En un matorral de la universidad nació su mayor investigación
Cuando Margarita Rodríguez, periodista de la cadena internacional de noticias BBC de Londres, se comunicó con Eugenia del Pino para informarle que figuraba dentro de las 10 mujeres más destacadas en América Latina, la bióloga quedó sin aliento. “Fue una sorpresa. No lo esperaba, en lo absoluto. Así son los reconocimientos, caen del cielo”.
La BBC, a través del documental “100 mujeres: la mitad del mundo habla”, escogió a Eugenia como una de las científicas más destacadas en el continente americano.
La experta, de 68 años, se ha dedicado a la investigación de la biología del desarrollo de la rana marsupial (gastrotheca riobambae), una especie que se encuentra en los jardines de Quito.
“La rana marsupial tiene en su espalda una bolsa y ahí incuba a sus hijos, un promedio de 100 embriones por cuatro meses. Al momento del nacimiento se abre de la bolsa y deposita en el agua unos renacuajos que miden 2 centímetros de largo”, explica la científica.
El inicio de esta investigación la llevó a hacer comparaciones y descubrir una serie de variaciones en el desarrollo embrionario con otro tipo de ranas como la Xenopus o la Gastroteca, un estudio que inició hace 41 años y que ha sido un aporte para la investigación mundial.
Eugenia realizó un PHD en Estados Unidos. Allá se enfocó en el estudio de otro tipo de rana: la africana Xenopus. Sin embargo, en 1972, cuando regresó al país, constató que en Ecuador no existía el tipo de rana que antes había estudiado.
“Pensé que tenía que hacer un esfuerzo por investigar una nueva especie. Al cabo de dos o tres años, la gente me diría doctora, pero no sabría nada”, recuerda del Pino.
Ese afán por descubrir llegó una tarde mientras era docente de la Universidad Católica. Comenta que en la parte posterior de la institución, antes había una zona llena de charcos y matorrales y que fue allí donde halló la rana marsupial, cuyas características la dejaron atónita. Hasta ahora no ha dejado de investigar.
Su aporte en el ámbito científico no ha pasado desapercibido en la Universidad Católica. Es el laboratorio 112 de la Facultad de Biología de esta institución el sitio desde el cual continúa realizando sus investigaciones en compañía de varios ayudantes, pese a estar jubilada desde hace algunos años.
Cristian Andrade tiene 23 años y es colaborador de Eugenia. “La doctora ha sido como una maestra, ella explica con suavidad y firmeza. Me ha ayudado a incrementar mis conocimientos sobre la biología del desarrollo, un área interesante en Ecuador”, afirmó.
Su ámbito de estudio y su aporte científico le han significado reconocimientos como “La Mujer en la Ciencia para América Latina” de LOreal/Unesco en el 2000 y el premio Eugenio Espejo por ser la primera ecuatoriana en formar parte de la Academia de Ciencias para el Mundo en Desarrollo, en 2012.
El trabajo que ha realizado en las Islas Galápagos también ha sido destacado. Mientras se desempeñaba como docente, decidió aplicar a un plan de becas nacionales para enviar a sus alumnos a investigar en las “Islas Encantadas”.
Del Pino recuerda que salieron buenos trabajos sobre ornitología (aves), estudio de especies y de plantas introducidas. “Ellos traían sus investigaciones y yo les ayudaba a describir sus resultados”, comenta.
Hoy en día existen más de mil estudiantes investigando en las islas. “La idea también es despertar la sensibilidad por la conservación en Galápagos”, dice.
Eugenia siempre fue muy estudiosa. Le gustaban las matemáticas, la física, pero también las ciencias sociales y los idiomas.
“A diferencia de muchas personas que saben qué profesión seguir desde que tienen tres años, ese no fue mi caso”, reconoce.
Fue recién cuando ingresó a la universidad a estudiar Ciencias de la Educación, que descubrió que la Biología era una ciencia tan interesante como para pensar en dedicarse a ella el resto de su vida.