Publicidad
La cirugía bariátrica tiene un beneficio adicional: disminuir la depresión
Emma Peralta redujo 260 libras y con ello su tristeza
El baipás gástrico para Emma Patricia Peralta fue un cambio de vida. Hace un año y 4 meses se sometió a la operación recomendada para pacientes con obesidad mórbida. Tal es la transformación que sacó una nueva cédula para los trámites bancarios porque nadie la reconocía.
Actualmente el aspecto físico de Emma es distinto al de años atrás; aunque el rastro de pesar 400 libras (redujo 260 libras) es notorio por sus brazos flácidos. Ella cuenta que todo valió la pena, “soy otra mujer, antes debía caminar pidiendo permiso y hasta para ir al baño me movilizaba en silla de ruedas, porque a medida que cumplía años también subía de peso. Verme así me deprimía”.
La cirugía bariátrica de esta mujer, de 54 años, forma parte de las 75 realizadas en el Hospital Abel Gilbert Pontón de Guayaquil por el cirujano Miguel Lamotta. El 70% de los pacientes es mujer. Lamotta explica que el procedimiento se efectúa desde abril de 2015 y solo en personas con un índice corporal por encima de 35.
El paciente obeso, la mayoría, es deprimido. “Ellos por lo general no salen de la casa, no consiguen trabajo, ni pareja o los dejan. Después de la operación hay un reintegro en la sociedad”.
Un estudio reciente de investigadores de la Universidad de California, en Estados Unidos, sugiere que la cirugía bariátrica también se asocia con la disminución de la depresión en las personas obesas.
La psicóloga Verónica Barzola, quien labora en el hospital, corrobora esta tesis. “Cualquier proceso, indistintamente si es una cirugía o cortarse el cabello, el hecho de someterse a algo que mejore nuestra percepción hacia el mundo disminuye la depresión”.
Asegura que las personas que se someten a este tipo de cirugía necesitan el acompañamiento de un psicólogo. “Lo que enseñamos aquí es que no se trata de cambiar una alimentación por una emoción. Por ejemplo, si tengo coraje o estoy triste debo descubrir qué me llevó a estar así, no pensar que si tomo un helado de chocolate todo se me va a pasar”.
El gastroenterólogo Eduardo Marriott, del Hospital Teodoro Maldonado del IESS, explica cuáles son los beneficios de la cirugía bariátrica: control de la hipertensión y la diabetes, y más adelante evitar las complicaciones a causa de estas enfermedades.
Marriott indica que los pacientes con sobrepeso tienen mayores posibilidades de padecer cáncer, hiperglicemias y problemas de infertilidad. “Con esta cirugía se reducen esos riesgos”. Hace 10 años funciona un programa de cirugía bariátrica en el Teodoro Maldonado que ha beneficiado a 1.600 pacientes.
Explica que hay 2 tipos de cirugía metabólica, como también se conoce el procedimiento. Estas son las quirúrgicas (manga gástrica y baipás) y no quirúrgicas (balón intragástrico).
El baipás gástrico, al que se sometió Emma, consiste en una modificación anatómica del sistema digestivo para tratar la obesidad. El tratamiento no quirúrgico consiste en colocar en el estómago del paciente un balón que se llena de un líquido especial (500 mililitros). Ese peso le da la sensación de estar lleno y adelgaza.
En el Hospital Carlos Andrade Marín, de Quito, también se practican cirugías bariátricas desde 2014 y con el programa se han realizado 567 intervenciones. Iván Cevallos, jefe del Servicio Médico de este procedimiento, asegura que el éxito de resultados es del 100% y el índice de satisfacción es del 97,2%.
Según Lamotta, a nivel privado la cirugía bariátrica puede costar entre $ 8.000 y $ 12.000. En 2007 llegó a Ecuador la cirugía bariátrica laparoscópica, o menos invasiva. “El paciente obeso tiene pocas opciones de ser operado de forma abierta porque es más riesgoso”.
Aclara que la cirugía no es la solución mágica contra la obesidad, sino el 50% y el resto depende del paciente. Las personas deben comprometerse a llevar una vida saludable y de ejercicios, sin estos hábitos pueden aumentar de peso otra vez.
Emma, por ejemplo, trabaja en controlar la ansiedad a la hora de comer. Ahora con 140 libras, la mujer dejó de consumir un litro de gaseosa, frituras y dulces en exceso. Todo lo cambió por una alimentación más equilibrada.
Ella todas las mañanas se dirige desde su casa en Durán hasta el hospital Guayaquil. Allí ayuda de manera voluntaria a los adultos mayores y otros pacientes para que reciban atención o esperen su turno. “No sé cómo pagarles a los médicos y a este Gobierno que me dieron otra oportunidad de vida”, dice.
Al igual que ella, Adrián Valero, de 21 años, disminuyó más de 400 libras. Recientemente, el cirujano Lamotta tuvo el caso de una mujer que superaba las 600 libras, quien ya fue operada y sigue el tratamiento en su casa. (I)