La importancia del género en la cédula
Han pasado más de 15 años desde que los colectivos y organizaciones en defensa de los derechos de minorías sexuales alcanzaron la despenalización de la homosexualidad. Empero, en nuestro país, ciertos sectores siguen fomentando una violencia heterocentrista y heteropatriarcal.
¿Han vuelto estos representantes de la moral dominante a los discursos vigentes en 1997?, o ¿quisieran retomar los sucesos de esa época como cuando fueron detenidos en Cuenca alrededor de cien homosexuales? Somos una sociedad progresiva en materia de derechos a favor de estos grupos poblacionales. (...) Nos corresponde plantear proyectos o reformas legales en materia de posibilitar la construcción de agendas para la igualdad con enfoque de género, discutir sobre los medios para fiscalizar las políticas en vías de asegurar estrategias y lineamientos que aseguren derechos de la población GLBTTIQ.
Conviene señalar los discursos y subjetividades que reproducen la violencia simbólica de marginar a quienes manifiestan otras identidades sexuales y de género, distintas a la heterosexual. Varios colectivos presentaron la iniciativa de cambiar la Ley del Registro Civil para incluir, entre otros aspectos, la inclusión del género en la cédula, en lugar de la precisión del sexo de la persona. Esta reforma significaría la posibilidad de que estos sujetos titulares de derechos, que forman parte de esta población, puedan ejercer varios derechos que encuentran restricciones en la actualidad, por cuanto la descripción del sexo en el documento oficial de identificación no coincide con su identidad de género.
Es menester combatir las representaciones culturales y sociales que siguen objetivizando a personas para mantener la generación de estereotipos discriminatorios. La campaña #migéneroenmicédula, que promueve esta iniciativa legal, es un intento por ese propósito.
Como sociedad nos corresponde deconstruir las prácticas culturales que fomentan el poder y el control del hombre heterosexual como único sujeto de derechos y oportunidades. El sistema legal ecuatoriano necesita de reformas como ésta para neutralizar las formas veladas de alimentar violencia contra las identidades y orientaciones sexuales diversas, en distintos ámbitos de la vida cotidiana.
No solamente contamos con una estructura heteronormativa, sino con una institucionalidad que se vuelve cómplice para mantenerla intacta, denigrando a las personas que optaron por otras decisiones alternativas a la heterosexual y que, al mismo tiempo, termina creando las presentes y futuras conductas para estigmatizarlos como individuos que deben ser rechazados en sus libertades y garantías sociales.