La pelea que sacó a los homosexuales de la oscuridad
Hace 15 años, si usted era gay, lesbiana o trans, en Ecuador podía ir a la cárcel. No había que matar a nadie ni violar alguna regla, solo por el hecho de ser homosexual podía terminar encerrado durante 8 años.
Esta historia de incomprensión hacia los otros cambió por el trabajo de cientos de activistas -heterosexuales, bisexuales, trans, lesbianas, de nacionalidad ecuatoriana, colombiana y francesa-, gente que vivía entonces en Guayaquil, Quito, Cuenca, Playas y Manabí. Ellos salieron a las calles, convocaron a los medios y así convencieron a los otros de que sus derechos como ciudadanos no podían ser cortados por su orientación de género.
Esta narración de los hechos -que oficialmente no consta en los libros de historia contemporánea- la construyeron todos los que pelearon para que se declare inconstitucional el artículo 516 de la Carta Magna.
“En 1995, cuando yo tenía 40 años, empezamos a reunirnos con muchachos de diferentes partes del país, porque marginaron a unos chicos en Cuenca”, recordó Ismael “Ángelo” Anastacio, quien en su juventud aparece desfilando en fotografías por las calles de Playas, donde los designados como responsables de la ciudad les permitieron expresarse en las calles, promoviendo la lucha contra la muerte que empezó a aparecer entonces, disfrazada de VIH.
“Lo que pasó en la ciudad de Cuenca fue el detonante”, dijo Gonzalo Abarca, otro de los activistas. Se considera bisexual y conoció a las trans porque se enamoró de una de ellas. Él formó parte de la asociación Cochinelli, llamada como una vedette trans muy admirada, que vino desde Francia.
La gota que rebasó el vaso de la tolerancia cayó en Cuenca, donde escogieron a una “reina gay” -señaló Gonzalo-, la Policía allanó el lugar donde estaban festejando y, además, detuvieron a varias personas. “Un conocido estilista de Cuenca, llamado ‘Nacho’, fue atacado sexualmente por miembros de la Policía Nacional, él lo denunció públicamente y se desató la protesta”. Entonces, aclaró, se decían gays entre ellos porque “no conocían las diferencias entre las orientaciones homosexuales”.
Si la ley consideraba a los homosexuales como delincuentes, era la Policía la que emprendía la caza: “La 9 de Octubre siempre ha sido la calle principal del mundo gay en Guayaquil”, apuntó Ismael, quien fue detenido en siete ocasiones.
“Le decían a la Policía que se trataba de un bar gay y venía la batida, nos prohibían andar en la calle 9 de Octubre. Yo pasé ocho días en prisión donde nos metían en la sala general y éramos víctimas de atropellos”, admitió. Con todo ese clima de terror encima, los activistas decidieron que la penalización no podía continuar.
Entonces, la casa de Ángelo, en la ciudadela Martha de Roldós, terminó convertida en la central del movimiento ciudadano.
Todas las personas consultadas -que entonces consiguieron firmas y públicamente defendieron la despenalización- coinciden en nombrar a Orlando Montoya, director de la fundación Equidad, como el hombre que les impulsó a darle la pelea al VIH, al prejuicio y al encarcelamiento.
De nacionalidad colombiana, Orlando comentó que la principal opositora a la despenalización fue la Iglesia católica: “Hubo gente que incluso nos amenazó de muerte, pero no detuvimos esta lucha porque estábamos convencidos de nuestra postura”.
En 1990 la Organización Mundial de la Salud eliminó a la homosexualidad de su lista de patologías, ese fue uno de sus principales argumentos para la pelea. “Decidimos presentar una demanda para que el artículo 516 del Código Penal sea declarado inconstitucional, pero nos pedían 1.000 firmas y copias de cédulas de quienes firmaban”, señaló Ángelo.
En las fotografías de aquella época aparecen pidiendo firmas y acercándose a la gente. Entonces Gonzalo trabajaba vendiéndoles mercadería a crédito, a muchas de las trans que vivían en Quito. Por eso las conocía.
También hacía de “tramitador” de boletas de libertad para ellas. “Nunca sufrí la represión, pero vi a las trans ser maltratadas en la calle”. Todos los activistas recuerdan que la comunidad heterosexual dio más firmas que la GLBTI: “Pero sé que fue por el miedo a la represión porque había que poner el nombre y la cédula”, aseguró.
Cientos de estudiantes universitarios, las trabajadoras sexuales de la calle Mariscal de Quito, la Asamblea permanente por los Derechos Humanos, los vecinos de Ángelo en la ciudadela, mucha gente firmó y, finalmente, se convirtieron en 1.400 las rúbricas que construyeron la despenalización.
“En septiembre del 97, el doctor Ernesto López, que actuó como defensor de las demandantes, presentó las firmas ante el Tribunal Constitucional y el 25 de noviembre de ese mismo año se declaró inconstitucional el primer inciso del artículo 516, por considerar que violentaba los derechos de los ciudadanos homosexuales del Ecuador”, manifestó orgulloso Gonzalo.
