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Fiesta de los toros se enraíza en Girón

La imagen del señor de Girón es venerada y se cree que es muy milagrosa según los habitantes del cantón azuayo.
La imagen del señor de Girón es venerada y se cree que es muy milagrosa según los habitantes del cantón azuayo.
Fotos: Fernando Machado / EL TELÉGRAFO
02 de agosto de 2018 - 00:00 - Rodrigo Matute Torres

Una de las tradiciones más arraigadas dentro de la provincia de Azuay es la “Fiesta de los Toros” en el cantón Girón. Por más de 100 años, los habitantes de las comunas festejan a su imagen también llamada “Señor de las Aguas”.

 Durante el mes de noviembre, los priostes de estas fiestas “derrochan” dinero para atender a sus invitados, amigos y vecinos.

 Los “alcaldes”, así conocidos (priostes), en muchas de las ocasiones llegan desde el exterior y en especial de Estados Unidos.

Dentro del festejo los invitados participan en el corte de leña, material que sirve para preparar los alimentos.  

La fiesta en sus comunas dura siete días, tiempo en el cual se sacrifican animales (reses), cuya carne es aprovechada para alimentar a los visitantes.

Según Joaquín Pauta, integrante de la banda de músicos Centenaria del cantón Girón, la fiesta se ha convertido en una parte del convivir de los habitantes de este cantón azuayo cada año.

“No me imagino sin la fiesta de los toros”, manifestó el músico y agregó que esta celebración se ha transformado en una de las más comentadas en la provincia y el país.

El año anterior, en el sector de Santa Marianita, 5 kilómetros antes de llegar a Girón, la fiesta en honor a la imagen comenzó a las 5 de la mañana y este año sucederá lo mismo.

Un café muy caliente esperaba a los familiares, vecinos, y amigos de la familia, mientras la banda de músicos no dejaba de entonar canciones del folklore ecuatoriano.

En la parte exterior de la vivienda los cohetes despertaban al vecindario en medio del frío de la madrugada.

A eso de las 8 de la mañana, los priostes comenzaban a preparar los cuyes, más de 100, que eran asados para dar a los acompañantes que a esa hora ya pasaban del centenar y estaban concentrados en un espacio verde de la vivienda.

Varias personas llegaron desde el exterior, expresamente, para participar en estas fiestas.

Sus padres les habían comentado sobre estas tradiciones y aprovecharon la oportunidad para correr con los toros que a media mañana fueron soltados en el potrero.

Por más de 30 minutos corretearon a los animales por las pequeñas praderas, mientras los músicos no cesaban de tocar sus piezas y los cohetes detonaban.

Desde la parte alta de la colina y con botella en mano los priostes brindaban aguardiente a los invitados. Tras la corrida, uno de los toros tenía que ser sacrificado.

La fiesta se extendió hasta altas horas de la noche, donde el prioste (hombre o mujer) se esmeraba por atender a los invitados.

“Sírvanse” se escuchaba decir y agregaban que la bebida era para “frío” y sobre todo para que no se perdieran los ánimos en el festejo.

Susana Poglio vino desde Nueva York el año anterior, pero tras la fiesta retornó a Estados Unidos, donde reside.

Ella fue nombrada prioste 2018, por lo tanto en sus manos está la organización del evento religioso para noviembre. “Que todo sea por mi Señorcito, él nos ayuda mucho, sobre todo a los que estamos fuera”.

Se calcula que cada prioste invierte entre $ 5.000 y $ 10.000 para el festejo.

Además estos personajes hacen gastos para comprar licor, contratar bandas de pueblo; deben invitar a las denominadas “platilleras”, jóvenes que llevan flores y bailan alrededor del “Señor de Girón”, en el sector de Santa Marianita. 

La fiesta de los toros gira en torno a la casa del prioste, que generalmente es de lugares cercanos o comunidades como Santa Mariana, Zapata, San Vicente, Bellavista, Zhatashi, Cachi, Cachiloma, El Chorro y otros.

En cada una hay un prioste que se encarga de comprometer, a su vez, al guía mayor de la escaramuza, las contradanzas, al maestro Chirimoya, al maestro Chimenea, a músicos, sahumeriantes, mayorales, mayordomos, alzador de vacas, cabecillas de disfrazados, parientes y amigos.

Un crucifijo que convoca a todo un cantón
Para la investigadora Ana Luz Borrero, en su texto “La Fiesta de los Toros en Girón”, este es un ejemplo de inmanencia de la cultura indígena, versus una trascendencia cristiana “como un resultado de un sincretismo religioso”.

Para Borrero, la fiesta de los toros es la forma como se mantiene la identidad agraria donde convergen ciertos elementos de un cristianismo colonial, “o más bien un catolicismo en su versión española del Siglo XVI, con elementos prehispánicos”.

El “Señor de Girón” es un Cristo crucificado.

Esta imagen fue parte de la donación que hiciera Juan de Dios Salinas, un español que poseía minas en la zona de Cañaribamba o Chauraurco.

La fiesta se realiza en sectores como Zapata, Pucucari, San Vicente, Moisol, Zula, La Cofradía, Zhantashí, El Cristal, entre otras comunidades.

El “Señor de las Aguas” es muy milagroso, cura las enfermedades, protege las tierras de las inundaciones, al ganado de las enfermedades, evita el robo de los animales y hace llover en los veranos prolongados que soporta la región.

Para ello se entrega al “Señor” lo mejor de su rejo, el cual es cuidado de preferencia sin hacerle trabajar ni maltratarle. (I)  

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