La máxima de que “en la unión está la fuerza” dejó un buen dividendo para los estilistas y peluqueros del país, quienes se unieron para crear una propuesta con base en un  protocolo de bioseguridad que les permitiera volver a abrir sus locales, a partir del cambio del semáforo al color amarillo en cada territorio.

Miguel Ángel Cavallero contó a este Diario que decidió conectarse con otros colegas de Pichincha, así poco a poco fueron sumándose hasta completar la representación de los 3.500 salones del país, con el apadrinamiento del grupo Pro Cosméticos.

Fue así que el 17 de mayo enviaron una carta al ministro de Producción, Iván Ontaneda, y un oficio al  Comité Nacional de Operaciones de Emergencia (COE) con una iniciativa que elaboraron junto a profesionales de la Salud.

Luego atendieron las observaciones de esta instancia y ya, cuando se produjo el cambio de luz, comenzaron la reapertura.

“La preocupación primordial que existía entre todos nosotros era el tema de volver a trabajar de manera segura y responsable, pero demostrándole a las autoridades que podíamos volver, desde el semáforo en amarillo, de una forma responsable”, indicó.

En Quito tuvieron que reunirse antes con el alcalde Jorge Yunda y el COE, ya que aun cuando fue aprobado el retorno para ellos, persistían restricciones, lo cual fue solucionado.  

Cavallero expuso que hubo una gran motivación de todos los del sector en ser parte de este protocolo con sus aportes desde sus respectivos cantones, así como en integrar la denominada Agrupación Independiente de Profesionales de Peluquería.

“Estamos ahora en la formación del gremio y creando los estatutos”, precisó.

Entre sus colegas existen varias expectativas una vez que el protocolo aprobado les permitió regresar a sus labores, según la ciudad y el impacto de la pandemia.

Si en un primer momento estaban preocupados y desesperados por el reinicio, para poder obtener ingresos económicos, en este momento ellos buscan incrementar la afluencia.

“Sí nos vemos afectados porque creíamos que podíamos recibir a un 30% del aforo, pero en realidad es un 20% o quizás menos, en lo general”, anotó Cavallero, propietario del Studio Cava, ubicado en Cumbayá.

La estrategia para ganar clientes la han enfocado en las redes, para que estos observen las medidas de bioseguridad y sientan confianza al momento de acudir a los salones de belleza.

Así lo hacen Raúl Rodríguez y su pareja, quienes son los dueños del salón Divas Peluquería, en Manta.

Ellos, al igual que muchos otros, están receptando las reservaciones de turnos vía internet. “Las redes sociales mueven al mundo; las personas o los negocios que no están en las redes no existen, y la única forma de que se enteren de cómo estamos trabajando, con todas las medidas de seguridad, es por medio de redes sociales, del WhatsApp, e incluso en Tik Tok”, anotó.

En su caso tienen un aforo para seis clientes, pero por seguridad solo atienden a dos personas en un mismo horario. “Eso nos da chance a poder realizar la desinfección entre cada cliente”, indicó.

Andy Zambrano, dueño de un negocio que lleva su nombre en el sur de Guayaquil, dijo que tuvo pérdidas por     $ 6.000 en arriendo porque pese a la pandemia, los dueños del local siguieron cobrándole.

De vuelta al trabajo, aseguró que desde el primer día  lo que siempre cuidan es la salud de quienes laboran y de los usuarios; para ello implementan las medidas contenidas en la guía que ya tienen.

Pero no falta alguien que no sale por miedo, sobre todo en ciudades donde el número de contagios ha crecido.

Tal es el caso de Cuenca, según explicó Iván Calderón, quien es también profesor de maquillaje en el Instituto Lendan.

Ellos tratan de abrir su salón Lotus Beauty Center para comenzar a generar sus recursos, pero plantea que los ciudadanos están en la disyuntiva. “Aquí en la ciudad de Cuenca la gente está recelosa o tiene miedo de acudir a las peluquerías por la situación de la pandemia”, dijo.

En su caso, próximamente empezarán los cursos de maquillaje un 90% a través de internet (vía Zoom) y solo un 10% presencial.

Los empleados también deberán seguir la norma de trabajar cada uno de forma personalizada, con un cliente, y no rotar por otras áreas.

Para Cavallero, quien lidera la nueva Agrupación gremial, aunque en su salón tienen agendadas citas ya para todo julio y agosto, en otros no es igual y la afluencia de público es escasa. En su opinión, “no solamente hay miedo, sino una recesión económica muy fuerte”.

Acotó que se dieron cuenta de cuán fuertes son unidos y ahora van a trabajar también en un proyecto de ley para que las peluquerías sean categorizadas en A, B y C y así poder establecer el precio y el salario según la calidad del servicio de cada una. (I)