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Ecuador, 30 de Enero de 2025
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El Telégrafo
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Punto de vista

La prostitución es una forma de violencia

La prostitución es una forma antigua de uso del cuerpo de las mujeres, aunque no es, como suele decirse, la primera profesión femenina. Antes estaban la de agricultora y alfarera y, por supuesto, la de madre y cuidadora del fuego -material y espiritual- del hogar.

La prostitución devino en actividad sexual sometida al capricho de los hombres junto con otros males, como la guerra. Entonces la actividad sexual de los hombres con las mujeres se convirtió en una nueva forma de dominio de los unos sobre las otras. En el transcurso de los tiempos esta extorsión social tomó diversas apariencias. Como prostitución sagrada en honor de una deidad reclutó mujeres muy jóvenes, incluso niñas, recluidas en los templos, a servicio de los sacerdotes y los jerarcas. Ocurrió en el Medio Oriente, en Grecia, en América y otras regiones del mundo. Para los demás sujetos masculinos estaban a disposición los  lenocinios, burdeles, prostíbulos, casas de cita y demás. El instinto animal  y las tensiones de los hombres exigían lugares de desahogo. Con base en estos prejuicios y estereotipos mantenidos por milenios se multiplicaron los sitios y modalidades de diversión en el que las mujeres públicas “ofrecían” placeres. Toda ciudad que se preciaba tenía un lugar que funcionaba amparado por la costumbre y la ley patriarcal. Sin olvidar que los acaudalados contaban con estancias y mujeres de lujo, a las que se les conocía con el nombre de cortesanas. Las otras que no llegaban a esos niveles provenían de estratos bajos, no tenían ninguna preparación y encontraban en la prostitución una forma de sobrevivir.

Estas condiciones no han variado con el tiempo. Existe un gran porcentaje de mujeres que se dedica a la prostitución como única manera de sortear la vida material. Hay otras mujeres, incluso con buenos estudios, con otro tipo de carencias como las de afecto y reconocimiento. Mas, detrás de estas o aquellas, de su opción de ganarse la vida o de disfrutar de mayores satisfacciones está el sistema patriarcal que  mantiene el estigma de que las mujeres son “objeto de uso”, cuerpos desechables. Por eso, “legalizar la prostitución” significa ratificar la propiedad de las mujeres por parte del Estado patriarcal, ponerlas a  disposición del público y favorecer las redes de cooptación y tráfico de mujeres. En otras naciones se ha buscado como camino alternativo detener esa forma de violencia a través de 3 medidas: 1) sancionar al cliente que compra servicios sexuales, 2) brindar servicios sociales: educación, asistencia sicológica y un fuerte apoyo a todas las prostitutas que quieran dejar su actual ocupación para que tengan un emprendimiento económico, 3) destinar los dineros necesarios para reeducar a la población. Suecia lo va logrando quizá porque cuenta con un gran número de “parlamentarias poderosas” y feministas que se comprometen a terminar con la opresión hacia las mujeres.

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