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Los juguetes son pacientes consentidos de una clínica en Quito
Doña Aida Viteri realizó una visita a la clínica para saber el estado de una de sus pequeñas. Hace más de una semana que la internó, pero no se trató en una clínica común y corriente, fue ingresada en la Clínica del Juguete en la cual su muñeca recibió una reconstrucción de su vestido y limpieza de las manchas ocasionadas por el tiempo.
Viteri la dejo en la clínica porque tuvo buenas referencias, ella se considera muy amiga de los animales pero sobretodo de los juguetes, vino a dejar a su muñeca porque es parte de ella ya que ha compartido muchos años a su lado, al recordar cuando obtuvo su pequeña muñeca fue en su lugar de trabajo que la ganó en un concurso. Su jefe la quiso comprar, pero no la vendió. “Ella llena mi dormitorio, los adultos no perdemos la condición de niños por eso siempre nos gustan los juguetes” comentó.
En esta temporada, la Clínica del Juguete, ubicada en el sur de Quito, tiene más pacientes de lo habitual, así lo considera Shirley Ordoñez, propietaria de la clínica, quien restaura por más de 18 años cualquier tipo de juguete, muchos de ellos son traídos por padres o abuelos que quieren heredar sus juguetes a sus hijos o nietos y lo llevan para que los dejen como nuevos.
Esta iniciativa nació cuando Ordoñez empezó a reparar algunos juguetes para su hijo, luego de esto pegó un pequeño cartel en el exterior de su hogar en el cual mencionaba que reparaba juguetes, sus primeros clientes fueron sus vecinos, quienes llegaban con juguetes muy antiguos para que los puede restaurar, de ahí en adelante el negocio creció. Ahora entienden en el barrio de Chimbacalle (sur de Quito).
Para la "doctora juguetes" como algunos niños la llaman, cada paciente que llega a su clínica es único. Cada uno tiene una historia que contar. Cuando Ordoñez los recibe se imagina cómo jugaban antes de que le lleven a su local.
Recuerda que una vez llegó una Barbie de cabeza plástico y cuerpo de hierro. Fue la primera vez que veía una muñeca de colección, pero llegó con los brazos rotos que la tuvo que reconstruir para que tenga nuevamente movilidad, su dueña al retirar la Barbie se la llevó con ilusión al ver que tenía el mismo aspecto cuando su madre la regaló.
Para Ordoñez cada juguete que devuelve a sus dueños reconstruido es una ilusión, es un sueño y una alegría, “verlos que se llevan algo que han querido mucho, muchas veces no tiene precio”. (I)