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Ecuador, 23 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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El Escudo, una obra de arte que se confecciona en 3 días

Janeth Sintaxi (i) aprendió el oficio del bordado de este símbolo patrio hace 13 años. Doña Pilar Gutiérrez heredó de su padre este negocio que tiene 66 años de funcionamiento. Su presentación es la calidad de sus trabajos.
Janeth Sintaxi (i) aprendió el oficio del bordado de este símbolo patrio hace 13 años. Doña Pilar Gutiérrez heredó de su padre este negocio que tiene 66 años de funcionamiento. Su presentación es la calidad de sus trabajos.
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Hilos y sedas plateadas van formando las alas abiertas de un cóndor andino, especie que no llega a los 200 ejemplares en el país.

Janeth Sintaxi, Cecilia Caza y Alexandra Vásquez extienden sobre un caballete de madera, cual lienzo, una suave tela de colores amarillo, azul y rojo. Parece que el ave crece cada minuto.

El terciopelo “nació” en Corea del Sur. Pero las manos de las tres mujeres le dan vida en el Centro Histórico de Quito, en el local Banderines Gutiérrez.   

Una pinchagua (especie de clavo sujeto en una madera) mantiene firme al Escudo Nacional, cuyo Día se recuerda este 31 de octubre. Ellas usan tijera, agujas y goma.

El molde de papel, impreso previamente, es la guía que permite dar puntadas con un aguijón metálico. El piso de madera de la antigua edificación chilla al vaivén de las hábiles artesanas.

Janeth, Cecilia y Alexandra ajustan los tornillos del caballete para modificar el tamaño del diseño. El aparato se estrecha o extiende según el gusto.

Justamente, Janeth perfeccionó su técnica del bordado, a mano, haciendo productos como los símbolos patrios de Ecuador y Quito.  

Piquetes con agujas y horas de dedicación se constituyeron en su “martirio” diario en antaño. Sin embargo, hoy, luego de 13 años de experiencia, obtiene diseños perfectos y domina el arte de hacer escudos. “Cuando vine solo sabía utilizar la máquina de coser”, recuerda.

Sus compañeras son como hormiguitas que puntada a puntada forman algo inmenso. En el caso de ellas, construyen un emblema de 45 centímetros, a todo color.

Las tijeras y los hilos se mueven rápido entre las manos de Cecilia y Alexandra. Ambas manipulan con cuidado el terciopelo que supera el metro de longitud.

Ellas explican que ese material, por su delicadeza, no se puede lavar porque se echaría a perder. Los emblemas de este tipo están destinados para exhibirlos, únicamente, en el interior de los establecimientos o instituciones. Con luz tenue.

Los escudos o bordados que están sobre el lienzo tricolor son los únicos que se pueden cambiar. “Eso se realiza cuando se han deteriorado por el tiempo y aún la tela se encuentra en buen estado”, recomienda Alexandra.

Ese conocimiento de la anatomía de la bandera y de escudos es producto de los 66 años de experiencia que ya lleva este taller.

Doña Pilar Gutiérrez, heredera de la iniciativa, confiesa que ha sido difícil mantenerse después de tanto tiempo.

Sus cabellos plateados han ido asomando tras su medio siglo de vida dedicada a esa materia. Por algo, ella se encarga de supervisar la obra de las 12 personas que crean y diseñan los productos en el local capitalino.

 La  calidad de sus trabajos -enfatiza- marca la diferencia con los demás. Por ejemplo, uno de sus elegantes productos puede llegar a los $ 290.  Esto porque es artesanal.  Un escudo puede tomar tres días de elaboración.

Mayor demanda

En  septiembre, ellas vienen y van rápidamente por los pasillos del lugar. Ese es el mes que más demanda de los símbolos patrios reciben.

Los planteles educativos, en esas fechas, dan inicio a las ceremonias de proclamación de los mejores alumnos. Ellos, por tradición, portan este emblema como representación de su esfuerzo.

Uno de los mayores orgullos de los artesanos de este local es la confección del emblema patrio, de más de tres metros de longitud, que flamea en lo alto del Palacio de Gobierno en Quito.

Esa bandera es elaborada en poliéster y su escudo está plasmado en una serigrafía (técnica de impresión con pintura).

El diseño fue construido en partes y por colores. De esa forma se evita que se mezclen y manchen entre sí ya sobre la tela.

Utilizaron pinturas importadas que tienen más duración en la tela y que no se salen fácilmente con la exposición a la luz. Cada dos años las máximas autoridades solicitan una nueva.

Con ese mismo esfuerzo, las artesanas hacen todos los demás diseños asignados.

A un día que se recuerde en el país la existencia del Escudo, este jueves, las mujeres y hombres que laboran en este espacio trabajan en más símbolos nacionales. Es su manera de hacer Patria. (I)    

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