“La marihuana sí afecta al coeficiente intelectual”
Es legal en 17 Estados de Norteamérica, aunque solo para uso medicinal. En Holanda su consumo es habitual en bares con fines sociales. Mientras que en Uruguay hace cuatro días la producción y distribución de marihuana se nacionalizó. Ahora es permitido llevar hasta 40 gramos al mes.
Para el Gobierno uruguayo, legalizar el consumo de marihuana no incrementará la adicción, sino que más bien regularizará el mercado y contrabando. El negocio ilegal de la droga allí está valorado en 30 millones de dólares anuales. Hay quienes tienen opiniones encontradas.
“Probablemente disminuirá el tráfico, pero, si no es manejada adecuadamente, habrá personas con trastornos de fondo que caerán en la dependencia”, opinó el psicólogo clínico Ricardo Carcelén, de la Unidad de Conductas Adictivas (UCA), del Instituto de Neurociencias.
¿Cuán graves son entonces las consecuencias de la adicción a la marihuana? Por años -dijo Carcelén- ha existido una percepción distorsionada de los efectos de esta droga, cuyos componentes, si bien son naturales (hoja de cannabis), poseen iguales o mayores efectos nocivos que otras sustancias químicas (cocaína, heroína, etc.).
Los argumentos a favor de la marihuana parecen desvanecerse luego de los estudios de las universidades Duke (EE.UU.), Otago (Nueva Zelanda) y las pruebas en el Instituto Nacional de Salud de Suecia y de Londres.
Estas investigaciones probaron en distintos escenarios que jóvenes, cuyo consumo empezó a los 13 años, obtenían bajas puntuaciones en pruebas de memoria y concentración. “La marihuana sí afecta al coeficiente intelectual. Con uno o dos porros ya hablamos de un consumo crónico y comienzan a aparecer alteraciones en el cerebro”, explicó Carcelén. Los estudios desmitifican la idea de que quien fuma marihuana es más ‘creativo’.
Cuando el consumo inicia en la adolescencia los efectos son más severos. “El cerebro y sistema nervioso de un joven todavía está en proceso de maduración y la droga afecta a este proceso dejando secuelas significativas cuando sea adulto”, agregó el especialista.
En el Instituto de Neurociencias, según Carcelén, tienen pacientes que han quedado suspendidos en el tiempo con un cuadro psicótico, más por el consumo de marihuana que por otras sustancias.
La probabilidad de desarrollar esquizofrenia es 3,5% más alta en adultos que consumieron marihuana en su adolescencia. Aun si se deja de usar y se atraviesan períodos de abstinencia, el daño que causa la droga persiste en el tiempo. Así lo demostró un estudio del Instituto de Suecia. En el caso de la depresión, el riesgo es el doble.
En Ecuador, datos de la última encuesta del Consejo Nacional de Control de Sustancias Estupefacientes y Psicotrópicas (Consep) indican que el 2,30% de adolescentes (12-17 años) fuma marihuana frecuentemente. Mientras que en el mundo, de los 224 millones de consumidores, 60% son jóvenes.
Entorpece comunicación
Otro de los recientes hallazgos en torno a los efectos de la marihuana es la alteración en el proceso conocido como sinapsis. Eduardo Tigua, psicólogo terapeuta, explicó que la sinapsis es la unión de las células de una neurona con otra y, a su vez, permite la comunicación con el mundo exterior y viceversa.
“La marihuana tiende a entorpecer esta comunicación, altera el pensamiento en la medida que se consume”, dijo Tigua.
Dos o tres cigarros diarios sirven para interferir en la sinapsis del cerebro. Este órgano libera de forma natural unas sustancias cerebrales llamadas endocannabinoides. La liberación de la sustancia ocurre a través de la sinapsis, proceso que se altera cuando el humo de la marihuana se disemina por el cerebro.
En comparación con el tabaco y el alcohol, Tigua señaló que la marihuana puede causar más daños porque produce los llamados ‘vuelos’ en la persona cuando consume cantidades considerables y con frecuencia. Durante estos ‘vuelos’ la persona se escapa mentalmente del presente y no se desenvuelve dentro de sus cabales.
Sin poder controlarla
Especialistas, como el médico intensivista Ricardo Soto, consideran imposible establecer una dosis mínima de marihuana para comenzar a ver los efectos en el organismo: “Hay cientos de adictos que pasan horas consumiendo hasta alcanzar la satisfacción total. Todo depende de la tolerancia a esta sustancia y del deseo de satisfacción”.
Según Soto, hay pacientes que, conforme avanza la adicción, la tolerancia corporal a la droga es mayor.
El médico añadió que no suelen ocurrir casos de sobredosis por marihuana, aunque una persona puede tener alucinaciones, náuseas, vómitos y otros síntomas de gravedad. Para Soto, si bien cada sustancia tóxica produce daños a largo plazo, como el cigarrillo, que es cancerígeno, en el caso de la marihuana puede llevar a degeneraciones celulares y producir una mínima satisfacción con mayor cantidad, lo cual aumenta el grado de adicción.
Con el paso de los años, hay altas probabilidades de degeneración cerebral acompañada de atrofia y afectación pulmonar.
Basado en sus pacientes, Tigua manifestó que los consumidores iniciales sienten que tienen el control sobre la marihuana, tal cual otra droga química. Lo cierto es que después de un consumo sostenido pierden la voluntad y el riesgo de dependencia es 15% más alto en comparación con el uso de la cocaína.