Estudiar Medicina es el próximo paso de los mejores puntuados
Cuando era niño Luis Andrés Parra Ordóñez vivió de cerca situaciones duras que marcarían su vida... Uno de sus abuelos falleció por cáncer al pulmón y su abuela, posteriormente, por cáncer al útero.
Esta experiencia impulsó a Andrés para decidirse a ser doctor, pues quería aliviar el dolor de las personas. Se lo contó a su madre cuando cursaba el séptimo año de básica en la Escuela Domingo Faustino Sarmiento.
“Mami, quiero ser médico para ayudar y tratar a la gente que tiene tanto dolor y prevenir que se muera”, fueron las palabras que María Armijos escuchó cuando su hijo tenía 12 años.
En Carapungo, en el norte de Quito, vive esta familia monoparental. La madre de Luis Andrés es psicóloga infantil del Colegio Alfonso Laso Bermeo, mientras que él es estudiante del tercero de bachillerato de la Unidad Educativa Experimental Manuela Cañizares. La más reciente alegría que esta pequeña familia recibió fue conocer que Luis Andrés obtuvo el primer lugar -de un total de 98.144 personas- en el Examen Nacional para la Educación Superior (ENES), desarrollado el pasado 20 de abril.
Las semanas previas a la evaluación que marcó el futuro de Luis Andrés, de 17 años, acudió tres horas diarias y tres veces por semana después de clases a un curso preuniversitario ubicado en el centro norte de la capital, para repasar sus conocimientos en razonamiento verbal, lógico y abstracto.
Los nervios provocaron que el estudiante -fanático del género musical heavy metal- se equivocara en una sola pregunta, obteniendo como resultado 994 puntos sobre 1.000.
“Fallé en la pregunta ocho que valía seis puntos, era de razonamiento verbal. Todas las preguntas tuvieron su grado de complejidad pero me preparé y tuve la esperanza de obtener el puntaje necesario para acceder a una beca. Antes de entregar la prueba, la revisé por 15 minutos, y 16 días después supe que gané el primer lugar”, aseguró Luis Andrés.
Este joven, el orgullo de María, nació el 29 de noviembre de 1995, “Mi hijo es muy obediente, me escucha, siempre solicita mi asesoramiento y le propongo alternativas para que tome sus decisiones.
Tiene un corazón bondadoso, carácter agradable y voluntad firme, sin embargo, a veces tiende a frustrarse, pero enseguida busca su equilibrio y se recupera nuevamente”, afirmó la psicóloga con una sonrisa llena de ilusión.
Luis Andrés proyecta esta imagen también en su colegio. Fanny Mayta, profesora de química, aseguró que su alumno es muy exigente consigo mismo.
“Es tranquilo, trabajador y siempre está pendiente de lo que explicamos en el pizarrón. Él es cuestionador, no se conforma con lo que se le enseña y quiere aprender más. Inclusive trae temáticas para discutirlas en clases y solicita tareas adicionales. Le encanta la química”, anotó la profesora.
Luis Andrés recibe sus clases con más de 30 compañeros. Y su puesto (último de la fila) le permite ayudarlos.
Su mejor amiga es Pamela Ortiz, quien se sienta dos puestos adelante de él. “Lo conozco desde octavo de básica y siempre ha sido inquieto, extrovertido, molestoso, pero gran amigo. El día de la prueba estaba seguro de que le fue bien, pero nunca se imaginó que ocuparía el primer lugar. Fue una sorpresa para él”, dijo su compañera.
La alegría de Luis Andrés es compartida también por Daniela Cristina Ordóñez Cárdenas, estudiante del colegio 24 de Mayo.
Ella se posicionó en el segundo lugar de esta evaluación al obtener 989 puntos. Su pálido rostro reveló un ligero sonrojo cuando se refirió a su preparación para ese gran día. Mientras que su tono de voz comprobó su timidez, defecto que afirmó tener.
Daniela es la menor de dos hermanos. El mayor, José Antonio, reside en Cuenca desde hace nueve meses porque estudia la misma profesión que quiere su hermana, Medicina. Sus padres, Manuel y Carmen, se dedican al comercio como parte de su negocio propio.
En el tercer piso de un frío corredor, Daniela ingresa a su aula todas las mañanas de lunes a viernes. En el primer asiento, ubicado en la esquina derecha del salón, ella participa, colabora y aporta a las materias que dictan sus profesores, especialmente matemáticas.
“Tengo el gusto de ser profesora de Daniela desde el primero de bachillerato. Es una niña brillante, tanto en valores como en aprovechamiento. Ha brillado con luz propia en cada paralelo que ha cursado porque es muy destacada y con una disciplina extraordinaria. Es un ejemplo en quien sus compañeras deben mirarse”. Así lo dijo Libia Utreras, docente de esta cátedra en el plantel desde 1975.
Sus padres están muy contentos por este tercer reconocimiento que recibe Daniela. El primero fue al culminar sus estudios primarios en la Escuela Anexa Guayaquil. Su esfuerzo se reflejó al ser la primera escolta del pabellón nacional. Mientras que el segundo fue obtener este mismo puesto, pero esta vez a nivel secundario.
Ambos ganadores están a la espera de una reunión por parte del Grupo de Alto Rendimiento (GAR) de la Senescyt para decidir si cursarán sus estudios superiores en el país o viajarán al extranjero.