La solidaridad, una receta para la felicidad

En el mundo actual, en el que cada vez priman más aspectos como las apariencias, la competencia y el consumismo, pocas veces las personas nos detenemos a pensar en lo que somos, lo que tenemos, nuestras vivencias o experiencias y en la vida que nos rodea.

Por el contrario, tenemos la tendencia a centrar gran parte de nuestros pensamientos en lo que no tenemos, sin reconocer y apreciar lo que está a nuestro alrededor.

Si cambiáramos de enfoque y comenzáramos a orientarnos en valorar lo que somos y lo que tenemos, seguramente valoraríamos nuestra vida tal y como es; y probablemente tendríamos emociones de satisfacción y gratitud.

Incluso podríamos pensar que tenemos algo que tal vez alguien no tiene y a lo mejor lo puede necesitar, aflorando de esta forma sentimientos de empatía y solidaridad, que harán que nos conectemos con otras personas y nos sintamos más humanos, saludables y felices.

Este cambio de enfoque de la manera de ver la vida es precisamente el que puede llevar a las personas a preocuparse más por los demás, a sentirse más útiles, a ser solidarias y, consecuentemente, a mejorar su vitalidad y elevar sus niveles de felicidad, según lo han demostrado algunas investigaciones realizadas en relación con este tema.

Esta simple receta, orientada a ser solidario con el resto de personas, como consecuencia de valorar y agradecer lo que se tiene, resulta de sencilla aplicación y puede generar mejores y perdurables resultados si en este proceso se considera que la solidaridad es un sentimiento que puede ser expresado en cualquier momento y a cualquier persona; así que es importante ser solidario todo el tiempo sin importar con quién.

Es decir, para elevar el nivel de felicidad en forma constante, se debe procurar convertir momentos puntuales de solidaridad, como aquellos que afloran en ciertas épocas del año, como la Navidad, en permanentes, pues la gente que necesita un soporte lo necesita todo el tiempo.

Además, vale la pena indicar que ni siquiera hay que preocuparse demasiado por encontrar gente que necesite apoyo, pues hay mucha y seguramente a la vuelta de la esquina alguien directa o indirectamente acudirá a nosotros por ayuda.

No debe inquietarnos el hecho de pensar que lo que podemos ofrecer al resto puede resultar muy poco, ya que cualquier apoyo, por lo general, va a ser siempre bienvenido y existen incluso organizaciones como el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), que junta muchas pequeñas y grandes voluntades para en conjunto trabajar para mejorar la vida de las niñas, niños y adolescentes del Ecuador.

La receta parece sencilla, le invito a prepararla para que pueda degustar su gratificante sabor: la felicidad propia y ajena.