La bailoterapia, una herramienta para salir de las drogas y mejorar la salud mental
Pasar por dos centros de rehabilitación de adicciones no fue suficiente para que Agustín dejara de consumir heroína. Recuerda que durante cinco años fue esclavo de ese estupefaciente, que lo llevó a delinquir para satisfacer sus impulsos hasta que la policía lo detuvo en Santo Domingo y desde hace 9 meses cumple una condena por robo.
Agustín, como prefiere que lo llamen para proteger su identidad, revela que permanecer en la cárcel lo llevó a proponerse un cambio definitivo en su vida y por eso pidió que lo trasladaran al Centro de Privación de Libertad de Varones de Guayaquil.
Él supo que en este lugar se implementó un plan piloto de Centro Ambulatorio Intensivo con la finalidad de recuperar a las personas del consumo de drogas.
Fue allí que Agustín, de 27 años, conoció una actividad que nunca había realizado antes. Se trata de la bailoterapia, la práctica de hacer ejercicios físicos combinados con el baile y la música.
La jornada está programada dentro del horario que deben cumplir los internos de lunes a viernes para su rehabilitación.
El pequeño patio cubierto que tiene el Pabellón 7, en donde se atiende a los internos con problemas de consumo, se convierte en pista, escenario y minisala de cine porque además de la bailoterapia hay tiempo para la música, el deporte y los cine-foros, en donde se proyectan películas que luego son analizadas.
La coordinadora del Departamento Médico del Centro, Pía Manrique, explica que desde junio pasado, cuando el Ministerio de Justicia, Derechos Humanos y Cultos transfirió las competencias de Salud al Ministerio del ramo, se hizo un levantamiento de historia clínica de los reos y se determinó que 2.500 personas eran consumidoras de droga y 275 se encontraban en estado crítico y descompensadas.
De ese total se realizó un filtro de acuerdo al tiempo de la sentencia y el grado de delictividad, quedando seleccionados 196, quienes fueron los que participaron en el proyecto de rehabilitación integral, implementado por primera vez en Ecuador. El plan inició el 25 de agosto pasado y se extenderá hasta febrero, cuando se cumplan 6 meses.
De acuerdo al Departamento Médico, entre los factores que incidieron en la mejoría de los internos constan el cambio alimenticio y la atención en salud mental. Ellos aprendieron a seguir reglas y a cumplir horarios.
La doctora Manrique compara al Pabellón 7 con un colegio en donde deben cumplir actividades de lunes a viernes. Empiezan con la limpieza y el orden del Pabellón, luego reciben clases de valores con psicólogos y tienen tiempo para la recreación.
El curso al que asiste Agustín con sus compañeros es el que más le ha servido, según manifiesta. “Aquí nos enseñan los valores que hemos perdido y cómo hacer para recuperarlos”.
Ahora, cuando está por terminar el programa, siente que al fin puede vivir sin consumir heroína y esa satisfacción la conoce su familia. Señala que su reto es mantenerse así, aun cuando termine el internamiento. “Quiero terminar de estudiar el bachillerato y seguir Mecánica Automotriz porque quiero emprender mi negocio”, expresa.
La responsable del área médica del centro penitenciario indica que una vez que termine el programa piloto se espera replicar el modelo en los demás centros de privación de libertad del país.
El plan en curso contempla tres fases: la primera fue la denominada ‘inicio’, con una duración de un mes y medio en la que se les realizó la desintoxicación, se los hidrató y se logró su compensación; la segunda fase es la de ‘adherencia’, en la que se trabajó en la intervención en salud mental; y la tercera y última fase es la de ‘deshabituación’, en la que se lidió con la depresión y las ideas de volver a consumir.
Agustín también pasó por esa etapa. Dice que al principio le costó adaptarse y someterse a las reglas. Incluso recuerda que tuvo que cumplir con el horario de comida, ya que en la antigua cárcel la vendía para obtener dinero y comprar droga. Ahora, cuando cumplió cuatro meses de tratamiento, señala con alegría que pasó de pesar 80 libras a 170 libras. La especialista Manrique manifiesta que el peso mejoró en todos los casos.
De los 196 privados de libertad ubicados en el Pabellón 7, el 15% ingresó con desnutrición grave y hasta el momento la cifra bajó al 2%. Antes, 30% de los internos tenían desnutrición leve y ahora la cifra alcanza el 16%.
Atención permanente en salud
En el Centro de Privación de Libertad de Varones se encuentran 6.136 internos. De ese total, el Departamento Médico atiende entre 192 y 210 pacientes diarios. La unidad está compuesta por una farmacia, laboratorio clínico, sala de estadística, un consultorio de salud mental y dos de odontología.
En total laboran 8 médicos generales, 2 odontólogos, 6 psicólogos y un psiquiatra. También se atienden emergencias. (I)