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Ecuador, 01 de Febrero de 2025
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El Telégrafo
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9 de cada 10 pequeños de los países más desarrollados terminan la escuela

En el Parque Ajá, 54 menores se forman para ser futuros científicos (Galería)

En la clase de ingeniería del Parque de la Ciencia Ajá los chicos formaron un cubo con sorbetes y palillos de helado para elaborar un paracaídas. Foto: Eduardo Escobar / El Telégrafo
En la clase de ingeniería del Parque de la Ciencia Ajá los chicos formaron un cubo con sorbetes y palillos de helado para elaborar un paracaídas. Foto: Eduardo Escobar / El Telégrafo
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A sus 9 años Melany Ruiz González ha desarrollado un notable gusto por la biología. En su tiempo libre prefiere andar en bicicleta y visitar los jardines de sus vecinos para explorar las plantas y sus formas. La atracción que siente por la naturaleza hizo que por segundo año consecutivo forme parte de un semillero de futuros científicos e ingenieros. Este es un programa de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol), a través del Parque de la Ciencia Ajá.

En el vacacional, que dura 5 semanas, alrededor de 54 niños y adolescentes, de 5 a 15 años, reciben clases de matemáticas, ingeniería y construcción, física, química y biología.

Margarita Martínez, coordinadora de actividades educativas del proyecto, señala que característicamente todos los niños son inquietos y curiosos, solo en países desarrollados son incentivados y premiados por ser así. “Acá les decimos no toques, no andes, cállate, no preguntes y no podemos generar gente investigadora”.

En el último informe sobre el estado mundial de la infancia 2015, la Unicef propone reimaginar un futuro para los niños. Promueve la innovación y el uso de la tecnología y la ciencia como herramientas para asegurarles un futuro de éxito.

“En los estudios de diseño de tecnología y en los laboratorios universitarios, en las empresas y en los centros comunitarios están surgiendo nuevas formas de resolver los problemas impulsados por la creatividad, la capacidad de conectar y la colaboración”, dice el documento.

Según la Unicef, los países de bajos ingresos siguen albergando concentraciones de pobreza y situaciones de desventaja con respecto al acceso a la tecnología. Los niños en países con ingresos medios tienen lugares como el Parque de la Ciencia Ajá. Este tipo de espacios de alguna manera ayuda a reducir las desigualdades sociales, porque crea menores más preparados y despiertos.

Reimaginar el futuro

En la clase de biología, que forma parte de las 5 asignaturas del semillero, Melany, al igual que sus compañeros aprendieron en el quinto día sobre la importancia de las plantas, la diferencia entre la coloración de las hojas y cómo la planta transforma la energía lumínica en energía química a través de la clorofila.

En ninguna de las clases se toman apuntes, todo es práctica. Por eso los chicos realizaron un experimento en donde trituraban hojas con alcohol, que luego fueron filtradas para obtener la clorofila.

La profesora de biología, Ingrid Arreaga, señala que las ciencias exactas impartidas a temprana edad, y que antes se practicaban en décimo año de educación básica, hacen que los niños sean más inteligentes.

En una encuesta realizada a 242 exparticipantes del semillero se determinó que el 100% disfrutaba asistiendo al curso y el 76% lo prefería por los experimentos que  efectuaban. Del reporte se desprende que el 74% quería estudiar ciencias o ingeniería.

El reto: terminar la escuela

Hace 25 años, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Convención sobre los Derechos del Niño y desde entonces, millones de menores se han beneficiado de los avances. Aunque la magnitud de las mejoras han sido profundas en ámbitos esenciales, como la supervivencia infantil, la educación o el acceso al agua potable, hay demasiados niños que aún hacen frente al futuro sin que se haya resuelto una de las mayores necesidades: terminar la escuela.

Nueve de cada 10 niños del 20% de los hogares más ricos de los países menos adelantados del mundo van a la escuela primaria, en comparación con solo 6 de cada 10 de los hogares más pobres.

En el panorama local, el Estado se esfuerza hace 8 años por aumentar la inversión en la etapa primaria. La subsecretaria de Educación, del Distrito Guayaquil, Valentina Rivadeneira, reconoce que mientras más se invierte en esta etapa, menos recursos se gastará cuando este niño sea adulto.

“Aumentó un 40% la población de estudiantes de educación inicial y aunque en otros entornos hay niveles de pobreza y desigualdad superiores, al menos en Ecuador la educación es gratuita y obligatoria”.

Rivadeneira asegura que la prioridad es que la educación sea inclusiva y en constante innovación. “En 20 años se verá el fruto de esta generación de educación inicial”, dice la funcionaria.

Agrega que el Ministerio de Educación estudia la implementación de un programa de tablets con un software pedagógico para niños de educación inicial y básica inferior.

La Unicef asegura que la innovación ya se produce y quizás Ecuador sea un ejemplo. No en vano 2015 ha sido declarado el año de la innovación.

La coordinadora de Ajá, Margarita Martínez, señala que una de las prioridades es que los profesores de primaria y secundaria sepan cómo enseñar de una manera diferente a la convencional.

Además, los padres deben participar de talleres para que no desmotiven a sus hijos de aprender asignaturas diferentes.

Agrega que es necesario que el Estado invierta en proyectos como el Parque de la Ciencia con financiamiento estatal. Esta es una iniciativa privada y cuesta $ 300 sin incluir transporte.

DATOS

El Parque de la Ciencia tomó el nombre de Ajá, porque es el momento en que se conecta una experiencia anterior con una actual y se produce un entendimiento.

Según la pirámide de Edgar Dale, lo que más incide en la formación de una persona es la experiencia directa. Los símbolos visuales como las películas se encuentran en un nivel bajo de lo que se queda grabado.

En el informe del Estado de la Infancia 2015, la Unicef propone la innovación para la igualdad en donde no se beneficie solamente a aquellos que mejor pueden costearla; sino a los más necesitados.

El documento señala que la innovación no debe surgir solo de los gobiernos y de las instituciones, sino desde la comunidad recurriendo a fuentes no convencionales de conocimientos y de colaboración.

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