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Las mujeres son el puntal de la reconstrucción tras terremoto
Marlene Basurto, oriunda de Calceta (Manabí), aún recuerda los instantes posteriores al terremoto registrado el 16 de abril del año pasado. Ella perdió los bienes materiales, pero su familia estaba con vida y eso le dio la fortaleza para reponerse e impulsar a otras mujeres a luchar juntas.
Con su máquina de coser, algo averiada por el remezón, se las ingenió para arreglar las prendas de vestir que llegaban al refugio. De esa manera las madres, las niñas y los adolescentes que correteaban debajo de las carpas se sentirían bien con los obsequios.
“Comencé a conversar con otras mujeres y aunque nunca supe decir palabras de motivación, intenté levantar su autoestima porque lo que vivíamos era distinto y había que superarlo sí o sí”, cuenta Marlene, quien aprovechó esos instantes para enseñarles costura.
Los diálogos permanentes con las 60 mujeres que conoció en el albergue del cantón Bolívar (Calceta) pronto dieron resultado, porque en su mayoría aceptaron la capacitación y ayuda de ONU Mujeres para trasmitirles la importancia que ellas tienen.
“Con todo lo que vivimos sentíamos que ya no podíamos más, pero gracias a los consejos y dinámicas que recibimos de la psicóloga nos dimos cuenta de que debíamos seguir adelante por nuestros hijos, por nuestros esposos y para que la familia continúe unida”.
Los ingresos económicos de Basurto provienen de las artesanías elaboradas con materiales que las personas desechan. “Yo siempre me guío por el principio de que todo es posible reciclar. Estos aretes que tengo -se los toma con las manos- son elaborados con las pequeñas matas de cacao que caen y que normalmente son desechadas”.
El emprendimiento
Gracias a esa valentía y decisión logró que su albergue sea el primero en cerrarse. El 30 de junio de 2016 Marlene y 30 mujeres del refugio (de las 60) se unieron para emprender una microempresa para confeccionar pijamas.
De ese proyecto también es parte Victoria Remaza, quien aprendió a utilizar la máquina de coser y hoy es parte del proyecto de confección, a mayor escala, de ropa de dormir.
El colectivo quiere establecer una asociación, pero aún les falta recursos económicos para poder constituirse legalmente.
La primera prueba la tuvieron en el centro de acogida donde elaboraron pijamas y todos quedaron satisfechos por la calidad del trabajo.
Ellas fueron parte del taller “Herramientas para mejorar mi desarrollo personal y mi negocio”, dictado por la organización femenina, para la reactivación integral de las familias afectadas por el terremoto.
Precisamente esta organización destacó la tarea cumplida por ellas tras el sismo, sobre todo porque se convirtieron en pilares en cada uno de sus hogares.
“Las crisis ofrecen la oportunidad para revisar la manera en la que se aborda la igualdad”, indicó Bibiana Aído, representante española de ONU Mujeres en el taller ‘Mujerespuestas y reconstrucción’, que se cumplió en Quito.
Otra realidad
En el mismo espacio de reflexión, las académicas Cristina Vega y Miriam Paredes presentaron los resultados preliminares de la investigación desarrollada en Coaque, a 20 minutos de Pedernales (Manabí).
En este sitio residen 600 familias y 3.000 habitantes, cuyo 45% apenas si terminó la primaria.
“La mayoría del pueblo vive en unión libre y el 10% de las parejas, a los 15 años de edad, ya tuvo su primer hijo”, contó Miriam.
La investigadora agrega que el terremoto, de alguna manera, visibilizó los pueblos y sus necesidades, pues antes muchas personas nunca los visitaron, ni conocieron sus realidades. El 90% de los residentes está relacionado laboralmente con la Empacadora del Pacífico y solo el 10% se dedica a la pesca artesanal.
Según ella, la empresa afilia al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social a los empleados que llevan algunos años laborando, pero lo hace por montos, lo que equivale a media jornada laboral.
“El pago depende de la cantidad de producto descabezado, empacado, en general es a destajo (se cobra por el trabajo desarrollado y no por el tiempo empleado)”.
De acuerdo con las investigadoras, luego de la tragedia algunos de los empleados dejaron de laborar en la empacadora y optaron por desarrollar otras actividades. El objetivo de estos trabajadores fue estar más cerca de sus hijos, ya que en muchos casos no cuentan con familia numerosas que les ayude en el cuidado de los menores de edad”, adelanta Cristina Vega. (I)
ONU Mujeres y el Secap brindaron una capacitación a las féminas en albañilería; 12 participaron en las tareas de reconstrucción en Manabí.
Las primeras mujeres que se certificaron y empezaron a laborar en esta área fueron del albergue Los Esteros 1 y trabajaron en la reconstrucción del Centro de Rehabilitación Social ‘El Rodeo’ de Portoviejo.
Mientras reúnen los recursos económicos para financiar el proyecto, las mujeres de Calceta no dejan de trabajar y de impulsar el proyecto con reuniones permanentes en casa de Marlene Basurto.
El 37,16% de la población en Pedernales se dedicará a tareas de agricultura y ganadería. En el sector de la Playita de Coaque hay habitantes que trabajan en la elaboración de muebles de bambú, la actual fuente de ingresos. (I).
Datos
ONU Mujeres y el Secap brindaron una capacitación a las féminas en albañilería; 12 participaron en las tareas de reconstrucción en Manabí.
Las primeras mujeres que se certificaron y empezaron a laborar en esta área fueron del albergue Los Esteros 1 y trabajaron en la reconstrucción del Centro de Rehabilitación Social ‘El Rodeo’ de Portoviejo.
Mientras reúnen los recursos económicos para financiar el proyecto, las mujeres de Calceta no dejan de trabajar y de impulsar el proyecto con reuniones permanentes en casa de Marlene Basurto.
El 37,16% de la población en Pedernales se dedicará a tareas de agricultura y ganadería. En el sector de la Playita de Coaque hay habitantes que trabajan en la elaboración de muebles de bambú, la actual fuente de ingresos. (I).