Al desfile del orgullo GLBTI lo recibió la Policía
Poco después de la despenalización, en 1998 se realizó el primer desfile del orgullo gay en Quito. En Guayaquil, los festivales del orgullo GLBTI empezaron en 2006: “Algunos años antes habíamos tratado de obtener la autorización del Municipio, para que nos dejen celebrar el orgullo gay, pero siempre hemos recibido negativas, así que en 2006 a mí se me ocurrió hacerlo sin permiso”, expresó Óscar Ugarte, activista y periodista.
“Era año electoral y sabíamos que nadie nos iba a tirar a los perros encima porque nadie se quiere enemistar en esos tiempos”, admitió Óscar. El festival artístico se realizó en la ciudadela Kennedy, cada año, hasta 2008.
El orgullo GLBTI llegó por primera vez, en masa, a las calles, en 2009: “Invitamos a la asambleísta Amanda Arboleda, a Gina Godoy y Octavio Villacreces (concejales)”. Todos caminaron ese año por las avenidas Olmedo y Malecón.
De repente apareció el cordón de policías metropolitanos, que les cerró al paso a la altura del Municipio. Los representantes políticos se acercaron a los uniformados. Finalmente, les dejaron pasar. “Para nosotros, el Gobierno ha sido un colchón entre los movimientos y el Municipio, que ha sido muy proclive a hacer las cosas de forma corporativa, diciendo tú y tú sí pueden hacerlo, pero el espacio público en sí no existe porque, para ellos, el público son los escogidos”.
Quince años después de la despenalización, los activistas creen en la necesidad de tener un candidato en la Asamblea Nacional que represente sus intereses. “Pero que no sea relleno de la lista, que esté en los primeros lugares, para tener una opción”, enfatizó Gonzalo.
Ellos denuncian que no se da trámite a las uniones de hecho en las notarías públicas, que hacen falta microempresas para los desempleados y que, sobre todo, se debe cambiar la estructura de paradigmas que no los aceptan o los juzgan moralmente por su condición de género y su orientación sexual.
El desfile que se realizó ayer es el cuarto que recorre las calles de Guayaquil, sin embargo, Ángelo reflexionó sobre la pertinencia del recorrido, porque él cree que debería comenzar en el Malecón de la Bahía y terminar en el parque Centenario: “Para rendir homenaje a los próceres de Octubre, porque también nosotros tenemos un ejemplo allí de que si no batallamos y no luchamos, no conseguimos nada” opinó, mientras arreglaba su peluca de cabellos negros que utilizó en el desfile.
Desfiles se realizaron en Guayaquil y Quito
Con plumas, maquillaje de colores, altos tacones, medias de red, minifaldas y, en algunos casos, provocadores trajes, decenas de integrantes de diferentes agrupaciones GLBTI participaron este sábado en la marcha por el orgullo gay que se realiza anualmente en la ciudad.
Los carros alegóricos, chivas, carrozas y camionetas decoradas para el evento se agruparon desde las 15:00 en la calle Olmedo. El desfile recorrió varias calles del Malecón, en el centro de la ciudad, para luego avanzar por la Av. 9 de Octubre hasta llegar al parque Centenario.
“Cada año tenemos temas diferentes, tratamos de innovar para hacerlo más atractivo y nos hemos dado cuenta de que ahora es diferente, la gente nos tolera y nos comprende y hay más respeto”, dijo Victoria Gortaire, quien lucía un llamativo traje fosforescente y largas pestañas de fantasía.
“Este es un pais democrático y libre y si ellos son felices así, que lo sean”, expresó Mayra Sánchez, una de los cientos de asistentes que se amontonaron a los costados del malecón para ver el desfile que avanzaba en medio de música tecno y algarabía.
No obstante, también hubo quienes no se mostraban de acuerdo con este evento. “Esto es ridículo, primera vez que veo semejante cosa. Es un mal ejemplo, especialmente para los niños”, dijo Magaly Galarza, una señora de la tercera edad, moradora del suroeste de la ciudad.
Mientras tanto, en la capital, con banderas, globos y entrega de material informativo se recordaron los 15 años de activismo gay en el Ecuador. El punto de concentración fue la Plaza Foch, en el centro norte de Quito.
Para Eunice Arteaga, de 29 años, lograr que la sociedad vea la movilización sin atemorizarse es un avance. “El hecho demuestra que cada día se respetan más derechos y se respeta a las personas que tienen diferentes tendencias sexuales”.
En las calles, especialmente en la avenida Amazonas y Colón, a muchos sorprendió la marcha y luego la concentración. Juan Pazmiño, de 62 años, aseguró que es cada vez más difícil juzgar a las personas por su condición sexual, sin embargo el respeto debe ser mutuo.
Francisco Guayasamín, activista del movimiento GLBTI, añadió que los avances aún no son todos los que se necesitarían en el país, pero los cambios que se dieron en los últimos quince años son de impacto.