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La donación de comida toma fuerza
Los activistas internacionales este año realizaron esfuerzos para evitar que los alimentos terminen en la basura. Italia y Francia aprobaron leyes para facilitar que los comercios los donen.
El Reino Unido, uno de los países que más comida desperdicia, empezó a actuar contra el derroche a través de varias iniciativas para ayudar a los pobres en las festividades de diciembre.
Un comedor en el este de Londres, dirigido por la organización FoodCycle, sirve almuerzos semanales vegetarianos a 50 personas, en el barrio de Hackney.
Anne Engel, dedicada al voluntariado, expresó que las donaciones más generosas provienen de los fruteros turcos de la zona, mientras que los grandes supermercados son menos fiables y usualmente solo dan panes. “Les damos de comer todo tipo de productos silvestres”.
Ella consiguió mangos, menta y huevos para una cocina llena de frutas y verduras que estaban destinadas a la basura por ser estéticamente feas o superar la fecha de caducidad.
Con todas ellas armaron un menú compuesto de sopa, frittata italiana y ensalada de frutas. “Se trata de cambiar la actitud hacia la comida, tenemos voluntarios que tienen miedo de comer algo que ha superado la fecha de vencimiento”.
Gran Bretaña tira alrededor de 10 millones de toneladas de alimentos al año, según la organización de beneficencia Waste and Resources Action Program (WRAP).
Mientras que la Unión Europea (UE) -de acuerdo a estimaciones de 2012- en su conjunto arroja 88 millones de toneladas de alimentos anuales.
De la basura a Selfridges
Los clientes habituales de la nueva hornada de bares y tiendas de alimentos antes condenados a la basura incluyen a los activistas bienintencionados, a los pobres y a la gente que busca compañía.
Un exvoluntario de FoodCycle, Ben Whitehead, explicó que había conseguido 15 toneladas de fruta al pedir que le dieran lo que iban a tirar en su mercado local. “Me ofrecieron 12 cajas de piñas realmente increíbles, iba en mi bicicleta”, expresó sobre su encuentro inicial con los comerciantes.
Después de experimentar con diferentes frutas consideradas no lo suficientemente aptas para llegar a los consumidores, Whitehead creó en 2015 la empresa llamada SpareFruit que seca rodajas de manzanas y peras para convertirlas en algo parecido a las papas fritas.
Snact, que elabora una fruta seca similar, nació en 2014 tras recaudar 14.000 libras esterlinas ($ 17.000).
Ambas compañías esperan crecer en el nuevo año e introducirse en las estanterías de los almacenes de lujo Selfridges. La posibilidad muestra lo mucho que cambió la actitud británica, como descubrió Whitehead cuando preguntó a los consumidores si se comerían algo que de otro modo se tiraría.
“La respuesta de todo el mundo fue: ‘Mientras sea limpio y saludable, y esté bueno para comer, ¿por qué no (hacerlo)?’”. De acuerdo con un informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) anualmente se pierden $ 1.300 millones de toneladas de alimentos. (I)