La pobreza crea "déficit cognitivo", según estudio
La pobreza y los problemas económicos de una persona empobrecen su mente y reducen su habilidad para pensar, de acuerdo a un estudio científico que dio cuenta de las graves implicaciones por carencias materiales en los procesos cognitivos humanos.
La investigación de expertos de la Universidad de Harvard y de Princeton, ambas en Estados Unidos, y publicada en la revista especializada británica Science, concluyó además que las preocupaciones financieras afectan tanto al cerebro que pueden crear un "déficit cognitivo", equivalente a una pérdida de 13 puntos del Coeficiente Intelectual (CI).
El problema es diferente a los efectos que produce el estrés y es resultado de un uso "demasiado abarcador" del cerebro para hacer frente a dichos problemas económicos.
Una persona sobrepasada de preocupaciones por el pago de su renta, por la alimentación y vestimenta de sus hijos, y por elevados costos de servicios hogareños como la luz, el gas y la electricidad, puede sufrir una minusvalía mental genuina, de acuerdo a los expertos.
Esto, a su vez, llevaría en muchos casos a la toma de decisiones desacertadas, como endeudarse aún más y pedir prestado dinero a personas equivocadas, creando incluso más dificultades en un círculo vicioso.
El profesor de economía Sendhil Mullainathan, experto de la Universidad de Harvard y uno de los autores principales de la investigación, afirmó que los resultados del estudio sugieren que cuando una persona se empobrece "el dinero no es lo único que escasea, sino que además se reduce su capacidad cognitiva".
"Esto no quiere decir que las personas pobres sean menos inteligentes que otras. Lo que hemos descubierto es que la misma persona que experimenta pobreza sufre de déficit cognitivo; en oposición, esa misma persona no experimenta problemas económicos", agregó Mullainathan.
"Lo que ocurre es que la capacidad efectiva de la persona se reduce debido a que el cerebro se enfoca sólo en esos problemas. Queda poco espacio en la mente para el resto de los problemas", agregó.
El experto hizo una comparación con una computadora que funciona demasiado lenta por una descarga de información pesada.
"No se trata de que la computadora sea lenta, sino que está realizando otra operación al mismo tiempo que le lleva mucho espacio, y por eso parece lenta a la persona que la usa. Lo mismo ocurre en nuestro caso", subrayó.
El profesor Mullanathan y su equipo realizaron una serie de experimentos en Estados Unidos y en India para determinar el costo mental de la pobreza.
En el primero de los experimentos, realizado en un centro de compras de New Jersey, unas 400 personas elegidas arbitrariamente fueron consultadas acerca de cómo resolverían problemas financieros hipotéticos, como pagar por la reparación de su coche.
Algunos problemas eran más fáciles de resolver que otros, y requerían de menos dinero.
Por ejemplo, la cuenta de reparación para el automóvil podía ser de 150 o 1.500 dólares.
Al mismo tiempo, los voluntarios se sometieron a exámenes simples para determinárseles su CI y desempeño mental.
Los consultados fueron divididos en grupos de "pobres" y "ricos" teniéndose en cuenta su salario, que iba de 20.000 dólares al año, hasta unos 70.000 dólares.
El estudio mostró que cuando los problemas financieros no eran demasiado severos, ambos grupos rendían igualmente bien en los exámenes.
Pero cuando fueron obligados a considerar problemas más difíciles y costosos, las personas con salarios más bajos obtuvieron calificaciones significativamente más bajas.
De hecho, el efecto fue tan marcado para aquellos generalmente preocupados por el dinero, que el solo hecho de pensar en un problema financiero complejo redujo su CI en 13 puntos.
Esa pérdida de puntuación es equivalente a no dormir en toda la noche.
Los científicos completaron su estudio con una visita a India, donde evaluaron a granjeros que trabajaban en el sector de la caña dulce y que dependían de la cosecha anual para al menos el 60% de sus salarios.
Debido a que la cosecha se realiza sólo una vez al año, los granjeros se declararon pobres antes de la cosecha y ricos después de ella.
El grupo fue sometido a los mismos exámenes y tests que los voluntarios de New Jersey, y obtuvieron significativamente mejores resultados cuando se los entrevistó después de la cosecha.
El impacto de la pobreza en la capacidad mental reflejó un fenómeno más general hacia la escasez, explicaron los investigadores.
Carecer de algo, -ya sea dinero, tiempo, vínculos sociales o incluso calorías-, pone presiones al cerebro.
El co-autor del estudio, Jiaying Zhao, experto de la Universidad de Princeton, afirmó que la investigación "da cuenta de cómo la escasez, en todas sus formas, acapara atención cerebral, consumiendo el ancho de banda mental, o la cantidad de datos que pueden ser transmitidos en una cantidad de tiempo fija".
Para la profesora Eldar Shafir, otra miembro del equipo de Princeton que participó del reporte, la pobreza "impone un peso mucho más fuerte en el cerebro, que no es opcional y que en muchos casos tiene una mayor duración".
"No es una opción, la persona en esas condiciones ve reducidas sus capacidades", agregó.
Según Shafir, los servicios y prestaciones para las personas pobres "deberían tener en cuenta los efectos mentales de la pobreza, por ejemplo, al proveer de formularios más simples y hacer que sea más fácil pedir asistencia financiera".
"Aquellas personas más pobres, -según ha podido comprobar nuestro estudio-, tenderán a cometer más errores y pagar más por los mismos, a menudo porque viven en contextos no diseñados para ayudarlos", concluyó.