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La organización medio ambiente sustentable planea una actividad para concienciar sobre el cuidado de este hábitat
Las industrias de camarón afectan la siembra y desarrollo del mangle
Tan solo 3 minutos le tomó a Carlos Orrala sembrar un propágulo (tallo o hijo del mangle) con forma de esfero en la orilla del estero Salado, en la cooperativa Miami Beach del Guasmo, en Guayaquil. Mientras lo hacía, un cangrejo se escondía en el lodo. El menor participó junto con su amigo Marcos, policías y voluntarios en la siembra de más de 10 plantas de mangle, organizada por Medio Ambiente Sustentable. “Lo más interesante es que las semillas están ahí, no las tienes que comprar, solo se necesita la voluntad de proteger el mangle, sobre todo desde los niños”, dice el ambientalista Xavier Salgado.
“Con este tipo de actividades buscamos que la comunidad también participe y sea un actor más para preservar los manglares”. Carlos, de 14 años, recuerda que hace unas semanas un grupo de personas llegó al lugar a tirar basura y hasta un perro muerto. La transformación de este ecosistema en basureros se evidencia en las ramas de los mangles, desde donde salen desperdicios como fundas de plástico.
Multa por talar mangle es $ 89 mil
En Ecuador, según datos proporcionado por Líder Góngora, director de la Corporación Coordinadora Nacional para la Defensa del Ecosistema Manglar, hasta 2013 se registraron 89 mil hectáreas de mangle. Él cita parte del plan del Buen Vivir de Senplades.
En 2004 el Centro de Levantamientos Integrados de Recursos Naturales por Sensores Remotos (Clirsen) contabilizó 108 mil hectáreas; es decir, 70% había sido talado, de las 362 mil que se contaban en 1987. A pesar de que existe una multa de $ 89 mil por deforestar una hectárea de mangle, su principal amenaza sigue siendo la industria camaronera, asegura Líder Góngora, de la asociación de defensa ambiental. Tanto la FAO como la ONU (Naciones Unidas) han asegurado que este es el primer factor de reducción del hábitat.
Góngora cuenta que desde 1991 se empezó la reforestación y repoblamiento de conchas de forma comunitaria, con lo que han logrado la siembra de mangle en 5.000 hectáreas de zonas de Esmeraldas, El Oro, Manabí, Santa Elena y Guayas.
En algunos puntos de la Costa, la reducción del manglar es cada vez más evidente. En Manabí ya casi no sobrevive. En San Jacinto había 2.500 hectáreas y hoy sobreviven 50 hectáreas. En el estuario del río Muisne, de un manglar de 20 mil hectáreas ahora solo quedan 5 mil hectáreas.
Para que la reforestación sea óptima -dice Góngora-, de forma ancestral y técnica se empieza con la recolección de la semilla (propágulo), luego es llevada a un vivero en el que se la monitorea por 15 días, y cuando empiezan a salir las primeras ramitas, ya está óptima para garantizar la siembra.
Para sembrar una hectárea se necesita de al menos 10 personas adiestradas. Y cada 3 meses se hace un monitoreo. “Esta actividad en cooperativa Miami Beach nos favorece mucho, sobre todo que los niños se sumen a esto. Hay que tener en cuenta que el mantenimiento es constante”, agrega.
Nancy Hilgert, miembro de Estero Salado Waterkeeper, asegura que internacionalmente se conoce que el manglar es como la cuna de las especies marinas como los peces, crustáceos o moluscos.
Estos ejemplares sirven de alimento a los humanos. Además en el mangle los cangrejos tienen a sus crías. Es decir, sin este ecosistema se perdería toda una cadena alimenticia ecológica y económica. “Los que comen camarones, cangrejos y conchas silvestres muchas veces no conocen el trabajo y sufrimiento que ha requerido cosecharlos”.
¿Qué proporciona el manglar?
Más allá de los mariscos que son apetecidos para el consumo, este ecosistema es un protector para el medio ambiente. Precisamente, en 2014 en un encuentro científico en Cancún, México, se determinó que el árbol del mangle retiene 5 veces más dióxido de carbono que cualquier árbol de otra especie, y lo transforma en oxígeno. Ha sido catalogado como el ecosistema más productivo del mundo.
Hilgert indica que el mangle es un absorbente de sedimentos. Protege las orillas de crecidas del mar o de los estuarios, y absorbe la salinidad como barrera física, evitando que llegue a las tierras agrícolas el viento marino. “Cuando se cortaron los manglares para construir camaroneras, se cortó la absorción de sedimentos en ríos y estuarios, ahora hay que contratar dragas por millones de dólares”.
También es un limpiador del agua. Explica que en comunidades costeras donde no llega el agua potable, el agua llega al manglar interior donde se filtra varias veces. “Las comunidades usan esa agua que se filtra por entre sus raíces. La recogen y almacenan en reservorios. Es la que utilizan para preparar sus alimentos, asearse, beber”.
Además, Góngora asegura que es una fuente de empleo. Según datos del INEC (Instituto Nacional de Estadística y Censos), alrededor de 1’038.000 personas dependen del ecosistema del manglar, a través de la pesca, recolecciones, aprovechamiento de la madera.
En Ecuador hay 41 unidades de manglar protegidas, entre las que constan: Refugio de Vida Silvestre Manglares El Morro; Muisne – Cojimíes; Área Nacional de Recreación Isla Santay; Estuario del Río Esmeraldas; Reserva de Producción Faunística Manglares El Salado y el Refugio de Vida Silvestre islas Corazón y Fragatas. (I)