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Ecuador, 22 de Enero de 2025
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El Telégrafo
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Punto de vista

Embarazo adolescente: hacia una nueva mirada

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Ecuador es uno de los países de América Latina con mayor número de casos de embarazo adolescente (entre 15 y 19 años). 1 de cada 5 mujeres entre 15 y 19 años ya es madre, y 1 de cada 20 es entre 12 y 14 años. En los últimos 10 años en lugar de acompañar la tendencia de reducción en las tasas de fecundidad entre las mujeres adultas, el fenómeno social se incrementó 2.3 puntos.

Actualmente, Ecuador registra 122.301 madres adolescentes, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), el 75% de ellas pertenece a la población económicamente inactiva. Además, del total de madres adolescentes solo el 22% asiste al sistema educativo, mientras del total de adolescentes que no son madres el 81,4% asiste al sistema educativo. Estas cifras muestran que el embarazo adolescente puede generar no solo vulneración de derechos, como el de la educación, sino que también puede perpetuar el ciclo intergeneracional de la pobreza.

Datos arrojados por el Ministerio de Inclusión Económica y Social dilucidan que las principales determinantes del embarazo adolescente son la pobreza, la violencia de género y el bajo nivel educativo. Una vez más los números acercan a la realidad plausible y el 74% de las madres adolescentes del país vive en situación de pobreza. Cuestión que determinará el desarrollo vital del recién nacido, por lo tanto de la madre y del propio núcleo familiar.

Las consecuencias para las madres adolescentes se reflejan principalmente en el absentismo escolar debido a las añadidas responsabilidades domésticas, según fuentes del Sistema Integrado de Indicadores Sociales del Ecuador (SIISE). En menor medida sucede lo mismo con los padres adolescentes, que al enfrentar nuevas responsabilidades económicas se incorporan a una edad temprana al mercado laboral y muchas veces de manera precaria e informal. Es decir, la salida del panorama educativo es doble: tanto por parte del padre como de la madre adolescente, generando un bajo nivel de instrucción que tendrá consecuencias en el cuidado y desarrollo familiar.

El embarazo adolescente es también una preocupación global por su relación directa con las cifras de mortalidad materna. Según el informe ‘Maternidad en la niñez: Afrontar el desafío de un embarazo adolescente’, del Unfpa, cada día 20.000 menores de 18 años dan a luz en países en vías de desarrollo. De ellas, 200 mueren a consecuencia del parto o del embarazo.

La ONU constata que América Latina y el Caribe es la única región donde los partos de niñas de menos de 15 años se incrementan y se prevé que aumenten levemente hasta 2030.

Para la Unicef, la adolescencia (período de vida que oscila entre los 12 y 17 años) es una etapa crucial del desarrollo, en que la construcción de la identidad y de la autonomía son fundamentales, y al mismo tiempo presentan inquietudes, inseguridades y desafíos, donde las oportunidades brindadas a estos sujetos, por parte del Estado y de la sociedad, deben contribuir a garantizar de forma plena su desarrollo y sus derechos.

Por lo tanto las iniciativas para paliar el panorama del embarazo adolescente en el país se dirigirán a las políticas de reducción de las vulnerabilidades que afectan directamente a los adolescentes, como el rezago y la exclusión escolar, la pobreza y extrema pobreza, el trabajo precoz, las desigualdades de género todavía que existen, entre otras. De igual manera, al incidir en la reducción de estas vulnerabilidades las políticas tienen que priorizar especialmente aquellos que viven en grupos, áreas y situaciones donde estas vulnerabilidades inciden de manera más fuerte, o sea enfrentar las desigualdades que afectan desproporcionalmente grupos específicos de la población.

Esta realidad no quedará invisibilizada o relegada a un segundo lugar, no se trata tampoco de hacer un juicio condenatorio o romántico del embarazo adolescente, considerando que el 67% de los embarazos adolescentes en Ecuador fue deseado.

Lo que sí merecen ser analizados son los factores que están por detrás de este deseo y de la construcción de los proyectos y planes de vida de los y las adolescentes ecuatorianos. La falta de oportunidades de desarrollo y participación, la búsqueda de reconocimiento social, las relaciones de género, las vulnerabilidades y las desigualdades.

Sin embargo, las soluciones están al alcance y son factibles, y requieren la participación de las escuelas, las familias, los centros de salud, los medios de comunicación y, principalmente, de los y las adolescentes. Estas soluciones pasan seguramente por la construcción de una nueva mirada hacia el fenómeno, que incluya el adolescente y la adolescente como actores centrales del proceso de desarrollo, y también por la prevención, por la garantía de oportunidades, la protección de los derechos humanos de las y los adolescentes; y ciertamente por políticas multisectoriales, como la Estrategia Nacional Intersectorial de Planificación Familiar y Prevención del Embarazo en Adolescentes (Enipla), que ya está en curso.

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