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Entrevista / Pabel Muñoz / Secretario Nacional de Planificación y Desarrollo (Senplades)

’En una sociedad justa, los que más tienen, más contribuyen al desarrollo’

 ’En una sociedad justa, los que más tienen, más contribuyen al desarrollo’
03 de mayo de 2015 - 00:00

El Secretario Nacional de Planificación y Desarrollo (Senplades), Pabel Muñoz, ingresa por la puerta apresurado. Pide disculpas por la demora debido a una reunión que no podía desatender. Nos conduce a su despacho e inicia la conversación sobre los logros en la reducción de la pobreza y la desigualdad.

Si bien cita las principales estadísticas, también explica cómo la sociedad ecuatoriana concibe ahora la equidad; también comenta sobre la política redistributiva y hace memoria de aquellos momentos de su vida en los que ha palpado más de cerca la vulnerabilidad de la gente y eso lo ha hecho cuestionarse a fondo sobre la injusticia social.

Hay 1,3 millones de personas que dejaron de ser pobres, según la Encuesta de Condiciones de Vida del INEC, que también dice que la desigualdad cayó en 4,8 puntos.  ¿Cuál es el mayor avance: reducir la pobreza o la desigualdad?

Creo que los dos, pero además asociaría un elemento extra que tiene que ver con el aumento del  consumo. La pobreza por ingresos ha caído el 15 puntos porcentuales en el período de Gobierno; por consumo, en 12,5 puntos porcentuales y por necesidades básicas insatisfechas en 16 puntos porcentuales.

Como segundo punto han mejorado los niveles de igualdad en la sociedad ecuatoriana, pues cayendo 0,48 en el coeficiente de Gini por consumo y 8 puntos por ingresos.  Y en tercer lugar, hemos mejorado el consumo en los hogares pobres. La combinación de las 3 cosas es lo que hace a Ecuador un modelo virtuoso. En cambio, en otros países hay caída de la pobreza, pero no de la desigualdad, lo que sigue generando injusticia social y brechas más grandes.

¿El concepto de igualdad tiene que ver con las oportunidades que tenemos todos los ecuatorianos?

Es importante que las sociedades tengan un Coeficiente de Gini bajo (es un indicador para medir la desigualdad de ingresos de una sociedad donde 0 significa la equidad absoluta y 1 la inequidad) para asegurar que haya una mayor justicia redistributiva. Cuando iniciamos en el Gobierno, el 10% más rico de la sociedad ganaba 42 veces más que el 10% más pobre. Ahora hemos bajado 20 puntos. Es decir, que hoy el 10% más rico gana 22 veces más que el 10% más pobre (ya no 42 veces como antes). Vamos teniendo una sociedad en donde los pobres son menos pobres que antes y una sociedad donde la distancia entre ambos es menor. Hay más equidad.

¿Cuál es el modelo perfecto: que la clase baja no esté, sino solo la media y la alta, o que todos estemos en un mismo nivel?

No creo que haya modelo perfecto porque cada sociedad tiene características particulares. Me parece que la perfección no debería estar medida sobre qué tan voluminosos son los segmentos sociales. Evidentemente queremos tener menos pobres, que no haya una sociedad con una riqueza que  sea grosera respecto a sus condiciones sociales y, evidentemente, que haya una mayor clase media. Pero me parece que por ahí no está el tema de cómo mides lo buena y sana que sea una sociedad, sino donde haya más justicia redistributiva.

¿Y cómo maneja el Estado esa política redistributiva? 

Aquí hay un antecedente previo. Si comparamos el período 1998-2006 y el 2006-2014, vemos que hay grandes resultados. La proporción de caída de pobreza en el primer período fue de 14%, mientras que desde que somos Gobierno la proporción de caída es del 32%.

Entre 1998-2006, la pobreza cayó en menor proporción y lo hizo fundamentalmente por crecimiento económico; es decir, por los precios de exportaciones e incrementos del PIB, pero no tomó en cuenta la política redistributiva.

En cambio, en nuestro período (2006-2014) los puntos porcentuales de caída tienen que ver con crecimiento económico, en donde están los precios del petróleo, banano, atún, camarón y el crecimiento del PIB. Pero también interviene una política redistributiva en donde juega un rol importante el acceso universal y gratuito a la educación, salud y una mejor cultura tributaria, en donde no hemos, necesariamente, incrementado impuestos, de hecho bajamos el IVA.

