cosas a las ONG: primero el discurso, pues no ha habido un gobierno más “verde” en la historia del país, al menos en los conceptos; les quitó gente, pues muchas personas, formadas por las ONG pasaron a engrosar las filas de la función pública y, por último en algunos casos, les quitó recursos, entre otras cosas, precisamente siguiendo la lógica de la innecesaria intermediación.

Las ONG siguen siendo importantes para el desarrollo del país y la profundización del cambio, siempre y cuando aprendan a vivir los nuevos aires que se respiran. En primer lugar deben apostar por alinear sus agendas con las necesidades del país. El Plan Nacional para el Buen Vivir es la guía para ello. En segundo lugar, con las nuevas competencias de los gobiernos autónomos descentralizados, por ejemplo, en temas ambientales tienen una oportunidad para fortalecer a aquellos GAD que no cuentan con las capacidades para asumirlas.

Las ONG pueden brindar asesoría y capacitación al Gobierno Central en diversos temas y el Gobierno puede aprovechar las redes nacionales e internacionales de las ONG para intercambiar experiencias y prácticas. Por último, las ONG pueden ser el vínculo para que los diálogos entre el Gobierno y sociedad civil se fortalezcan. Para ello el Estado debe abrir las puertas y generar las condiciones, pues si un déficit tiene este Gobierno es su capacidad de encontrar los canales apropiados para dialogar con las ONG.

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