Gloria López tiene 52 años y es originaria de San Vicente de Yaruquí
“Estaba desesperada, la busqué como loca por todas partes”
No vive en la pobreza, pero sí en el desorden. Su casa es de cemento a medio terminar y en la parte de atrás el esposo tiene un taller mecánico, el sustento de familia. Al interior hay ropa y zapatos tirados, los cajones a medio abrir en los dormitorios.
Son 6 hijos y cerca de 8 nietos. Al menos la mitad de la familia Tene-López vive en esta casa alquilada de Riobamba. Gloria hoy cuenta la historia que vivió durante la desaparición de su hija Jenny hace “más o menos 4 años, ya ni quiero acordarme”.
Jenny fue engañada e inducida por una ‘amiga’ del colegio Riobamba para viajar a Chile. “Le dijeron que iba a trabajar, que no iba a hacer mucho y que iba a ganar poco. Que iba a ser tratada como familia, pero fue mentira. La hacían trabajar hasta tarde en un restaurante lavando platos cuando aquí nada hacía”, recuerda la madre de 56 años y varias arrugas en sus manos de piel áspera que las mantiene siempre juntas.
Su mirada al inicio de la conversación se dirige al piso, luego de 10 minutos decide contar lo que vivió cuando su hija estuvo en Chile por 6 meses.
No pudo hablar con ella desde su partida, que fue por tierra como ocurre con la mayoría de los menores de edad que se va de Riobamba, engañados por familias de la zona con promesas de ‘trabajar’ y enviar dinero a las familias. En este caso el traslado de la menor no fue de mutuo acuerdo con los padres. Gloria dice que nunca se separaría de sus hijos ‘por plata’.
Cuando se fue Jenny tenía 16 años y viajó 8 días hasta llegar a Santiago. “Allá la señora le quería quitar los óvulos porque no podía tener hijos. Eso fue lo que me dijo cuando se escapó y consiguió un teléfono para llamarme”, cuenta la madre que al enterarse del caso buscó ayuda.
Estuvo en la Dinapen, la Fiscalía y, finalmente, con la Fundación Amauta reunió $ 700 para traer a la menor. “Estaba desesperada, la busqué como loca por todas partes”, recuerda y dice que ya casi nadie en casa habla del tema.
Hoy su hija ya llega a los 21 años y tiene un niño pequeño. Dejó el colegio y es costurera. En un gesto de resignación, Gloria encoge sus hombros y suspira. “No es lo que quise, pero está mejor aquí”.