Exhibición en alto relieve permite a los no videntes apreciar el arte
¿Quién dice que el arte solo se aprecia con los ojos?, expresa Luis Mantilla, mientras palpa con sus manos las formas de uno de los 23 cuadros del artista plástico Eduardo Arreaga, conocido como Lalinchi.
Debido a una enfermedad congénita, la visión de Mantilla fue decayendo en el transcurso del tiempo. Eso no fue impedimento para que el joven universitario deje de ir a teatros y museos para disfrutar de una exposición.
Aunque reconoce que muchas veces se impide que las personas toquen los cuadros o las esculturas, las creaciones de Arreaga son la excepción.
El artista guayaquileño se enfocó en montar una galería incluyente. Por ello, sus cuadros elaborados en alto relieve permiten a las personas no videntes apreciar el arte a través del tacto. Cada pieza cuenta con un texto escrito en braille.
Arreaga cuenta que la idea nació en 2004 cuando fue invitado a participar en la Bienal de Arte No Visual en el puerto principal.
En esa ocasión su trabajo no fue expuesto, pues los organizadores le pidieron que retirara los textos en braille. El artista se opuso y a partir de esa experiencia empezó a recopilar obras con las características necesarias para llegar al público con discapacidad visual.
“Con sus manos las personas no videntes pueden ver la obra sin verla. El alto relieve les permite usar su intelecto e imaginar lo que está plasmado sobre el lienzo”, señala el artista durante su visita a la capital.
La muestra ‘El braille y el arte’, organizada en Quito para el público en general, fue inaugurada el 19 de septiembre y estará abierta hasta el 26 de octubre en la sala Eduardo Kingman, de la Casa de la Cultura Ecuatoriana.
Durante el montaje de la exposición, Arreaga salió a las principales calles de su ciudad natal y conversó con los ciegos que encontró en su camino. A todos les hizo la misma pregunta: “¿Qué les gustaría apreciar en un cuadro o en una escultura?”.
Las respuestas variaron desde poder sentir la textura de la piel de un animal salvaje hasta la contextura de un planeta del sistema solar. Precisamente, uno de sus cuadros denominado Eclipse lunar, permite a los visitantes palpar las formas de los astros.
Antes de estrenar su trabajo, el guayaquileño presentó sus obras a Juan Pino, profesional con discapacidad visual que hizo las primeras pruebas sobre la efectividad de las piezas. Pino también lo ayudó a conocer -lo básico- sobre el braille.
Arreaga se pasea por la sala donde se exhibe su obra, se acerca a los visitantes videntes y no videntes para conversar y recoger sus sugerencias.
Wilson Reinoso recoge su bastón, lo guarda en el bolsillo derecho de su abrigo y con las yemas de sus dedos empieza a leer el nombre del cuadro. Se tarda un poco y dice: “Aquí falta una letra”, Arreaga se acerca y aprecia que un punto de la escritura en braille se cayó. Inmediatamente busca la forma de remplazar la pieza.
La fusión de las técnicas que usó el artista para montar sus obras se denomina escultopintura.
“Las personas con discapacidad visual son relegadas del espacio de los museos. Con esta muestra se los está integrando al mundo del arte en el país”, dijo. (I)