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Las bebidas artesanales se producen sin metanol
La caña de azúcar constituye la materia prima de la mayoría de licores artesanales que se elaboran en el país: El Pájaro Azul, de la provincia de Bolívar; las ‘puntas’ de San José de Minas, en Pichincha; y la Caña Manabita, en Manabí.
El artesano Rodolfo P., fabricante de las ‘puntas’, se sorprende de que este licor provoque tanto daño en el ser humano. “Todo lo que producimos es natural y no tiene químicos que lleven a la muerte de la gente”.
Él reside en la parroquia Minas, a 80 km de la capital, donde la variación climática permite producir la caña y licor casero.
El proceso se inicia con el producto cosechado y una vez limpio va al trapiche para obtener el jugo. “Años atrás se lo hacía en una máquina movida por bueyes. Hoy todo es mecánico, como se puede ver donde venden jugos de caña”.
Este líquido, conocido como ‘guarapo’, pasa por un proceso de fermentación de 48 horas para que pierda completamente el azúcar y, luego, va a la etapa de destilación en el alambique, en la que es sometido al proceso de evaporación para obtener el etanol.
Los vapores que se producen son transportados por un brazo o refrigerante y, posteriormente, recolectado en un recipiente.
El primer alcohol que se obtiene supera los 80° y es sometido a un nuevo proceso de destilado para que la concentración sea menor (55° y 60°). “Así se lo vende a los comerciantes y a clientes particulares. Ellos son los que pueden agregar algo más al alcohol”.
En el caso de la fabricación de El Pájaro Azul al proceso de destilado le agregan especias: anís estrellado, flor de chirimoya, de naranja, de lima y una pata de res. “Eso le da un sabor diferente” que para muchos es agradable, pero tampoco constituye algo que causa la muerte”, expresó el artesano Danilo F., oriundo de Guaranda.
El problema
Según la química farmacéutica Yolanda Zapata, la obtención artesanal del etanol no es el inconveniente, sino la falta de control a los intermediarios que lo comercializan. “Para lograr mayores ganancias o por ignorancia lo mezclan con metanol, que se usa como anticongelantes en vehículos, combustible de estufas, resinas, es decir, uso industrial y de ahí su toxicidad en el organismo”.
La especialista recalcó que el metanol se lo compra, porque su proceso es totalmente industrial.
Las normas INEN, promulgadas por el Servicio Ecuatoriano de Normalización, regulan los componentes y cantidades que debe tener cada tipo de licor.
Bajo esta normativa se entregan los permisos sanitarios que garantizan que el contenido de dichas bebidas sea totalmente apto para el consumo humano.
En las etiquetas se exhibe el grado alcohólico que cada tipo de licor tiene y también la advertencia de lo nocivo que es y la sugerencia de un limitado consumo.
Este diario constató que en los supermercados se encuentran los licores artesanales (Caña Manabita y El Pájaro Azul) que están compuestos por aguardiente de caña rectificado y alcohol extra neutro producido por la misma industria fabricante y con registro sanitario. (I)