Irene Valarezo: “Deseo que la gente vea al otro como se ve a sí misma”
“Es erróneo creer que no hay vida después de tener parálisis cerebral”, dice Irene Valarezo, de 27 años, con 71% de discapacidad física. Ella trabaja en la Misión “Las Manuelas” de la Secretaría Gubernamental del Plan Toda una Vida.
Esta activista, que lleva el mensaje de respeto, mostró su preocupación frente a los mensajes que circularon en redes sociales en contra del presidente Lenín Moreno, por su condición de discapacidad. Ocurrió durante las últimas marchas.
A raíz de lo que vivimos recientemente en el país -expresa- estuve atenta a los comentarios y memes que se hicieron. “Sentí preocupación, porque la gente continúa reproduciendo imágenes que no solo afectan al Presidente, sino a todos quienes tenemos alguna condición de discapacidad”.
Ella se sumó a la carta que envió la Fundación Fudrine, que atiende a niños y niñas con parálisis cerebral y síndrome de Down.
Exigió a Jaime Vargas, dirigente de la Conaie, ofrecer una disculpa pública al Primer Mandatario y en su nombre a todas las personas con discapacidad.
Ella considera que empleó expresiones ofensivas y vejatorias para dirigirse al Presidente de la República.
“La solicitud dio frutos, Vargas se disculpó y reconoció que en un momento de rabia actuó de manera errónea”. Ella asegura que lleva una bandera de lucha social y no puede permitir que esto siga pasando.
Para Irene se compartieron mensajes que van en contra de la lucha de siglos de las personas con discapacidad. Es necesario -agrega- seguir trabajando por una mayor inclusión y respeto. La discapacidad se puede presentar en el nacimiento, en la vejez, o a lo largo de la vida.
La joven desea que la ciudadanía vea al otro como se ven a sí misma. La libertad llega hasta que se choca con el otro. “No puedo romper ese espacio, eso se llama respeto. Y si seguimos reproduciendo ‘ese discapacitado’, ‘ese minusválido’, si dejamos pasar esos adjetivos que parecen normales, no estamos haciendo nada”.
Su empoderamiento y activismo son el resultado de las barreras que ha superado desde que nació. Es la tercera de cuatro hermanos, tiene parálisis cerebral atetósica (trastorno motor que le impide controlar sus movimientos y postura) producto de varios problemas que sufrió al nacer.
“Los médicos me dieron seis meses de vida, por eso me bautizaron dos veces”, dice con una amplia sonrisa.
Con ayuda de sus padres, tías y hermanos logró superar obstáculos y alcanzar sus metas. “Gracias al interés y amor que me entregó toda mi familia tuve la oportunidad de viajar semanalmente de Santo Domingo a Quito para recibir terapias que contribuyeron a mi desarrollo integral”.
Fue abanderada en la escuela, el colegio y la mejor egresada en la Universidad. Desde pequeña se dio cuenta de que era buena para los estudios y desarrolló esa habilidad que la ayudó a sobrevivir y enfrentar la discriminación. “Recibí de la sociedad, muchas veces, por ignorancia”.
La activista estudió Ciencias Políticas porque está convencida de que la política es para servir. Con este objetivo continúa preparándose y trabajando para representar a las personas con discapacidad del país.
Su mayor sueño es llegar al Comité de las Naciones Unidas. “Hay que desmitificar la parálisis cerebral, a los niños que nacen con esta condición les dicen que no van a poder caminar, hablar, o desarrollarse como los otros niños; esto es falso”.
Hay que entender-añade- que es una condición y no una enfermedad. En la medida en que aporte la familia, el Estado y la sociedad, ellos podrán desarrollarse como el resto de personas. “Son seres humanos”, acota Valarezo. (O)