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Ecuador, 22 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Falta de un texto dificulta el aprendizaje del inglés

Cuando empieza el año escolar,  Santiago se enfrenta por enésima vez a la construcción gramatical que lo   atormenta: el verbo to-be.  Esto de “ser” y “estar” en espiral durante todos los años,  aburre terriblemente al estudiante quiteño.

Quienes aprenden un segundo idioma en la adolescencia o en la vida adulta,   deberían conocer vocabulario, estructuras del lenguaje o gramática, y al mismo tiempo  aprender a escribir, hablar, leer y escuchar.
Sin un texto guía, acceso a libros o estrategias que permitan desarrollar todas las destrezas, los jóvenes pueden encontrarse como Carolina Dávila, quien a sus 17 años  escribe en inglés, pero no “entiende cuando los gringos le hablan”, un aspecto de su formación que le preocupa.

Investigaciones previas y descripciones de los estudiantes  revelan algunos aspectos de los procesos de enseñanza y aprendizaje de inglés en Ecuador. Según testimonios de los estudiantes, no existe un texto guía para todos los miembros del sistema, que recoja un programa de enseñanza, planificado y entregado de forma gratuita por el Ministerio de Educación para esta materia.

13.13 sobre 20 es el promedio

Durante las evaluaciones realizadas en el 2010 por el Proyecto de reforma curricular de inglés del Ministero de Educación  a 5.022 profesores de esta materia, el  74% de ellos se situó en un nivel inicial y el 25,6% en un nivel intermedio.

También fueron evaluados ciertos estudiantes de décimo año de educación básica y de tercer año de bachillerato, quienes obtuvieron un promedio general de 13 sobre 20.

“La enseñanza del idioma inglés se divide en dos partes, una es el lenguaje y la otra, el desarrollo de habilidades: escribir, hablar, escuchar y leer”, explica Emma Pedlye, directora del Centro de Lengua Extranjera, de la Universidad Politécnica del Litoral, que tiene además un certificado Celta (Certificate in english lenguaje teaching to adults) de la Universidad de Cambridge.

“Es importante contar con un programa sólido de estudio de Lengua y  esto no solo depende de cuan competentes sean los maestros”, señala David Jarrín Zabala, máster en Lenguas y literaturas modernas, de la Universidad Libre de Bruselas, traductor-intérprete y profesor de francés, inglés y ruso como lengua extranjera.

Contar con materiales didácticos, que los docentes tengan cada año acceso a métodos, seminarios y documentación actualizada, son elementos que, Jarrín considera, servirían para mejorar el sistema de enseñanza: “Todo esto es responsabilidad del sistema, no como se quiere hacer creer, del maestro exclusivamente”.

Cinthia Sánchez  tiene  16 años y estudia en el tercer año de bachillerato del colegio  Dr. Luis Felipe Borja, ubicado en el sector de la Prosperina, de Guayaquil.  Ella participa durante tres horas cada semana en las clases de inglés.

Utiliza para estudiar los textos que los profesores llevan a las clases y un libro que compraron por $8.   Una situación similar se registra en la escuela fiscal Monte Sinaí-Ebenezer, donde  tampoco trabajan con un libro determinado por el Ministerio de Educación; sin embargo la directora,  Elsy Rodríguez, explica que desde el 2010 ejecutan un programa interno para la enseñanza de este segundo idioma.

En Monte Sinaí los docentes  se concentran en los niños que ingresan  en la educación inicial,   ellos estudiaban inglés durante cinco horas a la semana, dando especial énfasis a las destrezas del habla y la escritura. Este programa se ha visto modificado en tiempo, ya que el  ME designó una profesora que trabaja bajo la modalidad de contrato, pero ella sola debe enseñar a 748 estudiantes, por lo que han tenido que reducir la enseñanza general a  2 horas semanales de inglés.

¿Para qué se necesita un libro?

Edwin Jaramillo, docente con 8 años de experiencia,  considera que en la instrucción ecuatoriana no ha existido un sistema curricular unificado, ni en las metodologías empleadas ni en los textos de estudio.

¿Por qué es necesario tener un libro para un sistema formado por  profesores que se sitúa en los niveles básico e intermedio? Pedley explica que un texto guía puede ser muy útil para los maestros  que no tienen mucha experiencia, que además pueden no  saber mucho del idioma, “porque si es un buen libro, te da una estructura de cómo llevar la clase”.

La profesora califica como buen libro a un texto que esté dividido entre la enseñanza, lenguaje y el desarrollo de destrezas, porque eso  “asegura que aunque yo no planifique mi clase, tomo el libro y mis estudiantes van a tener una variedad de actividades que les van a enseñar lenguaje y que además desarrollarán las destrezas”.
¿Qué pasa si no hay libro? El profesor puede no saber qué dictar o se decidirá por ejercicios de escritura sin desarrollar otras destrezas como la lectura o la escucha.

