‘Fauna urbana’ caminó por las aceras quiteñas

Uno que otro ladrido y un incesante movimiento de colas, unas largas y otras diminutas, no faltaron ayer en la marcha ‘Los animales sí me importan’, como parte del día internacional del perro callejero, que busca sensibilizar a las personas sobre el respeto que merece la fauna urbana.

El colectivo Manada Quiteña, autor de la iniciativa, quiere establecer un registro de todas las organizaciones encargadas de la salud, rescate y bienestar animal que laboran en la Capital. Además, elaborar un censo que determine el número exacto de animales domésticos que han sido abandonados.

En Quito actualmente existe la ordenanza municipal 048, que determina las guías que debe observar una persona para poder tener un animal de compañía en su hogar.

“Nuestro fin no es el cambio de la ordenanza 048, sino avanzar y articular el trabajo de veterinarios solidarios, de los albergues temporales para crear una gran red de rescatistas que nos permita darnos la mano entre todos en cosas como buscar el alimento para los animales que se rescaten”, refirió el concejal Mario Guayasamín, parte de la iniciativa.

Otro de los objetivos que busca el colectivo, según se explicó, es frenar la compra de mascotas y orientar a la ciudadanía hacia la adopción, y evitar así la mercantilización de los animales. “Queremos que exista conciencia en las personas de la importancia de adoptar en lugar de comprar, ya que hay muchos animales que necesitan de un dueño responsable”, dijo María Suárez, parte del colectivo.

La mañana de ayer no fue la soleada de los días anteriores y eso ayudó para que las mascotas esperen con paciencia que sus dueños se registren y reciban el sticker previo al evento.

Hubo variedad de razas, desde la más pequeña conocida como ‘salchicha’ hasta labradores, pero todos, sin excepción se mostraron educados. Ninguno provocó a otro para que se desate una pelea. Al contrario, se mostraron animados y hasta amorosos entre sí, tanto que sus dueños debieron ‘amarcarlos’ para poder iniciar la caminata por el norte de Quito.

Ya en la marcha, todos fueron a un mismo ritmo. Tomados del collar por sus dueños, parecía que hubieran ensayado el desfile por la precisión de sus movimientos que alborotaron de emoción a los infantes que los miraban en el trayecto.

Durante la caminata se observaron carteles que llamaron a la reflexión de la ciudadanía, como aquel que decía: “Quien alimenta a un animal hambriento alimenta su propia alma”. Hubo otro en el que se expuso: “No podemos exigir que ames a los animales, pero sí que los respetes”.

El jadeo constante evidenció el cansancio de las mascotas, por eso todas recibieron a la llegada dotaciones de agua y uno que otro hueso especial para entretenerse. “Me parece excelente esta iniciativa, porque es hora de que todos nos hagamos responsables por las mascotas que adquirimos, ya que no son juguetes para tenerlos por un rato y luego abandonarlas”, resaltó Consuelo García, quien fue parte de la caminata con su mascota Rufo.