Investigador, docente y alumno de la U. Central
La Universidad Central del Ecuador forjó a varias generaciones de estudiantes amantes de la medicina. Fernando Sempértegui aparece en una de esas listas. Su nombre sigue escrito, pero ya no consta solo como alumno o docente, pues desde hoy es el nuevo rector de esta casa estudiantil que lo recibió cuando apenas era un joven soñador de 18 años que quería investigar y ayudar a la humanidad vistiendo una tradicional bata blanca.
La obsesión por conocer lo que está lejos del ojo humano está en los genes de este lojano de nacimiento.
“Su pasión es descubrir cosas que puedan ayudar a la sociedad, especialmente a las personas con más necesidades. Desde que lo conozco tuvo esa iniciativa de ayuda social”, comentó Miriam Díaz, la mujer de su vida, quien también fue su novia en las clases de anatomía de la Central y ahora es madre de sus tres hijas: María Fernanda, Paulina y Ana.
Miriam ha estado a su lado desde hace 43 años. Por eso admira su inteligencia, responsabilidad y honestidad, aunque entre risas expresó que su perfeccionismo le puede jugar a veces en contra.
Fernando Sempértegui nació el 24 de agosto de 1945. Se educó en el Colegio de los Hermanos Cristianos de Loja. Años después, la capital lo acogió y realizó sus estudios superiores, en donde obtuvo el título de Doctor en Medicina y Cirugía, en la Universidad Central.
Su afán por continuar estudiando se cristalizó cuando viajó a EE.UU. y México para concretar algunos posdoctorados en biología molecular y medicina social. “Emigramos con él, la prioridad era que la familia no se distanciara”, dijo Miriam.
Esa profesionalización constante lo ha convertido en autor de 40 publicaciones científicas y 10 libros especializados. Ha sido conferencista, revisor de textos internacionales y acreedor de varios reconocimientos. En la década de los 90 evaluó la vacuna contra la malaria, y ahora, aunque tiene una nueva responsabilidad como rector, continúa investigando.
Desde agosto, junto a su colega Bertha Estrella trabajan en un programa nutricional e investigan la prevención de las infecciones respiratorias en personas de la tercera edad que viven en el barrio popular de Atucucho, al norte de Quito.
“Es muy perseverante en el trabajo, muy caballero y sensible con la gente. Así es Fernan”, dijo Bertha, refiriéndose al doctor con cariño.
Ella fue su alumna en la Central y, además, realizó su tesis de posgrado en pediatría con la tutela de Fernando. “Fue tenaz, una odisea, pues tenía que escribir la tesis en máquina de escribir. El doctor me tachaba un montón de cosas, quería que quedara perfecto. Ya no me acuerdo cuántas veces repetí, pero al final publicamos mi tesis en un libro”, comentó su colega.
Han recorrido juntos varias provincias del país realizando investigaciones en Esmeraldas, Latacunga, Quinindé. Como anécdota recuerda que en Borbón navegaban en un bote en compañía de un reconocido investigador colombiano y Enriqueta de Naranjo, la esposa de un exministro de salud ecuatoriano, realizando un estudio, cuando el bote se volcó y todos cayeron al río. “Son gajes del oficio, afortunadamente solo fue un susto. Luego vinieron las risas. Así pasa cuando uno hace investigación”, expresó.
En el ámbito administrativo, quizá sea Cristina Molina, su secretaria, la persona que más lo conoce, pues comparten oficina en el subsuelo del Laboratorio de Inmunología de la facultad de Medicina de la Central. “Se puede confiar en él porque da muy buenos consejos, es comprensivo. Eso sí, siempre hay que decirle la verdad, él reconoce si le están mintiendo”, advirtió.
Sempértegui es docente en horario matutino. Y es muy exigente con los alumnos, especialmente con la disciplina en los laboratorios. “Se enoja un momento, se pone rojo. Y con la mirada lo dice todo, pero al minuto le pasa. Le gusta, mejor dicho, le encanta la perfección”.