Jóvenes se destacaron en el escenario al hablar de responsabilidad social
“Está científicamente comprobado que, cuando cada ave bate sus alas crea un movimiento en el aire ayudando al pájaro que va detrás. Volando en ‘v’ la bandada completa aumenta por lo menos un 71% más su poder que cada pájaro que volara solo por su cuenta”.
Esta fue la metáfora que convirtió a David Parra, estudiante del Colegio Montúfar, en ganador del XI Concurso Intercolegial de Oratoria, que se desarrolló el pasado viernes en Quito.
El escenario fue el Colegio de Ingenieros Civiles de Pichincha, donde cerca de 200 jóvenes alentaban, con globos, banderas y tambores, a los 15 concursantes que se adueñaron del escenario. Los temas de sus disertaciones trataban sobre el cooperativismo y la responsabilidad social.
La mayoría de los expositores -cada uno con sus palabras- concordó que la sociedad debe trabajar en equipo, con solidaridad, responsabilidad, profesionalismo y, sobre todo, en la lucha por la equidad en el país. Como jóvenes coinciden que son los actores principales para lograr una revolución social incluyente, que incite a la unión y colaboración de todos los ecuatorianos.
“Así como nuestra galaxia se desplaza cada instante por el universo, de modo que nuestro planeta azul ya no está en el mismo lugar que cuando nacimos, también el mundo de hoy no es el mismo de antes. Una serie de fenómenos importantes está cambiando la faz de la tierra”, con esas palabras David Zamora, representante del Colegio Mejía, se adueñó del podio para exponer su discurso a los presentes.
Pese a que una sonrisa invadió su rostro cuando fue aplaudido por gran parte de sus compañeros, su expresión se opacó cuando escuchó que quedó en segundo lugar.
Con la cabeza baja recibió el premio sin decir una palabra, pero demostró su inconformidad por los resultados.
Quienes parecían que también estaban inconformes con el acto fueron estudiantes del Colegio San Pedro Pascual, quienes se dedicaron a conversar y a distorsionar la concentración de los jóvenes oradores.
Moisés Arévalo, del Colegio Nacional Eloy Alfaro, no permitió que los murmullos, el cambio de luces y la mirada fija del público lo intimidaran. Al contrario, con seguridad, recorrió de un lado a otro la tarima.
Sus brazos fueron los principales aliados. Ellos graficaban y daban énfasis de cada una de las palabras transmitidas durante cinco minutos, al tiempo que su voz rompió con el ruido del salón y ganó la atención de los presentes.
“Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos. Sin memoria no existimos y sin responsabilidad, quizá, no merezcamos existir”. Así dio paso a su intervención, que no solo generó alegría y aplausos de los asistentes. También le valió el tercer lugar en este concurso. Su puesto fue ganado con un desempate, ya que a criterio del jurado, Jonathan Quishpe, del Colegio Amazonas, también merecía ese lugar.
Con una segunda intervención entre estos competidores se determinó que Quishpe ocupara el cuarto lugar. Este joven se destacó por su sencillez, humildad, pero sobre todo, por los movimientos precisos de sus manos y lo vistoso de su vestimenta.
Con guantes en las manos, y juntando sus pies, logró transmitir su mensaje... “Tal como el fuego, el dinero en sí no es bueno ni malo. Su valor depende del uso que percibe la mano necesitada. Ni capitalismo ni comunismo, sino cooperativismo”.
Este concurso que dentro del auditorio parecía una fiesta, contrastaba con el ambiente de discordia a la salida del concurso. Un grupo de adolescentes del Colegio Nacional Eloy Alfaro discutió a gritos con estudiantes del Colegio San Fernando. Durante el breve conflicto encendieron una bengala que ocasionó susto en las jóvenes del Colegio Gran Colombia.
La intensidad de las barras y los aplausos tuvieron sus beneficios. Los estudiantes del Colegio San Fernando ganaron una orden de pizza para 50 personas. Ese premio fue por gritar incansablemente al ritmo de la onda de una bandera, la de la institución, que alentó a su representante, Aldair Vaca.
La mayoría de participantes se tomó una semana para prepararse. Los estudiantes recibieron el apoyo de sus familiares y docentes, pero fue su autoinvestigación la que los hizo partícipes del intercolegial.
Algunos considerarán la oratoria como una alternativa para su profesión, mientra que otros la tomarán como hobby. Pero de lo que están seguros es que el diploma que recibieron no será el único que estará colgado en las paredes de sus viviendas.