“Si no tuviese el libro, tendría que tener mis propias lecturas, mi propio audio,  me va a tomar cinco horas para planificar la clase y eso no va a pasar en los colegios, donde sabemos que los profesores trabajan bastantes horas”, considera.
El libro además le permite al docente  que no conoce una metodología, familiarizarse con ella.
Sin embargo, otras experiencias  revelan que no siempre es necesario un texto, siempre y cuando el profesor tenga acceso a una biblioteca donde pueda fotocopiar textos con actividades: “Para que un docente trabaje así, tiene que estar muy bien capacitado para estructurar la clase”, detalla Pedley.
La Secretaría  de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación presentó este año un plan de becas para los maestros del sistema público. 141 profesores viajaron a Estados Unidos para estudiar durante dos meses. Actualmente se están ofreciendo 500 becas. En total, 641 personas se capacitarán entre el 2012 y 2013. Si tomamos en cuenta que inicialmente 5.022 profesores fueron evaluados, el 12% de ese total se estaría capacitando en el extranjero durante seis meses.  Al regresar, ellos deberán incorporarse al sistema público de educación.
El mes pasado el  presidente Rafael Correa anunció que los profesores de inglés serán evaluados. Con ese objetivo contrató los derechos del Educational Testing Service  para aplicar el examen  TOEFL.

“La evaluación sin inversión previa solo puede servir para indicarnos donde empieza el trabajo, no puede servir para sancionar a nadie, sobre todo en un sistema que siempre ha tenido recursos materiales limitados”, considera Jarrín, quien recomienda  estructurar la enseñanza en niveles distintos, basados en las capacidades del cuerpo docente y el alumnado.

“Obviamente aquellos profesores que aparentemente no disponen de conocimientos medios del inglés deben seguir formaciones, sin que estas afecten a sus salarios y a sus derechos laborales”.

Según las disposiciones presidenciales, los profesores deberán someterse a un examen considerando el Marco común europeo de referencia para idiomas, explica Pedley.

Entonces, aquellos que se sitúen en el nivel A serán catalogados como usuarios básicos que conocen palabras básicas de inglés. Los que obtengan el B integrarán la clasificación de usuarios independientes, que demuestran su capacidad de interactuar con el idioma en un país extranjero, con ciertos errores.

El nivel C está destinado a usuarios avanzados: “Se trata de una persona nativa y educada”.

¿Cómo enseñar a los niños?

El juego como vehículo para el aprendizaje de un segundo idioma es la vía que recomiendan los profesionales para conseguir un aprendizaje satisfactorio en la infancia.

Las frases hechas, el escuchar y repetir sin profundizar en aprendizajes gramaticales, permite a los niños aprender vocabulario.

“Se dice que a partir de los 12 y 13 años, la adolescencia, se puede enseñar inglés u otro idioma de una manera estructurada, explicando lógicamente cómo se forma la gramática; a los niños hay que enseñarles a través de juegos y repetición de palabras” aconseja Pedley.

El aburrimiento y las clases

“La profesora nos dijo que no quería que pasemos el año sino que entendamos lo que dicen los artistas de Hollywood”, recuerda Carlos Puentes, ex alumno del colegio Ecuatoriano Suizo. “Ahí se me hizo más divertida la materia”.

Desde  entonces dedica su tiempo  a leer revistas y a ver películas con subtítulos en inglés. “Ahora entiendo mejor el idioma”, confiesa.

David Estrella, profesor universitario  que obtuvo el certificado Celta de Cambridge, explica que es importante buscar estrategias para que el estudiante no se aburra con el texto de un libro. “Si tienes una lectura sobre el calentamiento global, puedes emplear otros recursos que nos rodean, como videos, para hacer la lectura más interesante”.
Empezar el estudio de una segunda lengua con la gramática puede ser catastrófico.

“Estoy seguro que es el factor que hace creer a mucha gente  que no tiene el talento o los dotes para los idiomas. Es importante empezar a estudiar lenguas lúdicamente, creando justamente esa memoria emocional que nos permitió decir papá o mamá cuando aprendíamos a hablar”, detalla Jarrín.

Pone como ejemplo a los migrantes ecuatorianos, que se comunican satisfactoriamente en varias lenguas europeas, “gracias al estímulo emocional de la inmersión en el medio nuevo”, explica.

¿Cómo puede el gobierno generar trabajo? Es el tema que un grupo de estudiantes del Celex se plantea en su clase de inglés, respondiendo a una pregunta de su libro.

Un joven propone, en inglés, que  el gobierno podría crear más universidades para  generar una mayor cantidad de  empleo.

Ellos toman la palabra y contestan las preguntas que su profesora les formula en inglés, elaborando argumentos sobre temas políticos y medio-ambientales.

¿Por qué aprender inglés?

El idioma que se habla con mayor frecuencia en el mundo es el chino, le sigue el español y, finalmente, el inglés. Sin embargo, en las principales universidades del mundo se habla este idioma como alternativa a la lengua local.
“Creo que la importancia que el sistema educativo debe dar a la enseñanza de lenguas debe ser mayor. Se supone que impulsar el turismo va a salvarnos de la pesadilla extractivista, invertir en el conocimiento de idiomas es una etapa importante para ese objetivo”, considera Jarrín.

“El inglés se ha convertido en una lengua franca, las multinacionales realizan sus negocios a nivel mundial y necesitan un idioma común; además, Inglaterra tiene una industria financiera muy fuerte”, considera Pedley.

Este diario intentó comunicarse con el Ministerio de Educación, pero no obtuvimos respuesta.

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