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El Telégrafo
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El ‘dropsonde’ mide la temperatura

Garrett Black compara las tormentas con montaña rusa

Garrett Black, apodado cazador de huracanes, realizará su misión como oficial de meteorología del avión WC-130J de la Fuerza Aérea estadounidense.
Garrett Black, apodado cazador de huracanes, realizará su misión como oficial de meteorología del avión WC-130J de la Fuerza Aérea estadounidense.
Foto: AFP
15 de mayo de 2017 - 00:00 - Agencia AFP

Miami, Estados Unidos.-

El año pasado, Garrett Black voló a través del huracán Matthew de categoría cinco que azotó el Caribe y el sureste de Estados Unidos. “Es como una montaña rusa”, se ríe el meteorólogo, listo para volver al ojo de la tormenta. Literalmente.

“Es emocionante”, dice Garrett sobre su misión como oficial de meteorología del avión WC-130J de la Fuerza Aérea estadounidense, apodado ‘cazador de huracanes’.

Con cinco tripulantes a bordo (dos pilotos, un navegador y dos meteorólogos), la robusta nave gris vuela a 10.000 pies de altura y atraviesa las tormentas para medir su fuerza y dirección.

“Normalmente tenemos un preaviso de 24 horas”, contó el oficial. “Si la tormenta está cerca de la costa, iremos muchas veces. Puede llegar a ser muy movido... Es como un paseo en una montaña rusa”.

Garrett y otros cuatro tripulantes de dos cazadores de huracanes eran parte de una presentación al público que tuvo lugar en un pequeño aeropuerto en Opa Locka, Miami.

La misión de los cazadores de huracanes consiste, entre otras cosas, en lanzar sobre distintas áreas de la tormenta, así como dentro de su ojo, unos pequeños cilindros llamados ‘dropsondes’, que contienen intrumentos de medición y llevan un pequeño paracaídas.

El ‘dropsonde’ mide la temperatura, la humedad, la presión barométrica y la velocidad y dirección de los vientos. Luego, con su transmisor de radio interno, envía los datos a la nave, que a su vez los retransmite al Centro Nacional de Huracanes (NHC).

“Volamos a través de la tormenta, de las paredes del ojo del huracán, y allí lanzamos los dropsondes”, explicó Garrett.

Todo esto en medio de vientos que, como Matthew el año pasado, pueden alcanzar 270 km por hora. “Normalmente no me pongo muy nervioso”, dice Garrett. “Entrenamos mucho, estamos bien preparados. Nunca tuvimos un accidente durante una tormenta”.

La información que envían los cazadores de huracanes al NHC hacen la diferencia entre la vida y la muerte en tierra firme. (I)  

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