La isla Santa Cruz convierte sus residuos orgánicos en fertilizantes

Por Ulf Hardter, Gerente Senior de Ciudades Sostenibles y Huella Humana, WWF Ecuador

En el mundo anualmente se generan alrededor de 1.300 millones de toneladas de residuos domésticos. En América Latina, por cada ciudadano, se produce un promedio de 1,1 kg de desechos al día, que equivale a 160 millones de toneladas al año.

El crecimiento urbano y los cambios en la composición de los desechos han aumentado la cantidad, ocasionando una creciente amenaza mundial.

Los desechos son de diferentes tipos de plásticos y materiales sintéticos que -al no ser de composición natural- en ocasiones liberan sustancias tóxicas en el ambiente.

Este fenómeno representa un  desafío en las regiones insulares, como Galápagos, que se caracteriza por su biodiversidad y riqueza natural, pero también por sus frágiles ecosistemas.  

El manejo técnico inadecuado de los desechos produce efectos no solamente en las zonas pobladas, sino también en el ecosistema, en general, donde estos residuos terminan en el mar y causan contaminación en el mundo marino, costas y playas de islas inhabitadas.

Se desconoce el número de animales que muere al año al enredarse con pedazos de cuerda o bolsas de plástico que se confunden con alimentación.

En Galápagos, el incremento de desechos y una inadecuada gestión en el pasado ha ocasionado amenazas críticas al archipiélago. Actualmente, se generan cerca de 0,9 kg de residuos per cápita por día, con un aumento de 0,2 kg desde 2009  hasta este año.

Esta realidad se relaciona directamente con el creciente número de habitantes y turistas, y los  nuevos patrones de consumo y estilos de vida de la población.

Cada mes alrededor de 5 mil toneladas de carga se envían a las islas, incluidos productos de uso diario que luego de usarlos, sus envases se convierten en desechos.

El embarque de regreso para su disposición final en un relleno sanitario no es una opción por el alto costo de la logística y la falta de infraestructura en los puertos.

La mayoría de los desechos domésticos generados en el archipiélago (unas 27 toneladas al día) proviene de la isla Santa Cruz (66%), hogar de más de la mitad de la población total y centro de las operaciones turísticas, donde la generación per cápita de residuos sólidos (0,911 kg/hab*día) supera la media nacional (0,71 kg/hab*día).  

Un estudio sobre la caracterización de los desechos en la isla Santa Cruz señala que el sector doméstico es el que más genera residuos (84%), seguido de hoteles, restaurantes y embarcaciones (13%), comercios (3%) y el área institucional (1%). No obstante, la eficiencia promedio de separación en la fuente es entre el 40% y 50%, el nivel más alto en el país.

En el pasado, el cantón Santa Cruz no tenía equipos, recursos y capacidad técnica para el manejo adecuado de los residuos, generando, entre otros, la acumulación de desechos sueltos en las calles o la quema incontrolada de estos en botaderos a cielo abierto.

Desde 2006,  el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) con apoyo de donantes internacionales, ha colaborado en la implementación de un sistema de gestión integral de residuos sólidos y reciclaje, con la finalidad de apoyar los esfuerzos iniciados por el Municipio de Santa Cruz.

En la actualidad la gestión de residuos en Santa Cruz es avanzada y consiste en la separación de desechos en fuente en 3 categorías: orgánicos (desechos de cocina), reciclables (envases de plástico y vidrio, papel, cartón, metales) y no reciclables. Estos se recolectan y almacenan de manera diferenciada por el GAD de Santa Cruz, cubriendo el 100% de la población.

En el Centro de Reciclaje Fabricio Valverde, cerca de Puerto Ayora, se clasifican los desechos reciclables. Dependiendo del tipo de material, pasan por diferentes procesos de trituración o compactación antes de ser embalados y pesados para su reenvío al continente, donde son vendidos a empresas recicladoras.

Por otro lado, los desechos orgánicos se llevan a una planta de compostaje, ubicada en el centro de reciclaje, donde se mezclan con aserrín, estiércol y maleza picada y pasan por una máquina compostera. Después de una semana la mezcla fermentada es colocada en pilas para su maduración en un período de cuatro a seis meses.

Este proceso, conocido como compostaje, convierte los desechos orgánicos en compost, un fertilizante con un alto contenido de nutrientes ideal para su uso en jardines, parques y viveros.

El proceso de compostaje se maneja con más seguridad manteniendo los residuos orgánicos confinados y esterilizados evitando que el material fresco entre en contacto con aves o roedores que podrían divulgar semillas de especies invasoras, siendo esta una de las amenazas principales de la conservación de los ecosistemas de Galápagos.

El resto de los desechos -no reciclables- generados es trasladado a un relleno sanitario para su disposición final. Como sucede en varias islas del mundo, el principal problema con la cantidad de basura que se produce a diario es la falta de espacio a largo plazo para su disposición final. En el caso de la isla Santa Cruz, donde la mayor parte es área protegida, los desechos no reciclables -como ultima opción en la gestión local de residuos- se compactan antes de su disposición final en celdas diarias confinadas con material de cubertura para asegurar que el sitio tenga una vida útil máxima.

El éxito y sostenibilidad a largo plazo de este sistema -y de muchos otros- no solo dependerá  de los responsables en su implementación sino del compromiso de todos los ciudadanos en el consumo responsable, la minimización de desechos, y en las buenas prácticas de reciclaje y reutilización. 

Consumo de plásticos es responsable 

En Galápagos se emplean alrededor de 8,2 millones de fundas plásticas tipo camiseta y 1,2 millones de envases de espumaflex al año.

El uso indiscriminado de los plásticos desechables es un problema que afecta negativamente el ambiente y la salud. Además es un problema para la gestión de residuos sólidos porque el poliestireno expandido (estereofón) -material para elaborar los envases desechables- no se puede reciclar y por lo tanto es un elemento que engrosa el volumen de desechos no reciclables que terminan en el relleno sanitario.

Frente a este desafío y para sostener el éxito del sistema integral de residuos sólidos en Santa Cruz, en octubre iniciaron los controles de la aplicación de la ordenanza municipal ‘Regulación de la Comercialización y Distribución de Productos Plásticos Desechables en el cantón Santa Cruz’. 

El pasado junio, Santa Cruz se convirtió en el primer cantón en la provincia de Galápagos en legislar para la reducción de plásticos desechables, en cumplimiento a la ordenanza a nivel provincial para la regulación de fundas plásticas tipo “camiseta” y envases desechables elaborados de poliestiereno expandido (espumaflex). Un paso clave para la consolidación de un sistema integral de residuos sólidos cada vez más eficiente para Santa Cruz. (I)