Punto de vista
Las Naciones Unidas y la Niñez: Invirtiendo en la siguiente generación
Los beneficios de invertir en las niñas, los niños y los adolescentes van mucho más allá de los beneficios individuales o responsabilidades morales. Se puede construir un mundo mejor solo si nuestros hijos e hijas tienen el mejor comienzo posible en la vida, con atención de calidad de salud, nutrición y educación, agua segura y saneamiento, protección contra todas las formas de violencia, abuso, explotación y negligencia… y un nivel de vida digno.
Cuando se invierte en salud, nutrición, protección y supervivencia infantil se hace algo más que salvar una vida. Mejorando la supervivencia infantil la esperanza de vida crece. Y una mejora de un año en la esperanza de vida de una población se asocia con un aumento de cuatro por ciento (4%) de la producción económica nacional.
La educación mejora la productividad y la producción. Cuando se invierte en la educación de un niño o una niña se pone en marcha un camino hacia la prosperidad, el empoderamiento y la inclusión no solo para el niño o una niña individualmente, sino también para las sociedades y las economías. Cada año de escolaridad de la fuerza laboral de un país se traduce en un aumento del 10 por ciento (10%) en ingresos potenciales a las familias y entre el 3 y el 6% del nivel de la producción per cápita de las naciones. Y aumenta la capacidad de un país para desarrollar nuevas tecnologías.
¿Y qué pasa con la inversión en la protección de la niñez y la adolescencia? Con demasiada frecuencia el abuso se produce en las sombras, sin ser detectado, ni declarado y, peor aún, se llega a aceptar. A través de la campaña global de UNICEF para combatir la violencia contra la infancia, la organización se une a un creciente movimiento mundial de arrojar luz sobre esta cuestión para "hacer visible lo invisible."
Cuando se invierte en la protección de la infancia y la adolescencia se hace algo más que proteger de la violencia, la explotación y el abuso. Más allá del daño psicológico y fisiológico de la persona -más allá de los costos sociales- el abuso infantil también tiene el potencial de afectar profundamente la productividad, el bienestar y la prosperidad.
Un estudio reciente en un país del Pacífico ha demostrado que el impacto de toda la vida de abuso de menores asciende a alrededor de siete por ciento del PIB anual en ese país. El estudio también mostró que la inversión en la prevención del abuso infantil cuesta menos de un tercio de las pérdidas financieras asociadas con el abuso de menores cada año.
Y lo más importante, cuando invertimos en el futuro de la niñez, invertimos en un mundo más esperanzador, amoroso y pacífico para toda la sociedad en su conjunto. Un niño o niña que ha conocido la salud y el amor en su propia vida estará más dispuesto - y con más poder - para transmitir esperanza a sus propios hijos e hijas, para que ellos también puedan continuar en la tarea de la construcción de un nuevo mundo común.
La esperanza de un mundo mejor es universal. Y si la esperanza es universal también lo es la responsabilidad de hacer que la esperanza sea real -para cada niña y cada niño, cada familia y cada país.