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El Telégrafo

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El zoo se convierte en una casa de acogida de la fauna vulnerable

Los centros de tenencia deben adecuar los espacios en los que se encuentran los animales a fin de recrear el hábitat natural de cada una de las especies.
Los centros de tenencia deben adecuar los espacios en los que se encuentran los animales a fin de recrear el hábitat natural de cada una de las especies.
Fotos: Álvaro Pérez / El Telégrafo
16 de junio de 2017 - 00:00 - Redacción Sociedad

Tres parámetros fundamentales requieren cumplir los centros de tenencia y manejo de fauna silvestre en el país  para funcionar: ser espacios de educación ambiental, conservación y bienestar.

Según las autoridades locales, necesitan obedecer los principios del zoológico de siglo XXI. Estos promueven la protección ex situ e in situ de las poblaciones silvestres.

Juan Manuel Carrión, exdirector del zoológico de Quito, explica que  ese espacio es una casa de acogida para la fauna rescatada (del tráfico de vida silvestre o sobrevivientes de la cacería que llegan con heridas físicas y psíquicas) y que no pueden reinsertarse a su medio natural de manera inmediata porque morirían.

Según la normativa establecida por el Ministerio del Ambiente (MAE), es obligatorio que los centros de tenencia cuenten con áreas básicas para manejar la vida silvestre.

Uno de estos espacios y quizás el más importante, es la clínica de veterinaria donde se encuentran los profesionales que cuidarán de la salud, tanto preventiva como curativa.

Aquí también deben existir nutricionistas que cuiden la dieta que cada especie ingiere, acorde con las necesidades individuales.

Romeo Jaramillo, director del bioparque ‘Orillas de Zamora’ de Loja, indica que los profesionales en el cuidado de los animales tienen que ocuparse del enriquecimiento ambiental, el cual consiste en una serie de estímulos que permitan al animal experimentar lo que vivió en la naturaleza. Estos estímulos deben cambiarse periódicamente.

Por ejemplo, a las especies trepadoras hay que colgarles cuerdas para que puedan estirarse y si la prioridad es el uso del olfato, requieren esencias para que permanezcan activos.

Los zoo, de igual manera, necesitan considerar la individualidad de cada animal y diseñar el recinto adecuado para que recree el ambiente natural, con espacios para ocultarse y que sea de fácil limpieza para evitar que proliferen focos infecciosos. “A veces el diseño responde a las necesidades del público (ver a la especie), pero el bienestar animal y su cuidado tiene que ser considerado”.

Jaramillo cuenta que en el zoo de Loja se adecuó una alberca para los cinci pingüinos de Jumbo que fueron rescatados en la frontera con Perú y pertenecieron a las playas de ese país. Por eso, no tuvieron problemas para adaptarse al clima.

“Estas especies llegaron en un estado de domesticación por lo que recibían su comida en la boca; nosotros les enseñamos a pescar y hoy se alimentan por sí solos”.

Las jirafas, que llegaron el mes pasado, aún están en período de cuarentena; pero hasta el momento su adaptación ha sido la esperada.

Ocupan un espacio de dos hectáreas y al igual que las 216 especies del lugar son monitoreadas a diario.

En el zoológico los animales descansan, no están para divertir

A pesar de que muchas personas acuden a dichos centros en busca de distracción, este lugar no se puede equiparar con un circo.

“El zoo no es un espacio para que los animales hagan monerías, sino un lugar que visita la gente para conocer más sobre la fauna que está bajo cuidado humano”.

Dicha línea siguen los zoológicos de Quito, Amaru de Cuenca y El Arca de Archidona (Napo), cuyos ejemplares proceden de rescate de tráfico ilegal.

Los anteriores, más el Pantanal de Guayaquil, el parque Cóndor de Otavalo, el zoo de Baños y el Vivarium de Quito son parte de la Asociación Latinoamericana de Parques Zoológicos y Acuarios. La asociación ecuatoriana de estos espacios es un proyecto que está en marcha.

“Cuando la especie llega al lugar se requiere rehabilitarla para que vuelva a su hábitat natural, pero  muchas llegan con una impronta del ser humano, es decir, que desde cachorros fueron sacados de su entorno a través del tráfico ilícito y dadas sus condiciones de dependencia es imposible volverlas a su espacio”, refiere Jaramillo.

El MAE exige, para habilitar un centro de tenencia, un plan de manejo de fauna silvestre, cuya prioridad será habilitar a una especie para devolverla a su entorno.

El plan detalla el sistema de seguridad para evitar la fuga de los especímenes. “Los recintos deben contar con candados, chapas, jaulas para las peligrosas y barreras físicas para evitar el contacto directo con los visitantes”, informa la Cartera de Estado.

Además -agrega- el centro requiere de una cerca o muro en su perímetro y una alarma en caso de escape o robo de animales.

Visitas con precauciones

Pablo Arias, veterinario del lugar, advirtió que la nutrición y el espacio en el que viven las especies son vitales en un zoo; así como el agua para beber diariamente.

Arias aconseja un chequeo rutinario con aseo individual, vacunas y desparasitación. También es necesaria una cuarentena para que cada ejemplar nuevo cumpla con un tiempo de adaptación.

El profesional recalca que uno de los problemas mayores en la salud de los animales es la alimentación que dan los visitantes.

“Generalmente, les dan cachitos (comida procesada), papas fritas, caramelos y hasta tabacos, pero estos productos les provocan problemas estomacales, intoxicaciones y malestar. Así  se daña el trabajo que hace el veterinario. Lo que peor puede llegar a ocurrir es que contagien a otros”. (I).

La mayoría de especies existentes en los zoológicos del país son rescatadas. Generalmente llegan a Quito y luego se las ubica, según la necesidad del animal.

Cada año, las direcciones provinciales del MAE inspeccionan los centros previamente a renovar la patente y la Dirección de Biodiversidad hace una evaluación técnica con indicaciones para mejorar el manejo de sus colecciones.

Cualquiera puede solicitar autorización para el funcionamiento de un zoo siempre que este sea para la educación, investigación, conservación, recreación e intercambio.

El zoo de Quito y el de Loja albergan a especies exóticas como leones rescatados de circos, avestruces llegadas de criaderos. En Loja hay un emú producto de intercambio con otro sitio de Cayambe y las jirafas provienen de un cautiverio en EE.UU. (I)

Datos

La mayoría de especies existentes en los zoológicos del país son rescatadas. Generalmente llegan a Quito y luego se las ubica, según la necesidad del animal.

Cada año, las direcciones provinciales del MAE inspeccionan los centros previamente a renovar la patente y la Dirección de Biodiversidad hace una evaluación técnica con indicaciones para mejorar el manejo de sus colecciones.

Cualquiera puede solicitar autorización para el funcionamiento de un zoo siempre que este sea para la educación, investigación, conservación, recreación e intercambio.

El zoo de Quito y el de Loja albergan a especies exóticas como leones rescatados de circos, avestruces llegadas de criaderos. En Loja hay un emú producto de intercambio con otro sitio de Cayambe y las jirafas provienen de un cautiverio en EE.UU. (I)

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