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La artista tuvo su primera exposición individual en el museo municipal de guayaquil. La muestra se llamó ‘campeona’
Irma Once, una pintora tenaz que enfrentó y derrotó los prejuicios por su discapacidad
Su inspiración es la vida misma. Y su principal motivación es su familia: su esposo Darío Ayala, con quien lleva 16 años de matrimonio; y sus hijos Noelia, de 5 años; Dariana, de 7; Josías, de 9; y Darío, de 13 años. Ellos le dan fuerza para seguir adelante con su arte.
Siempre ha sido una luchadora. En el colegio la respetaban y nadie la molestaba porque sabían que respondía. Sus padres la criaron como una persona independiente, nunca la hicieron sentir menos que los demás y le enseñaron a valerse por sí misma. “Mi mamá me decía: ¿quieres comer sola? Come sola. ¿Quieres bañarte sola? Entonces, hazlo sola. Nunca me escondió, siempre me llevó a todas partes y me hizo sentir segura de lo que era”.
Sus 7 hermanos tampoco la trataron como alguien diferente. Por eso, no le da vergüenza la discapacidad que tiene en sus brazos desde que nació. Por el contrario, se ha superado y ha trabajado fuerte para demostrar que es capaz de hacer lo mismo, y en ocasiones hasta más, que una persona sin discapacidad. A sus 40 años, Irma Once Cevallos no tiene tiempo para lamentarse. Está muy ocupada pintando su próximo cuadro.
Recuerda que desde pequeña se inclinó por el arte. Le gustaban la pintura y las manualidades y quiso estudiar eso, aunque sus padres se oponían por los costos. Sin embargo, se mantuvo firme. “Les respondí que si no estudiaba artes, no estudiaba nada. Mi mamá aceptó y me dejó hacerlo. Ahora me dicen que lo que he querido, lo he cumplido”, comenta Irma entre risas.
“En las escuelas no me aceptaban por mi discapacidad”
La artista entró a estudiar en 1984, recién cuando tenía 8 años, pues enfrentó los prejuicios de las escuelas. “Me cerraban las puertas. Me tomaban los exámenes para después decirme que no podían aceptarme por mi discapacidad. Yo sabía leer, escribir, sumar, restar, pero no valía, porque no me admitían”.
Entonces su madre descubrió la Sociedad Ecuatoriana Pro Rehabilitación de Lisiados (Serli), donde Irma se distinguió como buena estudiante. De ahí pasó a la escuela. “Lloré porque pensé que iba a ser duro, pues ya estaba enseñada a ver chicos discapacitados. Ingresé al colegio nacional Provincia del Azuay, donde me aceptaron en un período de prueba. Si en 2 o 3 meses no rendía, debía retirarme. Pero fui de las mejores alumnas”.
Al tercer año decidió perseguir su sueño e inscribirse en Bellas Artes. Aprobó el examen de ingreso con buena calificación, aunque, según ella, “algunos me miraban como diciendo: ‘esta chica no va a poder’. Pero se equivocaron porque no me conocían (risas)”.
Finalmente, se graduó en Bellas Artes. Desde entonces transcurrieron 20 años, en los que perfeccionó y maduró su arte. Actualmente busca un empleo para ayudar con los gastos del hogar y seguir su obra.
Irma se considera de la línea realista. “Pinto lo que veo, pinto al óleo, carboncillo, plumilla, acuarelas muy poco, pues es una técnica bastante difícil. Pero más lo hago al óleo, pinto paisajes, animales, naturaleza muerta, temas sociales”.
Una de sus obras más especiales es el retrato del papa Francisco, que realizó cuando supo de su visita a Ecuador en 2015. “Me demoré cerca de 4 días en terminarlo. Lo hice primero en lápiz, pero como no me gustó, lo repetí. Vi varias imágenes suyas hasta que me decidí”, recuerda.
Cuando el Papa estuvo en Guayaquil trató de entregárselo. “Lloré porque había una gran multitud y no podía avanzar. Pero la gente me ayudó a llegar al cordón militar. Cuando pasó el Papa me bendijo el cuadro”.
La artista ha participado en exposiciones colectivas, pero recientemente presentó una muestra individual. Fue un sueño cumplido. La exposición se llamó ‘Campeona’ y se realizó en el Museo Municipal de Guayaquil, del 15 de abril al 7 de mayo. Incluyó más de 30 cuadros, principalmente de su producción de 2015 y 2016.
Su taller está en la sala de su vivienda, en la IV etapa de la ciudadela El Recreo, en el cantón Durán. Ahora esta luchadora se enfoca en su siguiente objetivo, que es alcanzar una exposición internacional. Su aspiración es llegar a Europa, especialmente a un país que la apasiona, Alemania. Para ello, afirma, seguirá pintando con la tenacidad que la caracteriza. (I)