La demanda de productos reciclados crece en Quito
Carteras, mochilas, billeteras, monederos, mandiles, llaveros, correas -todo “con vida eterna”- son algunos de los productos elaborados por diseñadores y creativos ecológicos. En Quito la tendencia es utilizar accesorios hechos con materiales reciclados, porque “ser ecológico está de moda”.
Detrás del “eslogan”, asegura el ecologista José Fabara, existe todo un equipo de personas que trabaja con responsabilidad social por el cuidado del ambiente, que logra que niños, jóvenes y adultos tengan un alto grado de concienciación sobre la importancia del reciclaje, en especial de productos derivados del petróleo, como lonas de vallas y particularmente llantas.
Es así como cinco jóvenes con estudios y prácticas en diseño, políticas ambientales, ecología y producción, hace un par de años fusionaron sus conocimientos y crearon el estudio “Fui Reciclado”. En el lugar el objetivo es crear artículos de calidad, funcionales, con identidad “hechos en Ecuador” y de uso cotidiano. Su materia prima son lonas y llantas que fueron desechadas.
Antonio Portilla, uno de los jóvenes, especialista en diseño, dice que los productos elaborados con materiales reciclados tienen vida eterna. “El ejemplo es claro, si una persona entierra cualquier residuo de material orgánico, en una semana ya no hay rastro de ese desecho, pero si una persona entierra una lona o una llanta podrán pasar cien años y continuará sin transformarse, seguirá siendo basura”.
Accesorios útiles
El proceso de transformación de llantas y lonas comienza con un canje entre la empresa privada y el colectivo. Tras ser expuestas con publicidad en las avenidas y carreteras del país por un mes, incluso tres meses, las lonas -y las llantas que después de recorrer casi 100 mil kilómetros son desechadas- son entregadas a un grupo de recicladores que se encarga de limpiarlas en un proceso no contaminante y almacenarlas secas para utilizarlas como materia prima en los nuevos productos.
El segundo paso es lograr diseños novedosos, funcionales y prácticos “porque no era lógico crear algo que sirva para un rato y quede guardado como basura”, añade Fabara.
Los creadores y diseñadores recorrieron tiendas de centros comerciales y mercados, dialogaron con la gente e investigaron qué es lo que busca la ciudadanía por Internet, hasta lograr determinar los productos de uso cotidiano.
Con una idea fija comenzaron a elaborar mochilas, carteras, billeteras, monederos y delantales de cocina, con la diferencia de que a todos les dieron un nombre de un animal o instrumentos musical autóctono del Ecuador.
Así, una cartera lleva el nombre de “cucuyo”, “tocte”, los monederos; “chirimoya, cartucheras y armadillos”, a los diferentes bolsos de compras; “ceibo”, a otras carteras. Son cerca de 30 productos.
Los precios y clientes
Los precios de los productos que se exhiben en ferias alternativas, mercados artesanales, y por las calles, varían: 11 dólares cuesta un mantel, 7,50 dólares los bolsos, de 21 a 45 dólares las mochilas y carteras, hasta 55 dólares las mochilas de viaje y para computadoras. “La garantía es de por vida”, asegura Portilla.
Los clientes, la mayoría es mujer que representa cerca del 70%, consumen más productos que provienen de materiales reciclados y se identifican con el uso de los accesorios.
El otro sector está compuesto por las empresas nacionales que ven en los productos una alternativa para concienciar a la población, un ejemplo es la empresa Municipal de Aseo de Quito (Emaseo), que tiene un convenio directo para elaborar monederos y llaveros con llantas. Estos productos son entregados en los eventos que realizan para proteger el ambiente.
Para Ximena Modrovejo, ecodiseñadora, el futuro está en dar funcionalidad a la basura. “Son varias las empresas que trabajan con materiales reciclados, pero el desafío está en crear productos que te identifiquen como sociedad, bajo ningún concepto podemos ser una copia... podemos generar una moda, unas tendencias, de concienciación y respeto hacia el ser humano y la naturaleza”.
El productor Darío Quijía añade que crear accesorios no es solo un beneficio de lucro, significa abrir fuentes de trabajo, “la labor es personalizada, se requiere de gente y no de máquinas”, precisa.
Otro de los impulsores del proyecto es Takashi Hirakawa, experto en políticas ambientales, quien dice que la tendencia sobre el uso de productos reciclados se desarrolla, si se toma en consideración que en los últimos 50 años a nivel mundial se ha incrementado la producción de desechos no degradables.