La cesárea, entre el criterio médico y la decisión personal
Cada vez son más las causas que llevan a una mujer a realizarse una cesárea. El temor al dolor es quizá uno de los principales. Ese que lleva a las pacientes cuando tienen programado un parto normal a desertar de hacerlo bajo los gritos “No doctor, opéreme, opéreme, no aguanto más”.
Una decisión que ha puesto a los galenos en el ojo del huracán al ubicarlos entre la voluntad del paciente y el criterio profesional. El jefe del Departamento de Ginecología y Obstetricia del Hospital Alcívar, Humberto Marengo, explica que a esto se lo denomina una cesárea electiva. “El embarazo siempre debe terminar por la vía más natural. Vamos a ser partidarios del parto espontáneo, normal o vaginal. Por eso siempre que llegan se las orienta a que decidan por un parto, pero por último la voluntad del paciente es la que prima”.
Un informe sobre el Estado Mundial de la Infancia 2012 de Unicef determinó que América Latina se sitúa como la región en la que más cesáreas se realizan, con un 38%, sobre el 15% que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS). El país que encabeza la clasificación mundial es Brasil, donde el 52% de los nacimientos se efectúa mediante cesárea.
Ecuador también registra un gran número de estas intervenciones quirúrgicas. En su último informe del 2010 el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) afirma que en el país se contabilizaron 219.612 alumbramientos al año. Para el doctor Luis Serrano, de la Asociación de Propietarios de Clínicas, Policlínicos y Centros Médicos del Guayas (SOCLINPCG), el aumento de cesáreas “es parte del consumismo y la vida rápida. Se trata de un problema social. No solo es algo que se vea en la clínicas privadas sino también en las públicas”.
Mientras tanto, para el ginecólogo René Calle las cesáreas se han convertido en una intervención bajo pedido, para las que no quieren saber nada del dolor. Esa es una de las razones por las que ha aumentado este procedimiento en Ecuador.
“No se siguen las indicaciones de la OMS, incluso no existe un compromiso ni de los médicos, ni las instituciones particulares o privadas en mantener un índice de cesáreas aceptadas a nivel mundial, no se ponen como meta eso, sino que simplemente ven el facilismo de esta práctica”, dice Calle.
Sin embargo, para Marengo este no es el único factor que considera que has aumentado las cesáreas, sino también la innovación tecnológica. “Antes no existían tantos exámenes, en los años 70, por ejemplo, no habían ecografías, no se sabía en que posición venía el bebé. Ahora a través de un monitoreo se diagnostica y si es necesario se deriva a cesárea. Pero existe un abuso, porque a veces por una pequeña alteración te dicen cesárea. Hay que saberlo manejar bien”, indica el galeno, que asegura que no es partidario de la cirugía cuando ésta es evitable.
Algo parecido estuvo a punto de experimentar hace seis años Evelina Burneo, cuando le detectaron, a través de una ecografía, que su bebé tenía el cordón umbilical enredado en el cuello. “Cuando me encontraba en la sala de parto normal tenía mucho dolor y estaba un poco desconectaba con mi cuerpo, las contracciones eran muy intensas, por lo que estuvieron a segundos de derivarme a una cesárea; sin embargo, la pediatra de mi bebé preparó las cosas para dar a luz en agua. Las últimas horas de labor de parto me las pasé en una tina de agua. Cuando ingresé allí sentí mucho alivio, el calor del agua me ayudó para que se abran mis caderas, pude conectarme y ahí pude alumbrar”, relata.
Desde entonces dice que decidió que su segundo bebé lo tendría mediante esta alternativa. Y así ocurrió. Hace tres semanas nació Ramona. “Fue un embarazo que lo disfruté muchísimo. No me hicieron el tacto vaginal, que te permite saber cuanto está dilatado el cuello, pero que es doloroso. En mi primer bebé lo experimenté. Eso es algo bien invasivo, porque te pueden hasta lastimar. En cambio el parto en agua es un proceso muy respetuoso, humanizado y sobre todo cómodo. Entras a un jacuzzi grande, ambientado, con un aroma relajante, la luz es tenue, no es molestosa como en los quirófanos, hay velas alrededor y flores. Toda una atmósfera que te hace sentir que no estás solo”, relata de su experiencia.