Si se compara con gobiernos anteriores en los que estuvieron Noboa, Gutiérrez y Palacio, la sociedad generó $ 22 millones de  impuestos tributarios, mientras que en nuestro período llegamos a $ 70 mil millones.

El 95% de ese incremento de recaudación en nuestro Gobierno, no es por aumento de impuestos sino por combatir la evasión. Lo que se está haciendo es una sociedad justa en donde los que más tienen, más contribuyen al modelo de desarrollo.

Guayas, Manabí y Pichincha han reducido más la pobreza, ¿qué ha sucedido con las otras provincias?

Todas redujeron pobreza por consumo, eso es una buena noticia. Por ello, no sé si es tan bueno hacer este rankeo. Tenemos retos aún en algunas comunidades en la Sierra Central, en la Amazonía y en algunas comunidades del norte de Esmeraldas. Por eso, hemos elaborado la Estrategia para la Igualdad y la Erradicación de la Pobreza para llegar a los territorios donde están las deudas (sociales).

¿Qué retos tienen en ellas?

El desarrollo rural en ciertos niveles de economía campesina, la economía popular y solidaria y la desnutrición son retos que si los trabajamos bien, tendremos mejores noticias.

Lejos de las estadísticas, ¿Cree que la sociedad ecuatoriana comprende a cabalidad el término de la equidad? Es decir, ¿acepta el hecho de que tenga que pagar más impuestos o que sus hijos estudien con niños que tienen otra condición socioeconómica?

Hay un dato del Latinobarómetro que ubica en primer lugar a Ecuador como un país en el que su gente cree que en este momento hay una sociedad de mayor justicia redistributiva (...) De todas maneras creo que todavía hay una suerte de fenómeno cultural en la sociedad que hay que modificarlo. Es decir, la gente reconoce que hay más justicia, pero en el momento que tiene que hacer contribuciones sociales suele ponerle una mueca al proceso.

La gente acepta un cambio pero espera que no le afecte. Por ejemplo, una persona está de acuerdo con afiliar a las empleadas domésticas, pero quiere que la medida no se aplique en su caso.  Se piensa en pagarle $ 10 más pero  no en asegurarla. Todavía debemos madurar en la cultura de la  aceptación de cambios en la sociedad.

¿Se puede cambiar esta cultura con una política de gobierno o es un examen de conciencia que cada ecuatoriano debe lograr?                                

 Los gobiernos pueden enrumbar para que ese cambio se dé y eso hemos hecho nosotros. Son más las cosas que hemos hecho como Estado que como gobierno. Por ejemplo, con los becarios que salieron a hacer sus estudios por 4 años. Si en ese período hubiera un cambio de Gobierno, esos jóvenes ya no vendrán entre comillas a servir a la Revolución Ciudadana, pero sí al Estado y a la sociedad. Los períodos gubernamentales son cortos para hacer cambios estructurales, pero, evidentemente, sería una irresponsabilidad si un Gobierno como el nuestro no sentaría las bases para que esos cambios se den en el futuro.

Desde su experiencia personal,  ¿qué tan cerca conoce la pobreza?

Tal vez no la conozco tan cerca como las personas que están en esa condición. No podría caer en la petulancia de creer que porque conozco las cifras o porque he visitado comunidades sé de la realidad. Pero hemos trabajado por disminuir esa inequidad.

Lo que más me ha impactado fue conocer que teníamos una sociedad con niveles de pobreza grandes a lado de segmentos muy ricos. Tener que ir a un coctel en el rancho San Francisco con todas las comodidades y después hacer trabajo de campo y enfrentarse a condiciones absolutamente inequitativas, tal vez, fue lo más chocante.

Pero también hay aspectos positivos. A ratos no valoramos lo bueno que fue para el país eliminar el trabajo infantil en condición de riesgo. Otra de las cosas que más me ha golpeado fue ver las condiciones de esos niños cuando yo era viceministro del MIES: saber que estaban trabajando en basurales o como minadores fue muy fuerte para mí. (O)

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