Tiene las manos pálidas y manchas rojas en la piel similar a una dermatitis severa. Hace unos días tuvo otros síntomas como diarrea y fiebre. Prefiere llamarse Santiago y es enfermo de VIH. Dice que la gente “solo se acuerda de los enfermos con sida cuando es el día mundial de la enfermedad”. No quiere fotografías y antes de marcharse agrega: “las personas no creen que les podría pasar. A  veces ni saben que están enfermas, lo mejor es hacerse una prueba”.

Santiago dice que tiene más de 24 años. Él es uno de los más de dos millones de jóvenes que viven con VIH, según el informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS).  La entidad, a propósito de recordar el día mundial de esta enfermedad, muestra otras revelaciones: 107.000 jóvenes entre 10 y 19 años fallecieron  en 2012 por causas vinculadas al VIH. Aumentó  el 50% con respecto a  2005.

Si bien el sida ha disminuido su mortalidad entre adultos, la séptima parte de las nuevas infecciones se produce en adolescentes (10-19 años) y jóvenes (20-25 años). “Los chicos y chicas que mantienen relaciones sexuales sin protección, los que se inyectan drogas y las víctimas de explotación sexual son los colectivos con mayor riesgo”, indica el comunicado de la OMS.

En el Hospital de Infectología de Guayaquil son atendidos mensualmente 4.500 pacientes con VIH. El director de la casa de salud, Eduardo Sandoval Villamar, indica que el número de adolescentes infectado se ha incrementado  por el despertar sexual en los primeros años de la población joven.   

El 70% de los infectados  es de  15 a 35 años, en Guayas. Datos del Ministerio de Salud Pública muestran que es la provincia donde hay más pacientes con VIH. En Guayaquil existe  el 80%, le sigue Durán, Milagro y Playas.

En este año, de enero a septiembre se contabilizaron 266 madres portadoras del virus. El 5% de estas nuevas madres es de  adolescentes.

Como parte del programa nacional de VIH se plantean el análisis de mujeres embarazadas. A partir de las 14 semanas se inicia la terapia antiviral. Esto se realiza con la finalidad de   que los menores no sean  portadores del virus.

Prevención, la clave

Mensualmente, la Fundación VIHDA en Guayaquil realiza de 130 a 160 pruebas gratuitas de presunción del virus. La edad promedio de los solicitantes es de 25  a 30 años, según Silvia Rivera, directora administrativa de la organización.

“A medida que hemos avanzado con las pruebas, notamos que muchos jóvenes vienen con síntomas y ya se han hecho un test antes”, dice Rivera.

La directora agrega que la recomendación es precisamente aplicarse una prueba rápida,  que “es la mejor herramienta de prevención”.

Con el resultado la fundación deriva a los jóvenes a una consejería. El especialista los ayuda a sobrellevar la enfermedad y al lugar que  deben asistir  para obtener un diagnóstico final. Si no están  afiliados  al Seguro Social son  enviados a los hospitales del Ministerio de Salud en los que  se ejecuta el programa nacional de sida.

En el país hay 22 unidades integrales del MSP, en las que se entregan antirretrovirales, se realizan pruebas gratuitas de laboratorio. Además, se fortalece la consejería a los  infectados.

La directora de VIHDA indica que la prevención se efectúa en los colegios como una actividad extracurricular y se basa en crear agentes multiplicadores para que enseñen a los otros estudiantes cómo deben  protegerse del virus. “El ABC de la prevención es abstinencia, fidelidad y el uso correcto del condón, las tres en igual importancia”,  expresa Rivera.

Javier Ponce, de 17 años y estudiante del Técnico Simón Bolívar de Guayaquil, reconoce que la mejor manera de prevenir la enfermedad es usando preservativos.

Pero esto lo aprendió entre amigos, “son pocas las charlas que nos han dado. Para los docentes hablar de sexo es algo malo”, expresa.

La doctora Kathiuska Jiménez, epidemióloga del Hospital de Infectología, explica que mediante obras de teatro y vinculaciones con la comunidad el centro pretende alertar a los jóvenes sobre los riesgos de contraer el virus del sida.

Corrobora las cifras del aumento de caso en adolescentes y  agrega: “Vienen jóvenes de 14 a 15 años en un estado díficil, con desnutrición o tuberculosis porque han dejado pasar mucho tiempo luego de descubrir la enfermedad”.