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Ecuador, 13 de Febrero de 2025
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El Telégrafo

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La misión juvenil dedicada a dibujar sonrisas en los niños

El trabajo que realizan los voluntarios no solo se enmarca en divertir a los pacientes, sino que también recolecta donaciones que sean útiles para los menores.
El trabajo que realizan los voluntarios no solo se enmarca en divertir a los pacientes, sino que también recolecta donaciones que sean útiles para los menores.
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Las instalaciones de la Sociedad de Lucha Contra el Cáncer (Solca) son el lugar de encuentro en donde los fines de semana un grupo de jóvenes deportistas se reúnen para pintar sonrisas. La actividad es organizada por los Tótem Malecón, la agrupación que se encarga de visitar y divertir a los niños con juegos.

El promotor es Kalu Bagthiani, joven  hindú que vive en Guayaquil desde hace 15 años.  

Según comenta, empezó un día  en que se encontraba con un grupo de amigos y observó a niños pidiendo caridad. En ese instante se le ocurrió organizar una carrera sencilla con amigos y conocidos para recaudar fondos.  

Eso ocurrió el 15 de marzo de 2015, día en que logró recaudar dinero para 300 tarrinas de comida que donaron en la Isla Trinitaria.

Desde allí nació en Kalu el deseo de seguir ayudando al prójimo. Uno de sus compañeros le sugirió que asistiera a Solca y apoyara a los menores. Para él fue doloroso ver a niños que padecían cáncer. “Asistí por primera vez al hospital y observé la realidad de aquellos niños”.

Ese día, él y su grupo de amigos decidieron brindar el servicio social  Misión Sonrisa.

El trabajo requiere la organización de diversas actividades con los niños, como colorear, conversar y realizar juegos interactivos. Para recoger fondos, este grupo de jóvenes pone a la venta souvenirs de la marca Misión Sonrisa.

Gorras, camisetas, pulseras y un libro de cómics para colorear, que tiene como particularidad su  nombre, Liga Misión Sonrisa, forman parte del programa, además de los superhéroes, aquellos voluntarios que asisten cada semana.

Lo recaudado se utiliza para comprar gelatina, galletas, sábanas, pañitos húmedos y artículos varios.

Analu Ronquillo, voluntaria de esta agrupación, cuenta que conoció sobre esta labor en enero del año pasado a través de una amiga: “Primero me  sentía nerviosa y fue  duro ver a niños tan pequeños con cáncer”. Pero la emoción la invade cuando esos mismos niños sonríen y se divierten. (I)

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