El caso de Evelina, según Calle, es una muestra de que cada vez más se toma conciencia y existe mayor demanda por el parto alternativo, como el parto en agua. “Ha aumentado la cantidad de mujeres que desean tener un parto humanizado, pero esto solo llega a mujeres que tienen acceso, se preparan, leen tienen información. Ellas están conscientes de la importancia de que hayan alternativas mejores, en las que son respetadas sus necesidades, como la compañía de su pareja o familiar, el afecto, así como la forma en la que quiere dar a luz y la evolución del parto”, indica.
Otro tipo de parto que desde hace dos años ha empezado a posicionarse en el país es el Parto culturalmente adecuado, que impulsó el Ministerio de Salud como parte del Plan Nacional del Buen Vivir.
El director del Hospital San Luis de Otavalo, Salomón Proaño, explica que el Parto culturamente adecuado consiste en un parto vertical humanizado. “Este parto es bastante común dentro de la población indígena. Lo que hacemos es respetar las costumbres de idiosincrasia y los conocimientos ancestrales, a tal punto que permitimos que la paciente se coloque en la posición que ella considere, como ella se sienta más cómoda, que por lo general es en cuclillas y sosteniendo sus manos de una soga o de una barra horizontal pegada a la pared y que simule a una escalera, que puede existir normalmente en casa”.
Agrega que lo que se trata es de simular ese panorama intentando de esta manera darle seguridad a la paciente. “Hemos tenido una buena acogida con el Parto culturalmente adecuado, no solo en indígenas, sino en población mestiza y a veces hasta caucásica”.
Dice que en lo que respecta al 2012 el hospital atendió un promedio de 500 partos verticales. “El año pasado nos percatamos que no se dio un aumento, al contrario el número de cesáreas disminuyó de forma modesta”.
La responsable del proceso de Parto culturalmente adecuado del Área Nº 2 del Hospital Raúl Mejía Maldonado, de Cayambe (HRMM), Alicia Chicaiza, explica que desde el 2011 se implementó el modelo, a través de talleres de psicoprofilaxis, que consiste en enseñarles a manejar el dolor con posturas, respiración, relajaciones, al ingerir bebidas, alimentos y que conozcan el entorno donde se convertirán en madres.
Para ella, el estrés que se produce durante el parto es lo que lleva a aumentar el dolor y que las mujeres opten por la cesárea, porque se desconoce el proceso, como va a evolucionar y cómo va ser el parto. “El mismo hecho de darle a elegir la postura ayuda a relajarlas y a que la frecuencia cardíaca fetal se mantenga normal. Este es un proceso sumamente efectivo que se lo podrá medir a largo plazo. Se ha modificado el sistema de salud, así como la parte académica en las universidades”, asegura la obstetriz.
También agrega que existe un empoderamiento de la mujer respecto a estos temas y a la elección y búsqueda de su comodidad en ese momento. Según dice, que este proceso es beneficioso porque adhiere a todas las etnias, como indígenas, afroecuatorianas y mestizas. Esta última ha presentado más índice de optar por la alternativa. El año pasado hubo un 76% de mujeres mestizas que lo requirieron sobre el 24% de mujeres indígenas.
Alcides Ribadeneira, director del HRMM, asegura que el objetivo de este parto es que la llegada del bebé sea menos traumática. “Está comprobado científicamente que el parto vertical es más natural que el horizontal”.
Precisamente por ello, según Chicaiza, en el Ministerio de Salud Pública, de Ayuda en Acción y CARE Ecuador, el método se ha empezado a implementar, igual que en otros hospitales y maternidades de Quito y de otras provincias de la Sierra.