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Ecuador, 02 de Febrero de 2025
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El Telégrafo
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Una marca de embutidoS presentó una línea libre del componente

En el mundo se consumen 70 variedades transgénicas

Desde noviembre de 2014 el INEN reglamentó que las marcas colocan si el producto tiene o no transgénicos. Foto: William Orellana / El Telégrafo
Desde noviembre de 2014 el INEN reglamentó que las marcas colocan si el producto tiene o no transgénicos. Foto: William Orellana / El Telégrafo
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En 2013 se recordaron 40 años de la primera planta concebida con transgénicos. Se trataba de un experimento en el que la compañía Calgene le agregó a un tomate el gen ‘antiputrefacción’. De esta forma el vegetal que lucía igual de rojo que su similar ‘orgánico’ o no transgénico era resistente al clima y el tiempo. Tantas décadas después y los alimentos transgénicos son aún motivo de discusión, inquietudes y temores.

Según un estudio del Ministerio de Salud Pública (MSP), el 56% de los ecuatorianos dijo que consumía transgénicos, a pesar de que no sabía cuáles eran los componentes de estos alimentos. Uno de los productos que más organismos genéticamente modificados en un laboratorio contienen son los embutidos o chicles mentolados.

Se estima que actualmente hay 70 variedades transgénicas aprobadas para la comercialización en el mundo. Es más el maíz y la soya transgénicos se encuentran en el 60% de los alimentos que quizás consume a diario, como las galletas, margarinas o chocolates.  

¿Pero qué exactamente son los transgénicos? Son aquellos alimentos producidos a partir de la ingeniería genética y a los que durante el proceso se les añade nuevas proteínas para que obtengan una característica especial, por ejemplo resistente a las plagas o que sean de mayor tamaño.

La nutricionista Alegría Dávalos asegura que no hay por qué alarmarse, porque los transgénicos llevan mucho tiempo entre nosotros, particularmente en las semillas de maíz y soya.

Para Efrén Santos, quien tiene un P.h.D en Bioingeniería, hay diferentes tipos de cultivos transgénicos, y su principal aplicación se da en el aumento del rendimiento para abaratar los costos u obtener un menor impacto en el medio ambiente. “Existen algunos que son resistentes  a insectos, plagas, otros tolerantes a herbicidas (o combinados), o tolerantes al estrés biótico. Hay algunos que son biofortificados, es decir que poseen mayor cantidad o calidad de nutrientes para el consumo humano o animal”.

¿Qué opción es la más saludable?

Hace unos días una marca conocida de embutidos lanzó una línea de sus productos libres de transgénicos, sin gluten y sin grasas trans, en cuyo etiquetado aparece esta información.

César Domínguez, gerente de mercadeo de Alimentos Don Diego, explica que se quiso apostar por la innovación. Dijo que ha significado  un proceso de investigación y desarrollo de más de 1 año y medio, tiempo en el que se siguieron estándares internacionales.

La diferencia en este embutido libre de transgénicos es que sustituyó la soya transgénica por el almidón de yuca y papa.

¿Pero quién garantiza que no son transgénicos? Según Domínguez se ha invertido en tecnología y equipos, “cumplimos con la norma de etiquetar el producto y certificamos cada lote que producimos”.

Desde noviembre de 2014 el INEN difundió el rotulado de los alimentos procesados, en el que se incluyen los transgénicos.

Todo alimento que contenga más del 0,9% de un componente transgénico debe aclarar en el empaque la frase ‘contiene transgénicos’.

De forma paulatina las perchas de los supermercados se han llenado de alimentos con este etiquetado y para sorpresa de muchos la  mayoría de los embutidos tiene la frase.  El etiquetado de transgénicos se realiza con el fin de que el consumidor haga una compra responsable, conociendo lo que va a ingerir. Por lo general, los cultivos transgénicos comercializados pasan por un análisis de riesgo, antes de ser aprobados para su venta. En este proceso se compara el producto con su contraparte no transgénica.

Según el doctor Eduardo Marriott, no existen estudios suficientes que concluyan que los transgénicos causen perjuicios a los seres humanos.

Organizaciones en contra, como Greenpeace, alegan que los transgénicos están vinculados a las alergias y los tumores. Aconsejan que se debería instaurar un principio de precaución, es decir no consumirlos porque sus efectos positivos o nocivos aún no han sido probados. En Alemania, Italia y Francia, por ejemplo,  ciertos productos transgénicos están vetados en el mercado.

Otra objeción a los transgénicos es que el 80% de la biotecnología que los produce es controlada por transnacionales, que para algunos activistas tienen claros intereses comerciales.

Este año científicos rusos trabajan en el estudio más amplio hasta la fecha de los efectos de los Organismos Genéticamente Modificados (OGM) y los pesticidas en la salud de los mamíferos.  El informe Factor OGM monitoreará el estado de salud de ratas que se alimentan de maíz modificado genéticamente y el herbicida Roundup, producido por la empresa Monsanto. La investigación ya recibió $ 25 millones y durará 3 años. (I)

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