Jhon celebra la nueva oportunidad de vida con un riñón trasplantado
En su rostro no hay lugar para la melancolía. Jhon Caamaño, de 46 años, afirma que nunca la hubo, ni hace 15 años cuando le diagnosticaron glomerulonefritis crónica en estado terminal, a los pocos meses de llegar a Italia, en 2002, tras emigrar desde Ecuador por la crisis bancaria.
La enfermedad, que daña un área de los riñones que ayuda a filtrar los desechos y los líquidos de la sangre, a futuro lo condenaba a vivir haciéndose diálisis. Eso fue necesario en noviembre de 2015 cuando ya tenía dos años de haber regresado al país y trabajaba en Quito.
“En un control la nefróloga vio que la urea y la creatinina estaban muy elevadas. En ese momento me hicieron una diálisis de emergencia y así me salvaron la vida porque yo estaba casi por fallecer. Mi riñón estaba afectado”.
Después de dos años de diálisis, hasta tres veces por semana, Jhon celebra la nueva oportunidad de llevar una vida normal que tiene gracias a un trasplante de riñón que recibió el pasado junio en el hospital Teodoro Maldonado Carbo, del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS).
Una sonrisa ancha ilumina su rostro cuando, por un breve instante, alza la mascarilla que debe utilizar para protegerse de virus y bacterias. “Me siento agradecido con Dios y con los médicos del hospital. Ha sido una recuperación fabulosa y tuve una atención de primera”, expresa.
El apoyo de sus padres, Alicia Guerrero y Marcos Caamaño, ha sido fundamental en este capítulo de su vida. Junto a ellos pasa estos días hasta que pueda reintegrarse a su trabajo, en una notaría, situada en la capital.
Médicos señalan que el paciente se recupera satisfactoriamente
Josue Pilco, jefe de Cirugía Vascular del HTMC, explica que Jhon recibió el riñón de un paciente cadavérico declarado con muerte cerebral. La cirugía tiene una duración de seis a ocho horas, desde la extracción del órgano a la implantación en el receptor.
“Por ahora ha evolucionado muy bien. No existen evidencias de ningún tipo de complicación dependiente de la parte quirúrgica. El riñón está funcionando adecuadamente”. Ninguno de los dos órganos de Jhon funcionaban. Sin embargo en la cirugía no es necesario extraerlos, por lo que el paciente tiene tres con el que le fue implantado en el lado derecho.
Aurora Tutivén, nefróloga responsable del manejo del paciente, explica que se realiza un seguimiento de por vida al injerto. Añade que un donante con implante cadavérico llega a los 20 años con buena función renal y si es vivo supera ese lapso. “Aspiramos a que nuestros trasplantes superen ese tiempo”.
Advierte que los pacientes con trasplantes de dicho órgano pueden volver a diálisis y beneficiarse con un segundo injerto. Por eso es importante el seguimiento médico y que la persona siga las recomendaciones de los especialistas.
Las patologías más frecuentes que pueden llevar a una diálisis y posteriormente a un daño renal son la hipertensión arterial que se presenta en pacientes diabéticos. También por problemas de tipo inmunológico, procesos infecciosos a repetición, los congénitos con alteraciones del órgano, y procesos vasculares con falla de función renal (I)
Más de cien pacientes esperan por un órgano
El Hospital Teodoro Maldonado Carbo (HTMC) tiene una lista de espera con más de 100 pacientes que aguardan por un trasplante de riñón y otros 40 de córneas, precisó el médico Carlos Bermello, coordinador de la Unidad de Trasplantes de la institución.
Desde la acreditación entregada por el Instituto Nacional de Donación y Trasplante de Órganos Tejidos y Células (Indot), en febrero de 2017, el nosocomio ha efectuado 17 trasplantes de córnea a pacientes y 1 de riñón, cuyo beneficiado es Jhon Caamaño, explicó el médico.
“Sin embargo, los procedimientos no se pueden programar porque depende de la disponibilidad de donantes cadavéricos”. Por ahora existen donantes vivos para riñón, sin embargo se deben realizar estudios para ver la factibilidad con los receptores.
El proceso implica a muchas personas, directamente son cerca de 20 profesionales de la salud, entre médicos especialistas, enfermeros, y otros. En el caso de Caamaño intervinieron 15 especialistas en nefrología, endocrinología, urología, cirugía general y vascular, anestesiología y enfermería.
El Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) invirtió $ 200.000 para la acreditación del HTMC, que cumplió con los protocolos médicos, equipamiento y personal especializado, en beneficio de los asegurados que requieren trasplantes de córnea y de riñón.
Antes de la certificación (entre 2005 y 2011), 20 pacientes fueron sometidos al último procedimiento que les mejoró su calidad de vida.
La cirugía de trasplante renal tiene un costo de $ 17.000 y el tratamiento médico para el paciente es de $ 300, montos que los asume el IESS. (I)