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Las clases son un paliativo para Melanie y Natanahel

Natanahel, de 11 años, y Melanie, de 9, aprendieron sobre la historia del Escudo de Ecuador.
Natanahel, de 11 años, y Melanie, de 9, aprendieron sobre la historia del Escudo de Ecuador.
Foto: Miguel Castro / El Telégrafo
09 de noviembre de 2017 - 00:00 - Redaccion Sociedad

Natanahel Cervantes  y Melanie Desiderio tienen conectado un suero: él en la mano derecha y ella en la izquierda.  La fina y traslúcida manguera se mueve mientras colorean el Escudo del Ecuador (por el Día del Pabellón Nacional). 

Hay lápices y crayones regados en la mesa que comparten los menores para cumplir con la tarea.

Melanie, de 9 años, es la  primera en terminar de pintar el dibujo. Lee una breve reseña del símbolo patrio y luego desarrolla un cuestionario.

En cambio, Natanahel, de 11 años, quien está ataviado de una bata blanca,  tarda en responderlas, pero demuestra su agilidad con las operaciones matemáticas. Él, en la pizarra, resuelve en pocos segundos la suma: 47.423 + 113.202.

Los menores fueron operados de emergencia por una apendicitis. Ellos, actualmente, permanecen en el nuevo Hospital de Los Ceibos, en Guayaquil.

En esta casa de salud funcionan, hace 2 meses, las aulas para los chicos que están internados. Hay 4 espacios, de los cuales uno está disponible de lunes a viernes.  A los asistentes se los puede ver desde fuera del salón, a través de un vidrio.

Carlos Egüez, responsable del  servicio de hospitalización de pediatría y de  las aulas hospitalarias, explicó que hasta el presente año han atendido a 160 niños, mediante el acuerdo que mantiene el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) con el Ministerio de Educación (MinEduc).

“El objetivo del programa es tratar de mantener una continuidad en la parte educativa a través del docente que delega el MinEduc”.

A partir de las 10:00, después de recibir la medicación, empiezan las clases. Previamente, el profesor pide a los padres llenar una ficha de asistencia, que será validada luego en las instituciones donde regularmente estudian sus hijos.

Al salón acuden los menores que fueron internados por neumonías, gastroenteritis, cirugía general por apendicitis, vesícula, peritonitis,  descenso testicular, dolencias traumatológicas y niños enyesados.

Los que no pueden movilizarse (por neumonía o traumatología)  reciben clases en sus mismas camas, para que no se retrase su preparación académica.

Ellos, durante 2 horas, aprenden matemáticas, ciencias naturales, sociales y lenguaje.

La explicación que imparte el maestro es reforzada con ejercicios y al final una prueba como indicativo de que se asimilaron los contenidos.

El profesor que labora en ese sanatorio, antes de preparar las clases que dictará, pregunta a los pacientes cómo están con los cálculos.

Natanahel y Melanie aprendieron sobre la historia y la importancia del Escudo, pero también juegan con el jenga (que tiene tallado el abecedario), con cubos y pintan dibujos que permanecen colgados en una de las paredes blancas del salón, donde comparten espacio junto con mapas y afiches didácticos.

Sus padres, en las pausas, los ayudan a armar y comparten el instante ameno. De igual manera, confeccionan trabajos manuales.

El profesor recuerda el caso de una menor con síndrome de Down, que se destacó en la elaboración de pulseras.

Para Egüez, este tipo de actividades ayudan a la recuperación del niño. “La parte recreativa y educativa impacta en lo emocional y en el estado de salud del paciente”.

Sueños de niños

Ángela Lozano, madre de Natanahel, reconoce que desde que su hijo ingresó al programa pasa mejor su estadía y está muy tranquilo.

“Estaba decaído, no quería ni levantarse. Desde que se enteró que un profesor le daría clases se puso contento. Ayudaron bastante las actividades que le asignan. Cuando no puede venir, lo veo triste. Para él es como su mejor medicamento”.

La progenitora se trasladó desde el cantón Yaguachi (Guayas), donde reside.

En ese sentido, Carlos Desiderio, padre de Melanie, cuenta que su hija dejó de preguntar por su diagnóstico y cuándo saldrá definitivamente del citado sanatorio.

“Ahora ella me dice: ‘¿Cuándo viene el profesor?’’ La veo más animada y más sonriente, porque interactúa con otros niños que reciben las clases. Creo que esto fortalece su sistema inmunológico”.

Melanie, por el trato que recibe de las enfermeras, expresa que cuando vaya a la universidad estudiará esa carrera.

Mientras que Natanahel asegura que él será futbolista. “Quiero ser como Messi”. 

Recientemente, Natanahel no pudo participar en las olimpiadas de fútbol de su escuela, donde  juega como delantero. Los fuertes dolores que le produjo la apendicitis lo alejaron del deporte.

Él, inicialmente, fue ingresado a un centro cercano a su casa -luego de ser referido para Milagro- y, al final- al Hospital de Los Ceibos, por la necesidad de que lo asista un médico cirujano.

Pronto, el pequeño volverá a la escuela Antonio José de Sucre, de Yaguachi, y Melanie a la unidad educativa fiscomisional Santa María Eufrasia, en la Isla Trinitaria. (I)

Datos

El programa también brinda la asistencia académica en los hospitales Carlos Andrade Marín (Quito), en el José Carrasco Arteaga (Cuenca) y en el General del IESS (Machala).

El Hospital de Los Ceibos cuenta con una docente itinerante que imparte las clases a los alumnos desde primer grado y hasta tercero de bachillerato.

En 2006, el Ministerio de Educación implementó el plan. Entre enero de 2016 y junio de 2017 se contabilizaron 12.945  beneficiarios de este proyecto.

Para este año lectivo se prevé contar con 50 salones en los nosocomios para atender a 69.320 pacientes.

45 centros médicos del país son parte del programa: hospitales de segundo y tercer nivel de la Red de Salud Pública (MSP, IESS, Isspol, Issfa) y los de la red complementaria (privados). (I)

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