Las fusayolas guardan parte de la historia de Manabí
La vida cotidiana de los antiguos pobladores de la cultura Manteña que habitaron en las zonas costeras y del interior de Manabí está escrita en las fusayolas o torteros.
Se trata de piezas en miniatura de barro cocido que miden entre medio y dos centímetros de diámetro. Los artesanos de la milenaria cultura elaboraban estos fragmentos que eran ubicados en el interior de ollas también de barro que han sido encontradas por huaqueros y arqueólogos en varios sectores de Manabí.
Uno de los lugares representativos en esta región donde se conserva la herencia de las fusayolas es en el poblado La Pila. Ahí existe un pequeño museo de esta parroquia del cantón Montecristi, centro-este de la provincia. La guía del lugar, Yahaira Santana, no duda en mostrar a los visitantes las fusayolas que han sido encontradas en la zona por agricultores que realizan excavaciones para construir casas.
Estas piezas han sido donadas por los habitantes de la parroquia, la gente pregunta mucho por estos diminutos elementos, hay varias incógnitas en torno a ello, afirma. La activista cultural de Portoviejo, Alexandra Cevallos, colecciona desde hace 40 años las fusayolas. Son todo un enigma, llevan mucha información en su diminuto volumen, muchos historiadores y arqueólogos aún tratan de descifrar los trazos y dibujos que son visibles en mayor dimensión pero usando una lupa.
Agrupadas en forma de un collar, las fusayolas encontradas en la parroquia La Pila, cantón Montecristi, forman parte de la historia que está aún por contarse a través de estos elementos que fueron elaborados en barro.
Cevallos -desde 2015- montó una exposición temporal que luego se transformó en indefinida en el Museo Archivo Histórico de Portoviejo (MAHP). “Debía compartir con la gente toda la información que llevan las fusayolas”.
Cevallos tiene aún en su poder otras 4.000 piezas más y cuenta que su objetivo es nutrir la exposición que lleva tres años y despierta la atención de quienes llegan al museo.
Para dar facilidad a los interesados en la muestra, se han ubicado lupas con las que se pueden observar los detalles de los trazos en cada fusayola. De acuerdo al acercamiento quedan al descubierto los dibujos que fueron trabajados con mucha minuciosidad.
Pero, ¿qué información tienen las fusayolas? Carlos Wellington, promotor cultural del MAHP, cuenta que los trazos en las diminutas piezas son una serie de pictogramas que se repiten en todos los elementos, se presentan en los más pequeños o los más grandes. Se puede encontrar información de animales como el búho, pelícanos, monos, entre otros.
Además en más de 1.000 piezas de la colección que hay en museo han sido detectadas 70 especies de peces, que pueden ser similares por ejemplo a las caritas y camotillos afirma Wellington.
Aunque no se han determinado aún qué significaban las fusayolas, estas tienen en cada uno de los trazos y dibujos elementos que también muestran una especie de mapa con la presencia de ríos, reseña. “Las fusayolas, podrían ser elementos que eran usados para el hilado en el marco del desarrollo de la textilería de la época, pero no es confirmado aún”, explica.
Los torteros o fusayolas están presentes a lo largo de las culturas antepasadas en Latinoamérica. Sus usos pueden ser hasta como medios para mostrar parte de sus costumbres y su vida cotidiana en cada localidad, afirma Wellington.
Las fusayolas son de varios colores que da el barro cuando es cocido. Entre ellos el negro, café, café oscuro y de una tonalidad naranja. Es el barro milenario que las preserva muy bien hasta la fecha. (I)
En el pequeño museo de la parroquia La Pila, Yahaira Santana muestra las fusayolas que forman parte de las piezas donadas por vecinos del lugar.