La falda montuvia manabita despliega historia y destreza
La elegancia y donaire son parte de las características de la falda con rasgos montuvios en Manabí. Hace medio siglo esta prenda de vestir mutó. Pasó de ser un elemento esencial y cotidiano de las mujeres en los campos de la provincia, a un artículo que es y ha sido promocionado por los colectivos culturales de danza de la región.
La falda montuvia manabita es utilizada actualmente por las mujeres que forman parte de los grupos de danza. Con sus ocho metros de tela, llena de estampados y colores vivos, permite a las bailarinas realizar movimientos únicos al son de la música montuvia.
Eso lo sabe Jessy Sánchez de Camino, directora del grupo de danza de Manta Spondylus. Las 20 chicas de este colectivo de danza, entre adolescentes y jóvenes, visten en sus presentaciones faldas amplias y tacones de baja plataforma.
“La falda es parte de nuestra esencia, pues a más de que nos permite movernos con destreza en cualquier tipo de escenario, es la prenda que nuestras abuelas, madres y antepasados vistieron, por lo que sigue viva a través de los colectivos de cultura”, afirma Sánchez.
La amplitud de su diseño permite a las bailarinas trazar figuras, olas y hasta dar saltos con mucha facilidad en los escenarios.
Las bailarinas tienen que hacer un espacio en sus roperos exclusivamente para guardar la falda, debido a lo abundante del material y encajes, asegura.
El uso de la falda montuvia manabita se remonta a la época colonial.
Según el investigador cultural y fundador del grupo Montedearte, del puerto de Manta, Carlos Delgado Mendoza, desde 1860 y hasta donde ha podido indagar, el modelo de falda que se prolongaba hasta los talones fue una copia de la prenda que vestían las religiosas que llegaron a Manabí.
Para diferenciarlas del atuendo religioso, siempre negro, las faldas de las mujeres manabitas eran de colores pasteles, también sus pliegues se prolongaban hasta el tobillo, afirma el estudioso. Esta prenda de vestir en los campos de Manabí tenía su propio diseño. Larga hacia abajo y en la parte de la cintura había un sujetador que se convertía en una especie de lazo de tela de cinco centímetros de ancho, que servía para adherir la falda al talle.
En los desfiles el atuendo que lucen las niñas, adolescentes, jóvenes, adultas y adultas mayores llama la atención del público que las llega a mirar.
Para 1920, las faldas ya no eran solo de colores pasteles, habían llegado los estampados que se convirtieron en la moda del momento. Pero en 1968, con el nacimiento de los grupos de danza, la falda es utilizada para ser protagonista desde entonces y hasta la fecha de los bailes matizados al son de los ritmos folclóricos montuvios.
Están por todos lados, son las niñas, adolescentes y jóvenes cuyas madres buscan a las artesanas costureras para que les diseñen y cosan sus faldas que serán utilizadas en sus presentaciones, explica Asunción Villa, gerente propietaria de la casa de modas Karen Pamela, de Manta.
Lleva abundante material, tiene que ser una prenda muy generosa en los pliegues para que las bailarinas puedan ejecutar sus movimientos estilizados, cuenta Villa.
La falda no solo es la prenda de vestir, es un elemento primordial para que la danza folclórica montuvia tenga su estilo y presencia propia, las bailarinas le dan vida, cuenta la docente universitaria Elena Arias.
Los grupos folclóricos de danza montuvia superan los 25 en toda la provincia. Las bailarinas luces sus faldas con los colores de Manabí.
Y es que las coreografías se enriquecen mucho con los colores vivos de las faldas, el oleaje que forman en los escenarios atrapa a quienes llegan a mirar sus espectáculos que previamente tendrán horas y horas de ensayos, afirma la académica.
Los repasos se realizan con las faldas. Las bailarinas aprenden a manejar la prenda desde los filos donde -según Delgado Mendoza- sin duda se cuenta la historia de la provincia pues las mujeres del campo recogían la extensa falda cuando realizaban sus labores de hogar, como lavar la ropa.
En Manabí la falda es utilizada por las bailarinas de 25 grupos aproximadamente.
También esta prenda tiene su propia historia en las provincias de Esmeraldas, Los Ríos, Guayas, El Oro y Santa Elena.
El denominador común es que siempre fueron largas y de acuerdo a la región llevaban más o menos tela. (I)